Confesiones del padre Arturo: Anita II

Continuamos con nuestra Anita…

Continuaron pasando las semanas y Anita no sospechaba que estaba siendo utilizada sexualmente. Cada semana me hacía pajas con sus piernecitas. Curioso por saber más de esto tan nuevo que experimentaba. Pasaron noches de indecisión y calentura esperando el siguiente domingo hasta que me decidí. Iba a avanzar un paso más con Anita, un paso que me acercara eso que estaba deseando, penetrar a esa niña.

Ese día avise a los chicos de la escuela dominical que por esa única vez ellos saldrían temprano, 2 horas antes del habitual, así tendría más tiempo a solas con Anita. Después que todos se fueran entre al aula donde ella esperaba contenta el nuevo libro que había traído.
-Hola Anita, mira este nuevo libro que traje. Es uno muy bonito que habla de la creación de Dios.-le mostré señalando los dibujos y la senté encima mío.
-Esos son Adán y Eva? -dijo al mirar una de las fotos.
-Si preciosa.- dije y comenzamos a leer. La niña se emocionaba con algunas imágenes que yo había pegado. Este libro yo lo había modificado pegando algunas páginas más, el libro acababa con la creación del hombre y la mujer, pero yo había pegado más páginas mostrando un hombre y una mujer que hacían actos sexuales, dibujando a Dios al costado supuestamente feliz por lo que ellos hacían.
-Ya ves Anita, ellos agradaron a Dios y él les dio su bendición.- le dije.- Tú quieres agradar a Dios, Anita?
-Si padre, soy una niña buena.- dijo alegremente.
-SI? De veras?- pregunte otra vez.
-Si Padre, lo que sea.- respondió Anita.
-Pues bien vamos a hacer lo que Adán y Eva hacían, vamos Anita.- dije y la lleve fuera del aula.
-A dónde vamos padre?- pregunto ella inocentemente.
-Tengo todo preparado Anita.- le dije mientras la llevaba a mi habitación. Había preparado todo, un día antes saque todos los juguetes y decoraciones de la guardería de la parroquia bajo excusa de limpiar y los puse en mi cuarto, mi habitación parecía una pequeña jungla, con todo decorado verde y animales de peluche a los lados, mi cama con una sábana verde y dibujos de bosques.
-Anita aquí jugaremos, yo seré Adán y tú Eva, así los dos agradaremos a Dios.- le dije
-Si padre- dijo alegremente ella, mientras cogía un león de peluche y quería jugar con él.
-Aún falta algo Anita.- le dije.- Adán Y Eva usaban ropa?
-No padre, estaban desnudos.- dijo Anita levantando la mirada.
-Así es hermosa. Que inteligente eres. .- le dije mientras me empezaba a desabrochar la camisa.- debemos quedarnos desnudos para jugar Anita. Todo sea para agradar a Dios.

Empezó tímidamente a quitarse su blusita y luego esa faldita que me enloquecía, hasta quedarse en braguitas.
-Que sucede Anita?- pregunte ya que se había quedado en braguitas.- te acuerdas que Eva estaba sin ropita?
-Si padre, pero mi mami me dice que nunca me baje las braguitas si no estoy en el baño o mi cuarto.- dijo Anita.
-No te preocupes, confía en el padre Arturo, no olvides que las niñas buenas hacen caso a los sacerdotes.- le conteste mientras me quitaba mis pantalones quedando solo en pants.
-Bien padre.- dijo y se bajó esas braguitas dejando al aire esa rajita divina. Falta usted padre.- dijo señalando mis pants.
-Ahí voy.- dije terminando de bajarme los pants liberando mi verga a la vista de esa niña que lo miraba con sorpresa y curiosidad.-Esto, Anita.- dije señalándomela.- Lo tenemos los varones y lo tenía Adán en el libro, te acuerdas?
-Si padre.- dijo mirándolo aun.
-Ven pues vamos.- dije y acto seguido la levante y la lleve a la cama, haciendo un esfuerzo por no venirme al sentir el contacto con esa piel tan suave. La acosté a mi lado y comencé a tocar ese cuerpito desnudo, la puse boca arriba y comencé a lamer su vaginita, ella jadeaba y yo saque un frasco de lubricante, la voltee de espaldas y empecé a esparcirlo en su anito.
-Padre, ese lugar…-dijo Anita entrecortadamente.
-Tranquila Anita, estoy preparando tu huequito para hacer esas cositas que le agradan a Dios.- le dije mientras esparcía mas lubricante en su rajita y su anito. Había decidido que por el otro lado seria muy arriesgado.

Saque un consolador que había conseguido al acceder a los cuartos de las monjas mientras limpiaba, lo guarde porque me pareció curioso y quería ver cuál era la insatisfecha, al ver su reacción ante la pérdida. Ahora lo usaría con otros motivos. Empecé a tratar de introducirlo en su anito, poco a poco la puntita, sabía que no obtendría resultados pronto, ella jadeaba y me decía cuando le empezaba a doler, yo me detenía y luego intentaba poco a poco introducirlo, mientras manoseaba su vaginita queriendo aliviar el dolor, tratando de que sintiera un poco de placer cuando sentía en su anito algo de dolor. Así estuve intentando por lo menos media hora mientras ella jugueteaba por orden mía con un peluche, tratando de distraerla.
-Falta mucho padre? Me duele cuando mete esa cosa en mi anito.- dijo Anita volteándose.
-No mucho Anita, tu huequito empieza a resistirlo.- dije introduciéndolo una vez más, dejándolo por un momento para que se acostumbrara y sacándolo de nuevo, su anito empezaba a estar más dilatado, pronto llegaría el momento.
-Ahora Anita.-dije retirando el consolador y poniendo en la entrada de su anito mi verga que estaba tan dura como una barra de hierro.- Vamos a hacer las cositas que alegran a Dios. No tengas miedo Anita, yo te voy a guiar, va a doler un poco al comienzo pero debes aguantarlo, no debes llorar, ya sabes que las niñas buenas no lloran, luego ya no va a doler, es más te va a gustar, eres una niña buena Anita?
-Si padre.- dijo mansamente pero algo asustada.- No llorare.
-Pues bien, ahí vamos.- le dije introduciendo mi verga poco a poco en su anito.
-Padre, no.. duele…-dijo Anita..- ayyy…
-Tranquila Anita, va a dejar de doler…- respondí jadeando.- eres una niña buena… recuérdalo.
Seguía avanzando y a medida que introducía mi verga en Anita ella gemía y gritaba de dolor.
-Resiste preciosa.- le decía mientras yo estaba en otro mundo.- ya casi esta todo…
-No padre… me duele!- gemía casi llorando Anita.- sáquelo!!
-No puedo sacarlo Anita…Dios se molestaría…- respondí. Hasta que por fin entro todo. Su anito intentaba rechazar a ese invasor que la llenaba, pero yo no cedi y sentí esa estrechez que es lo más parecido al cielo. Así estaba Anita, ensartada por mi verga, los dos unidos por primera vez.
-Padre… me duele.- dijo ella sollozando.- Me duele.
-Anita, voy a empezar a moverme, vamos a agradar a Dios juntos.- respondí sin escuchar mucho a esa Anita más pendiente en gozar de ese estrecho agujerito.

Poco a poco empecé el mete y saca, primero muy suavemente y luego con más velocidad, Anita solo gemía y sollozaba por momentos, totalmente sometida por mi verga en su pequeño anito que ahora aguantaba las embestidas, trate también con mi otra mano masajear su rajita para que sintiera placer. Fueron quien sabe cuántos minutos gloriosos en los que casi cuando acababa Anita dejo de sollozar y ya solo gemía.
-Esto es agradar a Dios, Anita, ya ves que ya no duele tanto?.- pregunte aun en pleno mete y saca.
-Si padre, ya no me duele, en cambio me siento rara.- dijo con voz jadeante Anita.
-Cada vez que tú y yo agrademos a Dios, cosas buenas pasan mi Anita.- le dije.- Menos hambre en el mundo y más gente feliz. Me ayudaras a agradar a Dios?
-Si padre.- dijo ella aun jadeante.
-Pues prepárate para recibir la bendición de Dios mi preciosa niña.- le dije. En ese instante lo saque y me vine como nunca lo había hecho en su espaldita de nena.- Ohhhh, Anita… en realidad eres una buena niña, Dios se pondrá muy contento. Si….- inmediatamente quedamos uno a cada lado de la cama exhaustos.

La lleve a los aseos y la bañe para que no quedara rastro. Luego le di algo para el dolor.
-Aun te duele Anita?.- pregunte.
-Si padre, un poco.- dijo ella sobándose un poco la cola.
-Descuida, ya va a pasar, no te olvides no decirle de esto a nadie, si lo haces Dios se molestaría, entendiste Anita?.- le dije.
-Si Padre.- dijo mansamente.

A partir de ese día Anita se volvió mi juguete sexual, cada domingo que llegaba al finalizar las clases dominicales la llevaba a mi cuarto para pasar las dos mejores horas de la semana. Este es la primera de muchas pequeñas que pasaron por este padre poco decoroso.
CONTINUARA…

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