Confesiones del Padre Arturo: Exilio parte 6

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Nuevamente, uno de los relatos mas esperados

No faltaba mucho para la semana de vacaciones de la escuela dominical. Justamente hoy era aquel viernes previo donde las maestras se preocupaban en revisar cuadernos y dejar tareas a l@s alumn@s para el breve periodo vacacional.

Como era costumbre, la sala de dirección estaba completamente cerrada y casi ninguna maestra se atrevía a recorrer aquel largo pasillo, único acceso al despacho de una sola ventana con vista colina abajo.

Aquella ventana dejaba ingresar la luz diurna por toda la oficina, permitiendo que su halo pasara muy cerca del escritorio en el centro de la habitación.

En aquella habitación, aparentemente silenciosa, se podía escuchar murmullos y resoplidos graves de un adulto, opacados a la vez por los murmullos y quejidos de una tierna niña.

– Padre… Ayyy…. en la clase de Matemáticas…. Ahhh…. la maestra nos revisó la tarea… y a mí me dio 2 estrellitas por que la hice muy bien… Ahhh…- gime Susi dando un brinquito y acomodándose mi miembro dentro de su colita de nena… ¡que rico apretó la culoncita!

Allí estaba la pequeña Susi, delegada del primer grado de primaria, sentadita con su faldita levantada y sin braguitas sobre mi verga, mientras yo estaba sobre mi sillón de director frente al escritorio de mi oficina revisando el cuaderno de incidencias.

Como siempre, su función era contarme las incidencias del día en su salón y yo como su director de escuela y sacerdote la escuchaba mientras revisábamos su cuaderno, al mismo tiempo que aprovechaba la oportunidad para encularla como hacía diariamente.

– Muy bien, Susi… Ufff… Ya veo que sacaste nuevamente 5 estrellitas… ¡Muy bien!… Ohhh….- felicito mientras palpito mi miembro dentro de su colita, con la visión medio borrosa por el enorme placer al sentir el apriete de su interior-… ¡Hoy pudiste ser la mejor de la clase!.. Uff!!

-Siii, Padre… Ahhhh…- responde la culoncita dando un gemidito dulce al sentirme empujarme dentro de ella. Susi ya acostumbrada a esta rutina, lo deja pasar y no muestra ningún signo de reproche.

Y es que como todo buen amante de las niñas que ha probado de este embriagante placer ilegal, no podía pasar mucho tiempo sin tener otra degustación más de carne infantil… ¡Y justamente tenía a mi nalgoncita Susi siempre dispuesta a servirme!… Su devoción por la Iglesia hacía que bastara un llamado a mi oficina y la pequeña de 6 añitos ya sabía a lo que venía. …. ¡Que tremenda dicha el poder gozar de otra tierna niña para mi desahogo!

-¿Ves que siendo una buena niña misionera puedes ganarle a Francesca?

-Ahhh… Sí, Padre… Ummm….

-¿Ves que alabando al Señor todo sale bien para ti y tus papitos??… Ufff..

– Ahhhh.. Siii… sí, Padre…

-Ufff… entonces… entonces… ya que terminamos de revisar el cuaderno… Ufff… continuemos con tu labor de “niña misionera”… Uff…

-Ahhhh… Está bien, Padre… Ummm…

La tierna nalgoncita se mueve un poco agarrándose ahora la mesa, ya consciente de lo que se viene. Por mi parte, retrocedo un poco con el sillón reclinándolo hacia atrás para casi echarme sobre él y poder disfrutar con mayor comodidad de aquella enculada sobre la pequeña criatura de 6 añitos.

-Uff…. Te gusta como alabamos a Diosito, ¿no es así, Susi?

-Siii, Padre… Ahhhh…-gime la culoncita justo cuando se acomoda mi polla dando otro saltito que se sintió riquísimo cuando intentó pujar.

-Ufff… entonces te vas a portar muy bien conmigo y mi “amigo”… ¿no es así?

– Ahhh, Sí, Padre… porque soy una “niña misionera”… Ummm….-responde Susi ya con mi verga en posición.

-Ufff… Dale bebé, entonces muévete solita…como toda una “niña misionera” …- la aliento dándole una palmadita en su colita respingona.

-Aaayy!… Ummm…- murmura Susi dando otro saltito más que me dejó sentir todo el apriete de su colita sobre cada cm2 de mi miembro erecto y a tope.

¡Inmoral escena! Allí estaba la culoncita Susi, agarrada de mi escritorio mientras se esforzaba por moverse y dar saltitos solita sobre aquella verga adulta que la perforaba por voluntad propia.

Sus turgentes nalguitas empujaban mi pelvis haciendo que aquel mounstruo hambriento de niñas ingresara muy adentro de la nalgoncita.

¡Deliciosa estrechez! Todo su esfínter me cubría totalmente con extasis y pese a mis esfuerzos por mantenerme sereno aquella colita no hacía más que llevarme a la locura queriendo volverme aquella bestia hambrienta de carne infantil.

-Ummm… umm… Ayy…

-Uffff!!! Joooo!! Uffff!!!

-Ummm… Ayy…Ayyy…Ahhhh

-Uffff!!! Uffff!! Joooo!!

Ya después de su tercer saltito forzado, Susi comenzó a moverse con mayor frecuencia. La pobre nenita porfin se acostumbró al grosor y brincaba libremente mi verga mientras se agarraba de mi escritorio para impulsarse y dejar caer su tierna colita paradita.

-Ummm… Ahhh… Padree…

-Uffff!!! Susiii!! Ufff!! ¡Muy bien!

-Ahhh… umm… Ammm…

-Jooo!!! ¡Qué bien, Susi!! Joooo!! ¡Muy bien!

-Ummm … ummm… Ahhh!!…

-Uffff… Ufff….Muy bien Susi…. que bien te mueves, bebé… Uffff…¡Como una verdadera “niña misionera”!- la felicito dándole más palmaditas a su colita respingona mientras inmóvil, casi echado totalmente sobre mi sillón de cuero, miro extasiado como la nalgoncita desaparece mi verga entre sus nalguitas.

-Ahhh…Umm… Ammm…-resiste Susi moviéndose apenas con mi verga dentro de su culito, generando aquel roce y apriete tan divino que nos baña de sensaciones prohibidas para la pequeña.

Aquella danza lenta pero constante que la nenita y su sacerdote realizaban los bañaba de abundante placer indescriptible, y del cual parecía no querer desprenderse.

-Uff ¿Susi, te gusta como alabamos a Diosito?

-Ahhhh… Siii… Ummm… Sí, Padre

-Muy bien, Susi… Ufff… Eres una buena “niña misionera” … Ufff…

-Ahhh… Siii… rico… Sí… Ummm…- repite Susi como le enseñé que dijera cada vez que viera estrellitas y la invadiera el placer natural producto del roce en su cavidad.

-Jooo… Ufff…. Muy bien Susi…. Ufff!!

La pequeña se había vuelto cómplice sin querer de estos actos pecaminosos disfrazados de alabanzas y ahora le devolvía en placer aquel esfuerzo que hacía por resistirme dentro de ella.

Su colita de nena ya se ha acostumbrado a estas tareas diarias, tal que ahora mi verga ingresa fácilmente en su esfínter, pero sin perder el apriete divino que produce encular a una niña. Aquel boleto al paraíso terrenal de placer ilegal del cual soy un adicto sin cura.

-Ufff… Ohhh… que rico se siente dentro tuyo, Susi… Ufff… muy bien…

-Ahhh…. Ummm…rico… Ahhh…

-Ufff…. Joder, muy bien bebé… sigue así que Diosito me dice que está muy contento con que realices su voluntad… Ufff….

-UMmmm!!! Padreee…. rico… Ahhhh

Las enormes ganas que le tenía a Susi finalmente eran saciadas, todos aquellos planes por fin habían dado sus frutos y había conseguido tenerla solo para mí. Poder cogérmela en mi oficina bajo su venia era el premio por tanta planificación.

Aquel paraíso terrenal continuó por varios minutos más, casi sin importarme porque la pobre tuviera que volver a su aula donde sus compañeritos estudiaban inocentes que su delegada del primer grado estuviera siendo enculada por su director y sacerdote que se aprovechaba de aquella tierna criatura para desahogar sus más bajos instintos.

Sin embargo, cuando me sentía casi a punto de venirme (que ya venía aguantándome mucho para no acabar tan de prisa), decidí detenerme por completo y frenar antes de que sea tarde y terminar arruinando la mejor experiencia que estaba por degustar.

-Muy bien, Susi… Uff… A ver bebé, ahora…- digo al mismo tiempo que la tomo de su cinturita para indicarle que se detenga en sus saltitos.

Hice un esfuerzo monumental para salirme de ella, ya que me sentía aún con deseo de seguir dentro y correrme cuanto antes, pero eso significaría perderme del mayor placer que ahora buscaba sin sosiego.

La pequeña se detuvo y se dejó cargar. Era tan ligerita como una muñeca y fue fácil llevarla hasta colocarla apoyadita boca abajo contra mi escritorio, con su colita paradita.

-¿Vamos a alabar con la “penitencia”, Padre?- pregunta la nenita echadita muy dócil. De seguro ya se imaginaba lo que estaba por venir. Y es que esto era algo diario y obligatorio en nuestras sesiones de “niña misionera”.

-Así es, Susi. ¡Diosito nos pide que hagamos la “alabanza de la penitencia”!…- corrijo a la pequeña- ¡Necesitamos orar porque nuestra escuela permanezca inmaculada y libre de pecado! – recito mientras tomo de mi mesa un mando (que usaba para activar el sistema de sonido que había por toda la escuela) y aprieto el botón de PLAY.

Inmediatamente comienza a escucharse desde los parlantes (para anuncios) que hay por toda la escuela la siguiente canción:

Vengo ante Ti, mi señor, reconociendo mi culpa.

Con la fe puesta en tú amor, que tú me das como a un hijo.

Te abro mi corazón, y te ofrezco mis miserias.

Despojado de mis cosas, quiero llenarme de ti.

Que tu espíritu señor, abrace todo mi ser.

Hazme dócil a tu voz, transforma mi vida entera.”

La canción resonaba por todos los rincones de la escuela, incluidas las aulas y el pasillo que daba a mi oficina. Mis alumnos y maestras sabían que era imperativo que detuvieran sus clases para entonar a una sola voz aquellas sagradas letras, como acto protocolar de cada día.

Nadie podía imaginar que aquella treta estuviera siendo usada para ocultar lo que está por suceder en la oficina del director, donde una nenita de 6 añitos aguardaba por una cogida brutal.

-Padre… ¡estoy lista! – me dice la inocente Susi echadita sobre el escritorio parando su colita respingona que apuntaba a mi verga…

¡Dios bendito! … en aquella pose era una tentación irresistible verla tan nalgoncita y con su culito abiertito de todos los brincos que dio sobre mi verga que la dilataron a tope y la dejaron preparada para lo que estaba por ocurrir.

Ya dispuesto a darle como se merece a esta nenita, me viene a la mente la primera ocasión que comenzamos con la “alabanza de penitencia” en la escuela:

[

Nos encontrábamos en mi oficina, igual que hoy revisando el cuaderno de incidencias diarias y justo había tenido una discusión con la pequeña:

-Lo siento Susi, tendré que buscar a otra de tus compañeritas…

-Nooo… ¿Por qué? – protesta Susi haciendo puchero. La tierna criatura había aprendido que significaban estas sorpresivas palabras… aquel anuncio de que la pobre vería peligrar sus privilegios como “niña misionera”.

-Porque Diosito necesita que celebremos la “alabanza de penitencia” …es parte de los deberes de una niña misionera hacer penitencia por todos- comento a la nenita de 6 años…

-¡Pero yo solita puedo, Padre! – replica la culoncita pegándose a mi haciendo puchero.- No otras niñas…

-¿Segura? ¿Alabaras a Diosito todos los días en mi oficina? – pregunto subiéndola en mi regazo y acariciando directamente su colita que me excitaba tanto por lo respingona que estaba. Mi monstruo interior deseaba seguir gozando de aquellas nalguitas paraditas.

Susi medio que dudó cuando escuchó eso ya que de seguro sabía que ansiaba encularla como Dios manda todos los días. No las simples cogidas como hasta hace unos párrafos (que ya le iba agarrando gusto como pudieron leer más atrás), sino darle duro como si fuera una adulta recibiendo verga a tope.

-Si eres una niña valiente y no una cobarde podrás resistir tú solita…- le digo tentándola. – y así tus papitos estarán contestos que sirves muy bien a Diosito. Le contaré a tus compañeritos y a tu maestra que siempre te portas muy bien, incluso a los hermanos misioneros… ¡Tu mamá se pondrá muy contenta! – añadiendo aquel ultimo ingrediente decisivo.

Y es que Susi realmente gustaba y necesitaba de tanta aprobación. Sin quererlo su madre de tanto exigirla me la había dejado en bandeja de plata para aprovecharme de su hija de 6 añitos.

Esto sumado a que, con mi entrenamiento, la tierna Susi iba acostumbrando su agujerito a mis exigencias viriles y ya aguantaba mucho más que al comienzo que lloraba y chillaba escandalosamente cada vez que la trataba como una adulta.

Era el momento perfecto para terminar de acostumbrarla y completar su sumisión total a este servidor que gozaba de su figura infantil.

-Sí. Padre… Yo solita puedo…- responde Susi entusiasmada.

]

Aun recordando esta última respuesta, me sonrío en mis adentros porque la pobre no se imaginaba que a pesar de lo que dije, ya estaba buscando más “niñas misioneras” para mi deleite.

Por supuesto que un sibarita como yo no se conformaría con solo una, pero eso ya sería algo que resolvería más adelante. En el momento, requería ganarme su favor completo y sin restricciones. Y así fue al punto de conseguir que Susi accediera a mis exigencias.

-Muy bien Susi, bebe…Ufff- le digo posicionando bien mi verga y con mi otra mano la tomo de su cinturita de avispa-… ¡Alabado sea el Señor!…

-Padreee…. Ahhh… ahhh..-gime Susi cuando mi miembro empieza a forzar su esfínter. Apoyadita contra el respaldar aguanta valientemente los bríos de mi verga que ansía depositarse muy dentro de su colita respingona.

-Ohhhhh!! OHHHH!!!- exhalo adentrándome en su culito viendo luces y un desquiciante deleite que vuelve a embargarme de aquella catarata de sensaciones profanas y tan embriagantes.

¡Que delicia de niña! Todo un manjar por sus turgentes cadereritas, al punto de que volver a sentir aquel ajuste ilegal tras minutos antes tenerla enculada, puede llevarte nuevamente a la locura. Internarte en aquellas profundidades es un placer supremo, casi divino, digno del alto riesgo de degustar aquella fruta prohibida por la sociedad.

Si bien es cierto ya la tenía enculada hace instantes, no hay pose más morbosa que encularla de a perrito.

-Ahhh!!! Rico, Padre… Ahhhh- gime Susi cuando me deposite casi encima de ella para lograr que mi miembro avanzara en su apretado esfínter… ¡la nenita ya aguantaba aquel previo en 4, cuando al comienzo se quejaba!

-Ohhh.. ¡Muy bien, bebé!… Ohhh… Sé valiente y resístelo ¿sí?… Ufff…-bufo al mismo tiempo que le doy unas fuertes nalgaditas.

¡Plap! ¡Plap!

-Ayyy…Siii… Ahhhh….- gime la nenita ante las palmadas que dejaron rojitas sus tiernas posaderas. Siempre gustaba de dejarle rojas sus nalguitas, previo al frenesí que se avecinaba

-¡Señor, perdona los pecados de esta escuela!… UFFFFF..- bufo sujetándola de su cinturita de princesa. Con mi otra mano termino de acomodar mi verga en la entrada de su esfínter ya muy dilatado por nuestra “alabanza” preparatoria.

-UMMMM…Padreeeeeee…- suelta Susi al sentirme totalmente dentro y encima de ella al mismo tiempo.

-Mi Señor… UFFFFF!!… Acepta nuestra penitencia y a tu servidora Susana **** ****…. Ohhhh…. quien te ofrece…. Ohhhh… quien te ofrece su devota alabanza….

-Ummmmm… AHHHHHH …-gime Susi cerrando sus ojitos aguantando palpitarle en su colita mientras mantengo mi profana invasión a su culito, ambos echados sobre la mesa donde se encontraba su cuaderno de incidencias.

¡Joder! Si bien penetrar una “niña misionera” como Susi es lo más cercano al paraíso terrenal, me excitaba mucho más el cogérmela de a perrito y dándole duro como si fuera una adulta.

Disfrutar aquel apriete majestuoso encimándote sobre tu niña que resiste estoicamente tus embistes, mientras en su cabecita ella piensa que está “alabando a Dios” es una sensación divina que puede llevarte a la locura del placer hedónico.

-OHHHHH!!! SUSIIII!!! HOOOOO!!

No perdí más tiempo, la agarré bien de su cinturita justo antes de comenzar a sacudirme frenéticamente como desquiciado, entrando y saliendo del culito de Susi a una velocidad desmedida… ¡La “alabanza de penitencia” nuevamente volvía a manifestarse en aquella oficina!

-OHHHHH!!! OHHH!! HOOOO!!

-AHHHHH!!! AYYY!!! AHHH!!! PADREE!!!- esta vez sí gritó la niña y agradecí que los parlantes del colegio entonaran los salmos por toda la escuela.

-OHHHH!! SUSIII!! SUSIII!! UFFFF!! – bufé como energúmeno a rabiar por el esfuerzo en encular brutalmente a aquella nenita de seis añitos.

-AYYY!! UUUUHHH!! AHHH!!!

-JOOOO!! UFFF!! SUSIII!!

-AYYYY!!! AHHH!!! AYYY!!!- gritaba Susi a todo pulmón, dejando que sus chillidos se escucharan por toda mi oficina mientras nos sacudíamos como bestias en celo sobre mi escritorio, ya testigo de otras “alabanzas” igual de frenéticas.

– SUSIII!! SUSIII!! OHHHH!! UFFFF!!

-AYYYY!!! UHHHHH!!! AYYY!!!

Aquel inicio brutal siempre la hacía chillar, pero era necesario para que la pequeña se acostumbrara a la danza frenética sexual disfrazada de “alabanza”. Todo aquel dolor que ahora sentía en algún momento se mezclaría con placer, al igual que pasó con nuestras alabanzas sobre mi sillón.

Ya con varios días de alabanzas enloquecidas, su pequeño esfínter adquiriría la pericia para aguantar los bríos de un miembro adulto, uniéndose a mi lista de nenitas nalgoncitas que pueden disfrutar del placer indómito que producen las “alabanzas”.

PLAP!!! PLAPPP!! PLAPP!

Sus turgentes nalguitas de 6 añitos resonaban tiernamente una melodía erótica producto del impacto de mi pelvis con sus tiernas posaderas rojitas por los azotes.

-OHHHH!!! JODER… QUE BIEN “ALABAMOS” AL SEÑOR, SUSI… ¡OHHH..!-exhalo aun moviéndome con denodada velocidad dentro del agujerito de la culoncita de 6 añitos. Nuestras sacudidas eran tremendas, pero con algunos instantes de pausas por el riesgo de salirme de ella en algún descuido, producto de que aún buscábamos aquel ritmo que nos permitiera llevar una cópula continua sin riesgos

-AYYYY!! AHHH!!! PADREEE!!

-OHHH!!! ¡¡DIOS SANTOO!! OHHH!!!

-AYYYY!! ¡MI COLITAAA!!! PADREEE!!- chilla Susi cuando de pronto la nenita sintió que nos acomodamos bien sobre la mesa y comencé a embestirla con mayor rapidez y sin pausa.

-OHHH!!! SUSIII!! OHHH!!! ¡AHORA SÍ, BEBE!! OHHHH!! – grito extasiado sacudiéndome en aquella posición encima de la nenita, pero sin aplastarla y dándole a duro a aquella colita paradita que ahora resonaba al ritmo de mis embistes acompañando nuestros chillidos.

PLAP!!! PLAPPP!! PLAPP!

-UHHHHH!! AHHH!!! UHHH!!

-SUSIII!!! JOOOO!! UFFFFFFFF!!!

-UHHHHH!! PADREEEEEE!!! UHHH!!

-JOOOOO!!! JOOOO!! SUSIII!!! SUSIII!!

Ahora mi verga recorría aquel tierno esfínter como si se tratara de un pistón perfectamente engrasado. Su tierna colita lubricada previa y dilatada naturalmente recibía sin mayor problema aquel miembro mediano que hacía estragos en su cavidad infantil y la bañaba de una mezcla de sensaciones inconmensurables.

-UHHHH!! AHHH!!! UHHH!!

-OHHH!!! SUSIII!! OHHH!!! JODEEEEERRR!!

-AHHHHHHHH!! UHHHHHH!!! AYY!!

-OHHH!!! ¡DIOS BENDITO!! UFFFFF!!!

La danza hedónica era un espectáculo brutal propio de las galerías de Nerón. Aquella música cristiana recorriendo todos los rincones de la escuela dominical donde el director se follaba salvajemente a una alumnita de 6 añitos mientras el resto solo rezaba y cantaba ignorante, le añadía un tremendo morbo a toda la escena.

-UMMMM!! AHHHH!!! PADREEE!!! AHHH!! – gime la pequeña al último ya no chillando tanto sino gimiendo por el roce desquiciado de mi vega dentro de su esfínter.

-OHHH!!! SIIII!! SUSIIII!! JOOOOODER!

-AHHHHH!!! UMMMM!!! PADREEE!!

-JOOOO!! ¡MUY BIEN, SUSI!! UFFFF!!

PLAP!!! PLAPPP!! PLAPP! Que rico sonaban sus caderitas con mis embates…

Seguía embistiéndola como si fuera un animal en celo, dispuesto a gozar de aquella estrechez prohibida, aquella colita paradita que me aprieta la verga y a la vez me regala el tremendo placer que recorre cada célula de mi cuerpo.

Susi ya acostumbrada, al parecer había sobrepasado el umbral de dolor y ahora todo lo que sentía era nada más que indómito placer

-AYYY!! … PADREEE… AHHHH!!!- gime Susi cuando volví a embestir su colita.

PLAP!!! PLAPPP!! PLAPP! Resonaba en aquella oficina.

-UFFF!! ¡QUÉ BIEN AGUANTAS PRECIOSA…OHH!! ¡JODER! ¡GLORIA A NUESTRO SEÑOR! – resoplo sintiendo como aquellas nalguitas ya casi me deslechaban por completo.

-AHHH!!! UMMM!! AHHH!!!- gime Susi soportando todos mis bríos, casi sin poder soltar alguna palabra por la violencia de mis embistes.

-OOOHHH!!! OHHH!!! JODEEEERR!!- exhalo cuando de pronto bajo la vista y aprecio como mi verga entraba y salía de su colita, pero con una mancha de sangre… ¡La brutal cogida era demasiado para la nenita!

Sin embargo, Susi seguía gimiendo apoyadita contra mi escritorio, ni lloriqueaba ni gimoteaba, solo gemía y aguantaba muy bien todo el asunto. Con lo dilatada que estaba y sus caderitas turgentes aguantaba buen castigo a su edad, sumada a la devoción total a vuestro servidor le permitían resistir valientemente todos mis bríos hacia su figura infantil… ¡Sin duda, era toda una “niña misionera”!

-¡OHHHH! JODEEEERRR!! ¡QUE BIEN ALABAS A DIOSITO, SUSI!! UFFF!!

-AHHHH!!! PADREEEE!! AHHHH!!!

Mis ojos se ponían más borrosos y sentía que me era imposible seguir resistiéndome a llenar aquella colita con todo el material genético que guardaban mis gónadas. Sin embargo, eso ya no me importaba en lo más mínimo, ya perdido en aquel mundo de éxtasis lo único en mi mente era el deseo de copular con aquella niña nalgoncita y rellenarla como pavo de navidad.

-UFFFF!!! OHHH!! SUSIII!! ¡MUY BIEENN!! OHHH!!

-AHHHHH!! UHHHH!! AHHH!!

-SUSIII!! JOOOO!! ¡YA VIENE!! ¡YA VIENE!! – grito sintiéndome finalizar la batalla hedónica.

-PADREEEE!! ¡ALABADO SEA EL SEÑOR!! AHHH!! – gime Susi sabiendo que debe responder …. ¡Me la cogía como a una adulta y ella seguía igual de devota!

-HOOOO!! ¡ALABADO SEA!! ¡SUSI, QUE BIEN LO SIRVES!! HOOO!! HOOOOO!!

¡No aguanté más! Chillamos ambos posesos de lujuria, mientras nos devoran toneladas de éxtasis, al mismo tiempo que vacío el contenido de mis gónadas dentro de la preciosa Susi. A la vez que sin querer termino saliéndome de ella para lanzar chorros que bañan su espaldita de aquel líquido profano, premio por sus esfuerzos “devotos” …

¡Tremendo frenesí! Cuando me encuentro dándole a una nenita de primaria, casi olvido en el lugar en el que me encuentro y las consecuencias. Acabar es similar a despertar de un paraíso terrenal para luego encontrarte limpiando tu verga en la colita de aquella tierna nalgoncita que acaba de arrancarte todo tu material genético con aquella estrechez propia de tan tierna edad.

¡Volver del paraíso! Lentamente, la cordura va regresando a mi ser mientras me limpio en ella y la pobre solo jadea del esfuerzo por mantenerse estoicamente en esa posición de indefensión, apuntándote con su culito abierto en O, y del cual comienza a caer los restos de semen y sangre, signos inequívocos de una buena faena diaria de una “niña misionera”.

Susi permaneció en mi oficina mientras la limpiaba y arreglaba su uniforme antes de llevarla a su aula. Hablé con su maestra brevemente, pero como ya era usual que la tuviera conmigo, no hubo sorpresas por parte de ella.

La pequeña fue a sentarse junto a Francesca que la ayudó a ponerse al tanto de los dictados que la maestra venía haciendo con el resto de la clase.

No faltaba mucho para la hora de salida y en ese interín aproveché para concluir con mis labores como director, dejando para mañana el trabajo restante.

Apenas hice sonar la campana de salida, recogí mi maletín y ya cuando veía a las maestras despachar a l@s alumn@s, me acerqué al patio donde tod@s esperaban porque sus papitos vinieran a recogerlos.

-Padre…- escucho que me llama la rubiecita de mis ojos, sentada en el murete del patio. Como saben, era común que me fuera a la residencia acompañado de mi nenita.

-Francesca, espérame aquí…- le señalo justo cuando por el rabillo del ojo logro distinguir a alguien conocida en la puerta.

Me adelanté rápidamente justo cuando la maestra de Susi la despachaba con su mamita.

-Hermana ****, ¿Cómo se encuentra? – pregunto mientras llevo a Susi del hombro.

-Buena tardes, Padre. Muy bien, ya mejor de estos catarros diarios… ¿Y usted, como se encuentra? – pregunta la doña intentando responder con algo más de confianza, tal y como mis feligreses se ponían cuando osaba darles un trato directo.

-Muy bien, doña ***- respondo acariciando el cabello de Susi en gesto de cariño mientras le hablaba a su madre.- Justamente iba a contarle que Susi volvió a tener la más alta nota del día de hoy.

-Que bien, Padre… Usted sabe que siempre sigo sus consejos para con la niña- responde la doña recibiendo la mochila de Susi para cargarla, mientras la nenita permanecía entre los dos siendo testigo de nuestra conversación

Elogiarla frente a su mamita reforzaba el concepto de recompensa, pero hoy tenía además otro plan bajo la manga:

-Hermana, ¿recuerda lo que le conté después de nuestra reunión de misioneros??

-Sí, Padre. Se refiere a….

-Así es, hermana.

-¿Qué es Padre?- pregunta la nenita confusa en una conversación entre adultos.

-Era una sorpresa, Susi… Pero muy pronto podrás ir conmigo a la “Vigilia de niña misionera” para aumentar tu fe en nuestro Señor…

-¿Podré ir a la “Vigilia de niña misionera”?- pregunta la nenita sorprendida.

-Así es Susi, tu mami está de acuerdo… Además, que ella sabe que tu quieres ser una niña “misionera”- le digo guiñándole el ojo a la señora que asintió a su hija.

¿Pero qué haces, Arturo?, de seguro se preguntarán algunos. Pero ya hace unos días en nuestra conversación con la mamá de Susi, le había puesto al tanto de aquel termino de “niña misionera”.

¿Acaso su mamá lo sabía? Sí y no. La hermana obviamente conocía que Susi me ayudaba en la misa y yo le conté que la nenita requería más motivación para seguir muy entusiasta y contenta con todas sus labores, así que usábamos ese término de “niña misionera” para darle a entender que era una misionera igual que su mamita.

Obviamente la hermana no tenía ni idea que en verdad estaba ayudándome a engañar a aquella tierna nenita de 6 añitos con aquel cuento de ser misionera para poder degustar de su figura infantil. Tan solo atinó a asentir mientras sonreía por creer que su hija era “favorecida” por su sacerdote:

-Pues claro que sí, Padre…- responde la doña entendiéndolo todo. – No quiero que la niña se pierda la Vigilia… Confío totalmente en su sabiduría para que siga siendo una “niña misionera” …- dice al mismo tiempo que ella también acaricia a su hija cariñosamente.

¡Tremendo! Era excitante pensar que su mamita no supiera que implícitamente me estaba dejando en bandeja de plata a su pequeña de 6 añitos y que gracias a ella continuaría cogiéndomela a placer las veces que me diera la gana. Además de contar con su ayuda para ciertas situaciones que ya os contaré más adelante…

-¿Y tú quieres venir a la “Vigilia”, no Susi? – pregunto sonriéndole.

-Sii, Padre. Siii…- responde la nenita dando saltitos.

¡Éxito total! La nenita y su madre estaban de acuerdo con algo que llevaba planeando desde hace unos días y del cual espero contaros más adelante. Algo que supondrá un punto de inflexión en mi relación con Susi y por supuesto en mi plan para con este Exilio.

Una vez convenido todo, las despedí y me regresé hasta el patio donde me esperaba Francesca leyendo una de los libros que le había prestado de la biblioteca de la parroquia.

Como era costumbre, me la lleve conmigo hasta la residencia del concejal ya que deseaba ahorrarle tiempo a la hermana Ada que de seguro estaría ocupada cocinando como para venir a recogerla temprano.

Al llegar a casa, la hermana nos recibía con el almuerzo listo para los 3. Como de costumbre, la hermana Ada se encargaba de las labores domésticas durante sus cortas estadías en la residencia ya que como os conté, los únicos habituales éramos Francesca y vuestro humilde servidor.

La pequeña rubiecita ya cómplice de nuestros arrumacos siempre me ayudada para que podamos ocultarnos de la hermana, pero debido a que normalizábamos el cariño que le tenía, era común que nos viera juntos con la nenita encima de mi regazo leyendo acurrucados algún nuevo libro que traía a la pequeña. Poco a poco se hacía común realizar mi voluntad incluso en mi trato cariñoso con las nenitas, y de seguro nadie del pueblo osaba desconfiar de una figura de autoridad como mi persona.

Si bien en mi anterior parroquia en público tenía cierto recato al tratar con las nenitas de los feligreses y mi escuela, aquí como párroco principal ya podía libremente permitirme intimar más allá que un saludo, incluso llegando a cargarlas o darles besos a las nenitas en señal de cariño, lo cual sus padres no veían con malos ojos… ¡las ventajas de la autoridad!

Obviamente en privado como bien conocen deguste de nenitas como Anita o Katy, y sus padres me tenía confianza como para algún saludo cariñoso con ellas, pero no era así con el resto. En cambio, ahora recibir cariño o toquetear a otras nenitas frente a sus padres quienes pensaban en nada más que un sacerdote amable me ponía muy cachondo y aumentaba mi morbo interior.

Regresando a mi pequeña rubiecita, la propia Francesca gustaba de andar pegada a mí todo el tiempo y buscaba que nos morreáramos cuando la hermana no nos veía. Aquellos instantes de atrevimiento me tomaban desprevenido, pero sabía responder muy bien a su curiosidad innata.

Yo por supuesto estaba muy a gusto teniéndola tan cariñosa conmigo, casi como si se tratara de mi pequeña hija lo pensarían, pero yo la veía más como una pequeña novia. Me cautivaba su hermosura y delicadeza, al punto que debía hacer esfuerzos por mantenerme como figura de autoridad, y no quedarme totalmente prendado de ella.

Así transcurría nuestra rutina, sin embargo, a medida que avanzaban los días, también iban para adelante mis avances con la pequeña Francesca.

Una vez la hermana se retiraba de la residencia y nos dejaba solos, la niña se levantaba solita de mi regazo y me esperaba en el umbral de sala dando saltitos queriendo ir a su habitación…

-Padre… Padre… Los rituales…- me decía con su vocecita emocionada, como una nenita que ha esperado todo el día por un premio prometido… ¡Qué ternura!

Procurando el mayor aplomo, pero a la vez mostrando satisfacción por su devoción, procuro acercarme hasta ella y tomarla de la manito mientras subimos hasta el pasillo de las habitaciones. Hoy estaba especialmente hermosa con su vestidito verde a juego con calcetas blancas.

-Francesca… ¿recuerdas que hoy tendríamos un nuevo ritual? – le pregunto justo cuando la nenita pensó que iríamos a su habitación y nos pasamos de largo.

-Siii… Padre ¿Qué ritual será? – pregunta la nenita curiosa mientras se deja llevar hasta la habitación del fondo.

Saco la llave de mi sotana y accedo a aquella misteriosa habitación…

-Hoy día nos toca el “ritual de la purificación” …- digo al mismo tiempo que doy permiso a la rubiecita para que ingrese al cuarto de baño del concejal.

Francesca ingresa conmigo a la habitación, corre hasta dentro y se queda mirando aquel jacuzzi justo al centro, que casi parecía una piscina para una nenita de su edad.

¡Rimbombante decoración! Mayólicas finas celeste y decorados de primera, como esperarías de una propiedad de uno de los líderes del pueblo. Había incluso un cisne grande decorado de perlas en una de las paredes.

Francesca se paseó por la habitación con sus ojos como platos de la sorpresa de descubrir aquella habitación que de seguro le había dado curiosidad en su estadía. Aquel baño amplio que correspondía al baño privado del concejal, el cual solicité para mi uso personal y el cual el concejal no había cedido a los Dubois.

Este baño constaba de un jacuzzi mediano con una vista al patio privado del concejal y al pueblo colina abajo. Había espejos en dos lados de las paredes e incluso un vestidor en una de las esquinas.

-¿Qué te parece? ¿A que es grande, no Francesca?

-Siii…- exclama Francesca muy contenta dando vueltas por todos los rincones apreciando los percheros, los jabones, las toallas, los lavaderos, los grifos de agua caliente y fría y demás perfectamente conservados y preparados hace unas horas por la hermana Ada.

-¿Alguna vez entraste aquí, Francesca? – pregunto mientras me acerco a la nenita que abría y cerraba uno de los grifos (vertiendo agua caliente y fría) con aquella curiosidad infantil innata.

-No, Padre… Mi mami dice que no puedo entrar…

-Y tenía razón, porque es para uso de los sacerdotes como yo…- le digo con voz de importancia.- Pero ya que me ayudas con los “rituales” he conversado con Diosito para que me acompañes.

-Oooo…-suelta Francesca entre impresionada y contenta sigue revoloteando de un lado a otro con curiosidad. Ya le había comentado en anteriores oportunidades que tendríamos un ritual muy importante para el cual solamente ella podría ayudarme.

-Pero, Francesca… Este ritual no es como los anteriores… como ya te dije, este es un ritual para niñas grandes… para niñas siempre sirven a nuestro Señor

-¿Cómo Padre? – pregunta la nenita curiosa levantando su vista del juego del grifo.

Le hago un gesto, abriéndome de brazos para que la nenita se me suba y así poder cargarla a lo cual acepta contenta, y llevándola en brazos comienzo a recorrer con dirección al vestidor.

-Hasta ahora hemos realizado el ritual como para una nena chiquita, pero tú ya eres una nena grande, ¿no es así? – pregunto picándola con la clásica provocación.

Sabía que tenerla colgada de mí, nos daba una intimidad mayor al tener un contacto más directo, y facilitaba cualquier cosa que osara pedirle o provocarle, tendría el doble de éxito.

Aquella treta funciona muy bien en nenitas bien cuidadas y con aires de grandeza como Francesca. Me aprovechaba de aquella debilidad llamada vanidad del cual la pequeña no podía escapar.

-Siii… Ya soy una niña grande…- asiente Francesca, mirándome directamente y casi hipnotizándome con aquel par de deslumbrantes ojitos verdes.

-Muy bien. Entonces, ahora vamos a.…- comienzo a susurrarle al oído las indicaciones de lo que haremos…

Me escucha atentamente y, por su expresión, no parece incomodarle nada lo que le estaba pidiendo. Con total devoción la pequeña asiente ante cada indicación, que yo sé que memorizará a la perfección y repetirá tal cual se le ordenara.

Una vez llegamos al vestidor, la bajo de mis brazos y señalo los percheros para que la nenita dejara su ropita. Entonces, comenzamos a desnudarnos uno al otro cual dos enamorados previos a otro encuentro habitual: Francesca tiraba de los bordes de mi sotana, mientras yo desajustaba los listones de su vestidito verde.

“el que quiera llegar a ser grande entre vosotros…”!- empieza la nenita aflojando el cíngulo rojo de mi sotana, ya semidesnuda. No demoré mucho en levantar su vestidito, quitar sus calcetas y dejarla nuevamente solo con sus braguitas rosadas.

-¡”…, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, que tampoco el Hijo del Hombre ha venido a ser servido si no a servir y a dar su vida como rescate por muchos”!- completo yo ayudándola con aquella larga oración, contemplando a la nenita que se esfuerza para aflojar el amarre.

Sería la primera vez que me exhibiría directamente frente a aquella niña rubiecita, mi gran obsesión desde el momento en que la conocí. No cabía en mí de júbilo e intentaba disimularlo con la solemnidad del acto, mientras Francesca con sus delicadas manitas tiraba del último nudo de mi sotana.

¡Lo logró! Tras aquel último esfuerzo, abrí totalmente mi sotana, liberándome de la misma para colgarla en uno de los percheros al lado del vestidito de Francesca.

¡El punzante invasor de nenitas hacía su aparición!

-¡……! – la nenita se quedó mirando muy sorprendida a aquel venudo que ya estaba erecto por todo el besuqueo anterior con la pequeña.

Evidentemente aquel miembro en ese estado debió ser una sorpresa para la párvula que lo miraba con total aprehensión, cual si se tratara de toda una revelación en su vida.

-¡Francesca…!

Mi llamado despertó a la pequeña de su ensimismamiento y le recordó sus obligaciones para este momento.

-¡Sí… Padre! ¡Lo siento! – responde la pequeña mientras me arrodillo para bajarle sus braguitas color rosa y dejar al aire aquella rajita preciosa que inmediatamente me pone a salivar.

Como poseso de aquella mística sexual que me provocan las figuras infantiles, procedo a lamer aquel triangulito de ensueño, desembocando con rapidez en aquella tierna línea rosadita en la que me impregno para inhalar su aroma de niña.

-Jijiji… -ríe la párvula ante mis bríos, ya acostumbrada a que explore su lugar privado cual si fuera de mi propiedad absoluta.

-Mmmm!!! Muy bien, Francesca… ¡Alabado sea nuestro Señor!

-¡Aleluya!

Acto seguido me levanto y tomo a la nenita de la manita, al mismo tiempo que ella se coloca a mi costado para avanzar juntos fuera del vestidor y con dirección al jacuzzi que nos aguardaba.

Tal cual estaba planeado, camino junto a la pequeña rubiecita y la ayudo a subir por las escalinatas para llegar al borde del jacuzzi.

-Muy bien, preciosa. Despacio… ¡bien! – le digo a la nenita cuando ella comienza a bajar junto a mi lado y descendemos juntos.

La altura del agua le llegaba casi al cuello de la nenita por lo que opté por echarme a un borde del mismo, mientras Francesca divertida comenzó a nadar de un lado a otro.

-¡Jujuju! ¡Siii! – ríe la rubiecita nadando contenta como una pequeña sirena, completamente absorta en sus juegos en la “piscina” que la recibía.

Podía llamarle la atención nuevamente para enfocarla en nuestro “ritual”, pero su ternura me ganó y le permití que nadara contenta por un rato, mientras exploraba de rincón a rincón los alrededores de aquella minipiscina.

¡Un querubín angelical! Ver a aquella rubiecita desnuda y nadando de un rincón al otro mientras la contemplaba de mi lado, era un espectáculo impresionante que curaba mi cansado corazón al verla tan hermosa y alegre.

Era imposible no enamorarse de tan delicada criatura de 6 añitos, tan inocente y devota de su sacerdote como para permitirle bañarse junto a ella, sin ningún temor porque la devorara con la mirada y sin ningún recato, apreciando su infantil figura perfectamente formada para su edad.

-¡Wiii! Oooo!! Wiii!! – suelta Francesca de pronto jugando con el chorro de agua que salía de los grifos y filtraban nuestro jacuzzi.

-¡Francesca!- le llamo volviendo de mi aturdimiento por su belleza.- ¡Recuerda, preciosa! ¿Qué sigue en el ritual?

-¡Ay! ¡Pardon, Padre! – se disculpa la nenita también saliendo de su juego. La infanta nadó con dirección al otro extremo donde se encontraba una fila de jabones líquidos.

Ninguno de ellos tenía etiquetas ni nada parecido ya que los quité con anticipación en un intento por hacer parecer que este baño era lo menos común posible hasta en detalles que os parecerá inocuos.

-Azul… verde… ¡naranja! – exclama Francesca escogiendo el frasco de jabón indicado.

-Muy bien…- felicito mientras la pequeña se acerca nadando hasta mi lado. Me entrega el frasco, cual si me entregara un cáliz para la ceremonia de eucaristía.

-Aaaa…- suelta la nenita mirando como vierto un poco en mi mano y formo rápidamente burbujas de jabón mezclando con el agua que nos rodeaba.

-Ahora, pon tus manitas…

-Sí, Padre…- asiente Francesca dejándole caer jabón el cual la nenita mezcla por sí misma.

Al mismo tiempo, también vierto un poco más en mis manos, mientras la nenita me espera jugando con las burbujas hasta que siente la seriedad de mi mirada y espera expectante.

Con toda la solemnidad posible en semejante situación, procedo a recitar el salmo

-Y dijo el señor: “Lavaos, limpiaos, quitad la maldad de vuestras obras de delante de mis ojos; cesad de hacer el mal…” Es palabra del señor…

-¡Gloria a Dios! – responde mansamente Francesca, cuya tremenda devoción contrasta con lo morboso de tener a un sacerdote y su alumnita desnudos en la misma bañera.

Acto seguido, y como estaba previsto, ambos adulto y niña procedemos a lavarnos mutuamente, recorriendo el cuerpo de la nenita con sobrada destreza mientras la pobre intenta abarcar lo más que pueda pasando el jabón por mi pecho velludo, mientras vuelve a rociarse ella misma sus manitas para volver a su tarea titánica.

Pocas cosas son tan gloriosas como recorrer el cuerpito de tan angelical criatura, cuya suavidad se cuadriplica al contar con la fluidez de la humedad recorriendo por todos los rincones y permitiendo vía libre para el transito de mis experimentados dedos. Además, de poder sentir aquellas manitas infantiles recorrer tu propio cuerpo, con la inexperiencia y torpeza de su edad sumada la dificultad de la diferencia de tamaño que a pesar de todo es aquel encanto de poder hacerlo con una nenita de su edad.

Sus formas infantiles fueron manoseadas hasta el último cm posible mientras la pobre nenita seguía esforzándose por jabonarme, incluso acercándose cada vez a mi abdomen, por lo cual adopté la decisión de al fin levantarme inesperadamente…

-¿Padre? – pregunta la pequeña, sin dejar de mirar aquel falo que la traía curiosa desde que nos desnudamos.

-Ya es hora, Francesca… aún tienes un lugar más por lavar…- señalo acercándome cara a cara con Francesca, o mejor dicho cara con miembro.

La nenita me miró a los ojos y luego regresó la vista al opresor que se erguía frente a ella.

-¿Puedo lavarlo, Padre?- pregunta la nenita muy ingenua y respetuosa, sin sospechar que todo eso era un acto para aprovecharme de su tierna figura.

-Claro que sí, Francesca… Igual que en el “ritual de purificación” … ¿recuerdas? – respondo animándola a que se atreviera a seguir con el acto profano.

La rubiecita se quedó mirándolo absorta, con mucha curiosidad, pero también como una especie de respeto que me hizo gracia. Estaba como dudosa, por lo cual me atreví a presionarla un poco para destaparla de la duda.

-¿Te da vergüenza? – pregunto con una pizca de severidad en mi voz.

-No, Padre…- responde rápidamente Francesca y atreviéndose por fin, comienza a manipular con sus manitas aquel miembro hambriento de niña que se le presentaba frente a ella.

¡Deleite celestial! Aquellas manitas de niña ahora manipulaban al perspicaz acosador que había degustado de tantas otras nenitas y que ahora se apuntaba erecto sobre la pequeña rubiecita.

Con torpeza, pero con decisión, Francesca lavaba todos los rincones de aquel tolete que se erguía orgulloso y palpitaba en aquellos deditos que lo recorrían. Sin duda tener a una nenita masajeándote la verga es una sensación única, tanto por la situación como por la tremenda inocencia con que ella lo hacía.

En su mente estaba interpretando el “ritual” ordenado por su sacerdote, lavándolo como lavó el resto de mi cuerpo, pero ahora con aquel tenaz penetrador que añoraba invadirla también a ella.

-¡Muy bien, Francesca! Uff… Muy bien…- asiento contento al verla tan desenvuelta, aunque fuera por la presión de mis palabras. A su edad, muchas veces es lo necesario para que las nenitas hagan los que deseamos de ellas.

La pequeña daba movimientos torpes al punto que casi me hacían doler el miembro, sin embargo, el solo imaginar que dicha torpeza provenía de su candidez infantil me otorgaba más placer del que pueden imaginar. Sus deditos novicios muy pronto alcanzarían más experiencia en el tratamiento masturbatorio del que alguna vez pudo imaginar.

Tras un rato de constante exploración, la pequeña cae en un detalle importante cuando desciende sus manoseos hasta las dos gónadas que colgaban debajo del miembro que manipulaba.

-¿Aquí también Padre? – pregunta la nenita acariciándolos por primera vez

-Así es, preciosa…- respondo sonriente. – Una buena niña siempre termina su trabajo correctamente.

-Est bien, Padre…- contesta Francesca manipulando aquellas bolas con denotada curiosidad.

Su tacto novicio fue acentuándose pasados los minutos y manoseos continuos a mi aparato reproductor que no cesaba en dureza.

Ya había pasado un tiempo, como para pasar a la siguiente etapa de mi plan, por lo cual me estiré lo más que pude hasta alcanzar un cáliz que tenía en uno de los bordes del jacuzzi junto a la botellita transparente que solía usar en las misas para el vino.

-Francesca, es momento de que avancemos con el “ritual”- le digo mientras le muestro el cáliz.

-Si, Padre…- asiente la nenita colocando su rostro en posición de beber como cada vez que me dispongo a darle del cáliz directamente.

Con sumo cuidado acerque el cáliz y la nenita bebió por sí misma, como en nuestras sesiones de besuqueo intenso cada tarde después de sus lecturas.

-Muy bien, Francesca…- le digo al mismo tiempo que vuelvo a besarla a lo cual la nenita corresponde muy entusiasta.

Ya sea por la costumbre o la impresión, Francesca no soltó mi verga mientras nos besábamos, lo cual le añadió más morbo a toda nuestra situación. Mezclando nuestro beso de enamorados con la lujuria por el manoseo a nuestros cuerpos, la tensión sexual iba en aumento.

Después de nuestros morreos, me separé de la nenita mientras dirigí una de mis manos a su cabecita y la bajé indicándole donde debía continuar con su “labor”.

La rubiecita se quedó de frente a aquel falo erecto y húmedo que apuntaba hacia ella con descaro, queriendo recibir las caricias bucales de tan novel criatura.

-Muy bien, Francesca… ahora… continúa mi amor…- susurro con denotada emoción en mis palabras, alentando a la párvula que por un instante dudó, de seguro por la timidez de su primera mamada.

-Est bien, Padre…- contesta la pequeña tomándolo firmemente con sus manitas.

Aún con algo de duda infantil, la pequeña desciende abriendo su boquita para meterse mi tolete dentro de ella, haciéndome sentir la calidez de sus tiernos labios.

¡Inverosímil deleite! ¡Desquiciante mar de sensaciones! Al sentir como su cavidad bucal cubría a mi vergudo, una corriente eléctrica con origen en este comenzó a recorrer por todo mi cuerpo. Era un placer indescriptible y totalmente nuevo con mi nenita de 6 añitos.

Aquel indómito placer que tantas otras niñas han logrado arrancarme con sus primeros chupetones, ahora me lo daba mi pequeña rubiecita… ¡Bendito sea el cielo por permitirme experimentarlo!

A tan tierna edad la nenita comenzaba su carrera de chupavergas, mientras en su mente de seguro seguía imaginándose limpiando devotamente a su querido sacerdote que la había convencido para tomar ventaja de su preciosa figura.

-Ummm….Ummmm.. – lamía Francesca torpemente pasando su lengüita por mi glande todo baboso por su saliva y mi liquido preseminal.

-Ufff… muy bien, preciosa…

-Umm…Padre…

-No olvides, como te indiqué… debes lamerlo… como si fuera una paleta de esas que siempre te traigo cuando regreso de la misa…- le digo acariciando su cabecita, mientras hacía esfuerzos por mantenerme sereno.

-Est bien, Padre…- responde la pequeña rubiecita sonriendo y pasando su lengüita por mi glande.

¡JOOODER! Aquel gesto juguetón de la pequeña con mi falo, se sintió tremendo, al verla con su carita tan inocente dándole una lamida tan lasciva de seguro sin saber el significado de lo que acaba de hacer…. ¡Increíble!

Tal gesto me sorprendió mucho, pero no tuve tiempo de reaccionar más porque al instante la nenita volvió a chupar la punta dejándome casi sin aire. Su lengüita inexperta, con torpeza y todo me arrancaba suspiros intensos, de los cuales tuve que disimular, enunciando la siguiente alabanza:

-“El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas…”

-“… ni jurado con engaño”- responde la nenita interrumpiendo un instante su labor felatoria.

¡Cómplices en aquel acto profano! Ambos utilizábamos las sagradas escrituras para justificar nuestros actos, aunque la nenita lo hacía inconscientemente, porque se notaba con aquella mirada que vi antes en mi Anita que gustaba de toda la parafernalia de nuestras “alabanzas”, mientras que yo plenamente en conocimiento lo usaba para degustar de sus caricias infantiles.

Podía quedarme de pie eternamente, recibiendo aquella felación de la nenita, aun cuando sabía que si seguía terminaría muy pronto, usaría toda mi fuerza para resistir hasta lo último sin correrme para prolongar nuestros actos

-Ummm… Ummm…

-Ohhhh!!… Uff… muy bien, Francesca…

-Ummm.. ummm..

-Ufff… Francesca… Francesca… no olvides mirarme a los ojos, preciosa… no olvides mirarme mientras lo chupas…- recito entrecortadamente al mismo tiempo que deliro debido al éxtasis que me consumía.

-Umm… Aaa…. ¿Achí, Padre? – pregunta la rubiecita mirándome con sus ojitos verdes llenos de inocencia al mismo tiempo que se tragaba una verga que literalmente deformaba sus tiernos labios.

¡Apoteósico! Aquella mirada de admiración de mi pequeña novia de cabellos dorados, que siempre me hipnotizaba cada vez que la veía, contrastaba groseramente con la tremenda felación que era conminada a realizar, obra y arte de los sagrados “rituales” gracias a los cuales podía degustar de sus caricias infantiles.

¡Y es que era literalmente el cielo! La rubiecita masajeando mis bolas mientras le daba chupadas inexpertas al falo que invadía su boquita de ángel. Su dedicación parecía la de una adulta chupavergas con larga carrera, aun cuando su impericia denotara que era su curiosidad el motor que la ponía en marcha.

-Ohh… Uff…

-Ummm… Ummm…

-Joooo… Francesca…. Ufff…

-Ummm.. Aaa…. Ummm..

-Muy bien… ufff… Tress bien… Jeje… Ufff…- río mientras bufo al contemplar a mi rubiecita mirándome con sus ojitos justo cuando casi sin proponérselo la pequeña le da un barrido total a mi glande.

-Merci, Padre… Jiji… -ríe la nenita saliendo a flote de la mamada para darse un respiro.

Aquel jugueteo con mi nenita especial me tenía muy ido al punto que si la dejaba terminaría corriéndome rápido. Su inusitada predisposición y aptitud por el aprendizaje me cautivaban de sobremanera, y estoy seguro que a más de uno de vosotros.

Siendo lo inevitable ya cosa de unos segundos, me aguanté lo más que pude antes de interrumpirla de sus caricias felatorias, a lo cual Francesca me miró sorprendida.

-Muy bien, Preciosa… Ufff… lo estás haciendo muy bien, pero aún debemos continuar con la otra parte del ritual…- le digo acariciando su cabello.

-¿Vamos a alabar a Diosito en mi cama? – pregunta la nenita dando saltitos.

-Así es, preciosa…- asiento sereno, aunque por dentro hacía esfuerzos por no volver a introducir mi verga en sus tiernos labios infantiles. No deseaba acabar todo antes del evento principal.

Tomé una de las toallas cercanas y envolví en ella a mi rubiecita mientras la sacaba del jacuzzi. La nenita hizo lo mismo y ella solita se dispuso a secarme cual si fuéramos verdaderos novios.

¡Ufff! La pequeña no me daba descanso de estimulación, ya que el secarnos mutuamente y palpar nuestros cuerpos mantuvo la llama viva de nuestra pasión profana.

Cuando terminamos de secarnos cargué a la pequeña nenita cual, si fuera mi novia, con dirección hacia nuestro lecho de amor. En aquel recorrido en el que pasamos sobre el alfombrado del pasillo, me di hasta el lujo de pasar por una ventana que daba colina abajo hacia el pueblo.

¡Ninguno de los pobladores se imaginaría que su sagrado sacerdote se llevaba a una nenita desnudita! ¡Nadie podía imaginar los actos sacrílegos que se realizaban en sus propias narices!

Abrí la puerta de su alcoba y con el mayor aplomo eché a la pequeña nenita sobre la cama. Se veía tan hermosa cual pequeña ninfa que acaba de ser sacada del estanque donde terminaba de asearse.

La pequeña Francesca desnuda y boca arriba sobre nuestro futuro lecho de amor comenzó a trazar ángeles sobre las sábanas, extendiendo sus manitas y piecitos y riendo juguetonamente. Toda la situación la tenía entretenida y gustosa, sin ninguna pizca ya de duda… ¡Una ternura de nena!

Sin perder el tiempo, la tomé de sus piernitas y la jalé justo al borde, donde me encontraba. La abrí de par en par revelando su jugosa rajita lampiña que desde el baño ansiaba por devorar.

¡Bendito sea el Altísimo! ¡La rajita que más deseaba en todo el pueblo!

Francesca debió sentir mi respiración cerca de su zona especial, aquella ansiosa exhalación del ser devorador de niñas que tenía a su presa a completa disposición.

-¡… venga a nosotros la expiación de los pecados…! – exclamo solemnemente, justo cuando acerco mi rostro a su chuchita mientras tengo sus piernitas al hombro.

-¡…Amén…! Umm…- contesta Francesca, sonriendo al verme tan cerca de ella.

La pequeña tácitamente me daba vía libre para lo que estaba por suceder.

-Mmmmm!!! Sluurrrppp!!– sorbí ruidosamente sin miedo a ser descubierto. Como poseso por Eros, relamía su rajita infantil cual energúmeno que degusta de los jugos de tan preciosa criatura.

-Ummmm…. Padreeeeeee…- chilló fuerte Francesca cuando abriendo los pliegues de su rajita hurgué con mi lengua profana por toda la superficie de su infantil coñito.

¡Nuevamente volvía a lamer aquella pepita! Casi sin preocuparme por nada más que aquella chuchita, y amparado a que éramos los únicos en aquella residencia, procedo a darle a la rubiecita aquel placer del cual quería que se vuelva adicta.

-¡¡Tranquila, bebé… Mmmm!! ¡Ya sabes que todo es por Diosito… Mmmm!!

-Ahhh…Si, Padre… Ummmm… Aaaa…- contesta Francesca aún muy sensitiva, pese a las últimas devoradas de coño que ya ha recibido.

-Mmmm!!! Ohhh…. Mmmmm!!!

-Ummm….uuuumm….- Francesca entrecierra sus ojitos mientras soporta todo el tratamiento a su rajita. Ya más calmada, se empieza a acostumbrar más rápidamente al bailoteo suave de mi lengua sobre sus pliegues a fin de cubrir toda la superficie y darle aquel gustito que tanto le encanta… ¡La pequeña hervía por dentro en éxtasis!

-Mmmm… Ufff.. Francesca… Uff….- bufo apretando con mis dedos sus pezoncitos al mismo tiempo que mi lengua viperina acelera el tratamiento a su pequeño clítoris.

-Ayyy.. aaaahhh… Padreeeeeee…- gime mi niña ante mis nuevos bríos a su rajita.

Purificanos señor con tu espíritu….!… Mmmm…

-Ahhh….Cela est juste et bon…Padree… Ahhh…

No me detuve en mis bríos, seguía palpando sus pezoncitos que parecían dos botoncitos rosaditos, al mismo tiempo que devoraba su tierna conchita, elevando el mar de sensaciones sobre ella, ansioso por llevarla a los campos elíseos del placer…

-Aaaahhhh… Ouiiii…. Padreee…Sii….

-Mmmmm!!!… Sorbbbb!!…. Mmmmm!!!

-Ummmm…. Ahhhh….Bonitoo… ahhhh….

-Mmmm!!… Ohhh!! Mmmm!! Sorbbb!!

-Aaahhh… Aaaahh….!! – gime Francesca con sus delirios cada vez más agudos y cerca del clímax.

-Slurrrppp!! Slurrrppp!!

-Aaaaaaahhhh… Padreeeeee….!!

Contentísimo al ver a mi nenita gemir extasiada con los ojos cerrados, decido de una vez dar el último movimiento que venza su resistencia y la dejé completamente vulnerable ante Afrodita.

-¡SLURRRPPP!! ¡SLURPPP! – volví a sorber como desquiciado por arrancarle grititos de placer. Aquellos sorbidos no tenían punto de comparación con los de hace unos instantes.

-Aaahhhh…. Padreee… Ummm… Ahhh!!!! – suelta Francesca abriendo sus ojitos nuevamente e instintivamente queriendo apartarme con sus manitas, aun cuando por dentro era un mar de llamas. Su reacción era la que me esperaba y eso no hacía más que deseara seguir llevándola a la Luna.

-Mmmm!!! ¡Bendito sea aquel que deja todo por nuestro Señor! … ¡Aleluya!! SLUUUUUUURRRPPP!!!! recité un último salmo, apenas instantes de darle una segunda sorbida espectacular, tal que levantó de la cama a la pequeña rubiecita.

-Ahhh…. Aaaaaaaaaahhh…- gime rico Francesca con su vocecita de ángel, arañándome el cabello e irguiéndose sobre la cama extasiada…

¡Se puso como loquita! Se levantó totalmente de la cama, pegando su rajita a mi rostro mientras el orgasmo la bañaba de sensaciones indescriptibles para una niña…. ¡Magnífico!

Tras calmarse de los espasmos, se quedó muy tierna, echadita sobre la cama abierta de piernas, mientras me dejaba internarme en su abertura para sorber sus juguitos de princesa… ¡Manjar celestial!

-¡Benditas sean las niñas que sirven a nuestro Señor! – recito al igual que siempre que mi Francesca alcanza el paraíso terrenal con sus venidas.

-¡Amén! – contesta Francesca con una sonrisa que indicaba el gustito que llevaba. Nuestra complicidad era total y nada podía llenarme más de gusto que ello.

Las endorfinas seguían bañando a la criatura de 6 añitos y mi deseo era que asimilara las delicias de los “rituales” en ese momento. Que justo en pleno éxtasis viera que servir a Diosito junto a mí le llevaría a tremendos placeres para su cuerpito infantil.

Francesca era una delicia y andaba ansioso por seguir arrancándole gemidos con mi experimentada lengua, pero para hoy nos tenía preparados otras sorpresas…

-¿Te está gustando nuestro nuevo “ritual”, Francesca?

-Ahhhhhh… siii.. siii.. Padre, qué “bonito” … Ummm…Jijiji…- Francesca ríe con su vocecita tan dulce, llenándome de una tremenda paz por saber que disfrutaba tanto de aquel “tratamiento” a su chuchita.

-Pero como sabes, aún no acabamos, ¿no es así?

-Non, Padre… – responde mi rubiecita con una sonrisa.

La pequeña aún lagrimeaba un poco del placer que experimentó en el orgasmo. Ni se imaginaba que aquel orgasmo que había experimentado a tan tierna edad poco tenía que ver con los ritos religiosos que pregonaba en mis homilías, y más bien eran producto de actos pecaminosos encubiertos para poder degustar de su perfecta figura infantil.

Esta vez yo me eché sobre la cama y le indiqué a Francesca que me hiciera espacio tras lo cual ella se puso a un lado y luego encima de mí.

-Muy bien, preciosa… ahora colócate como te dije…- ordeno tomando a la rubiecita de su cinturita.

Era tan dócil y manejable como lo esperarías de una muñeca, pero también con iniciativa para ella solita saberse acomodar bien en el lugar indicado sin que la moviera mucho.

-¿Así Padre? – pregunta Francesca colocando su rajita preciosa sobre mi verga palpitante que se regocijó al sentir el contacto con aquella chuchita… ¡Ni falta hizo que la acomodara yo mismo!

Asentí sonriente, aún enajenado por su belleza y ternura. Inmediatamente busqué sus manitas y nos entrelazamos para sostenernos en aquel amarre cómplice del cual jamás olvidaré hasta el día en que me muera.

-Ufff… muy bien, Francesca… ahora, debes moverte como te dije… ¡Ohhh!

Ni bien había terminado de decirlo, la pequeña rubiecita sacudió su rajita, haciendo estragos sobre mi miembro totalmente erecto que propagó un placer indescriptible por mi cuerpo.

-UFFFFFF!!! Hooo…. Francesca…

¡Magnífico! Sentir aquella vaginita rozar mi verga por primera vez fue tremendo y no pude evitar resoplar más de la cuenta.

-¿Achí, Padre? Jijiji… – pregunta la nenita sonriendo. Evidentemente parecía haberle gustado aquel jueguito de roce pecaminoso.

-Sí, preciosa…Uff… Muy bien… continúa moviéndote…

-Est bien, Padre…- contesta Francesca reanudando su balanceo sobre mi miembro que ya estaba preparado para servir de montura para la pequeña vaquera.

-Uff… Eso, bebé… muy bien… que bien…

-Jijiji… Umm… Jijiji… Aaaa…- suelta Francesca gimiendo y riendo por momento por el roce constante.

¡La pequeña montaba con sobrada destreza! Casi sin esfuerzo, mi rubiecita se movía deslizándose con su sonrosada vaginita por toda la superficie de mi erecto falo que temblaba con cada balanceo.

Era una danza profana donde nuestros sexos se juntaban tentando la penetración, pero sin llegar a finalizar lo inevitable… una danza aparentemente religiosa para la rubia de 6 añitos, pero que solo hacía incrementar la lista de actos profanos en nuestros haberes.

-¡Mmm! Muy bien… Francesca…Uff… Bien…

-Jijij… Bonito… bonito…Aaahhh- suspira Francesca riendo, mientras sigue balanceándose solita sobre mi verga cual si estuviera montada en uno de los juegos mecánicos del súper.

Verla toda divertida y excitada, aún con su inocencia totalmente protegida, era algo muy morboso para su edad. La situación escalaba en tensión, con nuestros cuerpos húmedos por el baño, pero calientes por toda la fricción de nuestros sexos.

Ya ido en el enorme placer que tanto imaginé disfrutar con mi pequeña rubiecita, me dejo llevar por completo por el éxtasis que invade todo mi cuerpo. Me imaginaba ya penetrándola por su conchita rosadita, abriendo groseramente aquellos labios que besaban la superficie de mi falo que duro como una roca, pero lubricado por ambos servía de montura para la nenita.

-Ufff.. muy bien, preciosa… muy bien…- le digo tomándola de ambas manitas y guiándola para que no se perdiera el contacto de nuestros sexos y así poder disfrutar con más continuidad del balanceo.

-Jijiji…Umm…

-Ohh… Ufff…muy bien…

-Jijiji… Ummm….Jijiji…

-Ufff… ¿te gusta este ritual, Francesca?

-Siii… se siente bonito, Padre…Jijiji…- contesta la pequeña sin dejar de moverse, muy divertida balanceándose sin dar muestras de querer detenerse. En sus ojitos veía estrellitas de gustito, al igual que cuando me comía su panochita en nuestros pasados rituales. Se notaba que no deseaba detenerse y yo no haría nada para impedirlo.

-Uff… Dios bendiga nuestros rituales y a ti Francesca por servirlo… Ufff…

¡Amén! … Jijiji… Aahhh…. Padree….

Nuestra danza continuó por varios minutos de ensueño, ambos balanceándonos sudorosos sobre las sábanas blancas que absorbían la pureza de la nenita y que en su momento absorberían también la prueba irrefutable de la ruptura de su pequeña membrana.

-Ohhh…. Ufff…

-Ummm… Jijiji… Ummm…

-Ufff… Ohhh… Ohhh…

-Padre… Jijiji… Ummmm…

-Ohhh…Ohhh!

-Padre… padre… ummmm…

De pronto ya ambos no nos reíamos, ni siquiera mi nenita rubia. Simplemente gemíamos y resoplábamos extasiados, disfrutando del delirio de sumergirnos en aquel placer cómplice por realizar aquella danza casi coital, aquella danza que tenía a mi miembro a punto de reventar y a su rajita muy rosadita por el roce…

-Ohhh…. Ohhh…!!

-Ummm… AhhhhH!!!

-Uff…. OHHHH!!!

-AHHHH!! UMMM!!

-Ohhhh!!! OHH!!!

-UMMM!!! AHHH!!

-OHHHH! HOOOOOOOOO!!!!

Finalmente pasó. El continuo roce de nuestros sexos finalmente terminó dejando que aquel material genético acumulado en mis gónadas emergiera triunfante por empapar nuestros cuerpos.

-OHHHHHHHH!!! HOOOOO!!

-AHHHH!! Padreeeee….

Sin embargo, en última instancia la pequeña Francesca dio un balanceo mayor de lo esperado por lo cual terminó siendo rociada con la mayor carga que haya soltado en varios días, incluso que hace unas horas con Susi.

¡Un bukkake intenso por todo el frente de la rubiecita!

¡Apoteósico! Aun puedo recordar aquella imagen de mi miembro expulsando toda mi leche sobrante y blanqueando aún más su tersa piel de nenita, desde su pechito plano hasta su rostro precioso que recibió sendos chorros por la ferocidad de la corrida.

¡¿Quién hubiera pensado que me quedaba más por rendir?! Finalmente, la rubiecita Francesca se llevaba el premio mayor, deslechándome solamente con el roce de su vaginita lampiña que tanto ansiaba perforar con mi viril miembro.

La pequeña me miraba aún sudorosa y jadeante pero también sorprendida por estar de pronto rociada de abundante lefa por su rostro, pechitos y cabello.

-¡Padre…! – repite confusa.

-Ufff… Tranquila, preciosa… Es lo que te conté en el salmo… – la calmo ya que la inocente nenita se asustó tiernamente cuando de pronto se veía empapada de esperma y no sabía si limpiarse.

De pronto Francesca cayó en la cuenta de lo que le dije antes… que si lo hacíamos bien muy pronto liberaríamos la gracia de nuestro Señor… al percibir su mirada vi que pudo entender el significado de aquellas palabras. A tan tierna edad era inocente pero también inteligente para algunas frases denotadas en nuestras escrituras… ¡Gloria a Dios por darme un tesoro sin igual!

-Sí, Padre…- asiente la pequeña sonriendo nuevamente mientras la limpio de su rostro pasándole un poco por sus tiernos para que deguste de aquella lefa.

-¡Gloria a Dios! – exclamo haciendo la señal de la Eucaristía al mismo tiempo que ella muy cortés procede a darle una lamida.

¡Qué tierna! La pequeña hizo un gesto de amargura, aunque al final no me impidió cuando volví a pasarle otros restos que limpié de su mejilla y lamió muy obediente su porción de “gracia” en forma de lechita.

-¿Lo hice bien, Padre? – pregunta la nenita cuando se tragó lo último de mi esperma.

-Lo hiciste perfecto, Francesca… Has concluido muy bien nuestro ritual.

-¿Y volveremos a realizar el ritual? – pregunta la rubiecita arrancando mi sorpresa al ver que toma la iniciativa siendo tan pequeña.

-Claro que sí, Francesca… Diosito necesita niñas muy lindas para sus rituales. – asiento acariciando su cabello con gesto protector.

La nenita me devuelve una encendida sonrisa que me deja completamente ido mientras aprovechó para limpiar su cuerpito, aunque dejándole la esencia de mi esperma por todo su frente.

No intenté más por esa noche, ya que deseaba que la nenita se quedara con el recuerdo de esta experiencia muy cercana y vívida entre nosotros. Lento pero seguro, pronto llegaría el momento tan esperado y por el cual fantaseaba cada noche e incluso hoy mismo, mientras nuestros sexos se rozaban a puertas de una inminente penetración. Muy pronto llegaría aquella esperada danza que concluiría en la invasión de su grutita infantil.

Y así iba avanzando cada vez más junto a mi Francesca, en este nuevo camino que recorremos juntos en busca de profundizar más en las nuevas sensaciones que iría experimentando mi pequeña rubiecita. Sus 6 añitos son suficientes para levantar su innata curiosidad en nuestros sagrados rituales y serían también suficientes para concretar todos mis planes futuros con tan tierna niña.

Lento pero seguro, también se acercaba la llegada de sus papitos a la residencia del concejal, lo cual me obligaba a proseguir mis planes a la brevedad a fin de poder satisfacerme con esta preciosa nenita. Sin embargo, ya tenía planeados unos últimos pasos que me permitirían cumplir mis más ansiados anhelos con esa tierna nenita. Pero eso… eso será motivo de otro relato. Hasta entonces.

7 thoughts on “Confesiones del Padre Arturo: Exilio parte 6

  1. Estimados lectores,
    Espero que hayan disfrutado del relato y tengan por seguro que la continuacion os va a encantar, pero como me hizo recordar Tiberio en la otra pagina, quedaban pendiente lo sucedido con Rebeca, por lo que los siguientes relatos seran sobre ella.
    Los que aun desean por Anita, no os preocupeis que pronto aparecera en Exilio y ademas tendra otro microrelato.

    Ademas, espero que la situacion del blog no se comprometa nuevamente, de todas formas sigo viendo alternativas para mantener la pagina segura y sin tantos cambios, para su comodidad.

    Abrazos desde Murcia,

    AS

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  2. Si es posible que puedas publicar los relatos de Rebeca, quizá hoy, o mañana, tal vez tengamos tiempo para leerlos, antes de que cierren este blog.

    Suerte.

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  3. Finalmente… también cancelarán este blog. Una pena perder los últimos relatos de Rebeca. Adiós de nuevo…

    Y mucha suerte.

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  4. Hola Arturo, me alegra que continues con las publicaciones, es verdad que los blogs corren el peligro de ser borrados, y por suerte había respaldado la mayoría de los relatos desde Anita hasta Charlotte’s gym, y algunas de exilio, los de Rebecca como que ya no me llaman mucho la atención, si es verdad que Rebecca empezó como niña tierna e inocente que deseaba estar con Arturo, y después se convertiría en toda una ninfómana deseosa de placer, ya no solo con Arturo, aquilino o el padre de Luka sino con cualquier hombre que se le cruce, y por eso no tengo los relatos de Rebecca, el de exilio parte 5 me faltó respaldarlo, confío en que las cosas mejoren y sigamos disfrutando de tus relatos, los míos aún los estoy detallando y los publicaré en otro sitio aún veo si puedo crear mi propio blog para eso o los público en páginas de relatos, saludos y gracias por los relatos

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  5. Tienes razón tiberio, eso igualmente pienso, ya es mucho tiempo un año si no me equivoco y nada aun ese famoso relato, como dijo neón los de rebeca ya cayeron en los fantasioso, de niña inocente paso a ser una ninfomana desesperada por s3x0.

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  6. Hola Amigos,

    En el caso del exilio es similar a la saga de gimastas, pero es contraria a las sagas de Angeles.

    Aqui Arturo debe hacer prostitutas por eso es que la inocencia se terminará acabando porque precisamente por eso le dieron la parroquia y tiene un tiempo limite para dar resultados por eso trata de acelerar las cosas con sus 3 primeras niñas.
    Al ser del area rural debe ser precabido pero ya con la experiencia que tuvo con el padre Eugenio en la administración de la parroquia es que se arriesgaron a ponerlo aparte del historial que conocen de él y deliberadamente ocultaron.

    Lo que estamos esperando es que desvirge a sus primeras 2 niñas por todos sus agujeros, que se acostumbren para despues que vengan las visitas tengan ya resultados para los misioneros. Despues debería buscar a otras niñas y esperar que la mas pequeña crezca pero sea una total zorra.

    Considero que esta saga va muy bien y no olviden el contexto del Exilio porque ahora el esta atado trabajando y si es delatado es el final de su existencia.

    Saludos Amigos

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