Confesiones del padre Arturo: El orfanato I

Empieza la saga del orfanato…

Han pasado varias semanas desde mi anterior relato (me refiero en la historia). Las reuniones del Padre Eugenio rindieron frutos y la parroquia se vio beneficiada dentro de un plan del obispo de mejorar la infraestructura de los servicios que brindaba ademas de abrir algunos mas, pongo el ejemplo que se abrio un orfanato, y otros servicios mas.
El Padre Eugenio confiado en mi educacion me pidio que solo me encargara de ser su asistente y contratara a otra persona para las tareas mundanas. Mientras iba pensandolo bien sobre a quien conseguiria aliste mis cosas, cogi mi mochila y eche a andar.

Es viernes otra vez y mi destino no es otro que la casa de Sofi, logro ingresar a la quinta, Sofi abre su puerta e ingreso en la casa.
-Papi!- la niña se abraza a mi con fuerza. La ultima vez que fui, intrui a Sofi que me llamara papa, considere que seria una buena forma de evitar que mencione Padre y se le escape en algun momento mi nombre, ademas que la niña no tuvo un padre ya que el tipo abandono a su madre cuando salio embarazada asi que era una forma de hacerla feliz, hacerle pensar que ahora tenia un padre que la consentia. La verdad es que a mi me salio la idea de forma casual, pero me la ponia dura cuando esa nena me llamaba asi.
-Hola preciosa, me extrañaste?-le digo levantandola en brazos. Le hacia cosquillas mientras ella reia.
-Si- responde aun riendo por mis cosquillas. La empiezo a llenar de besos mientras ella sonrie.
-Quieres saber que te traje ?- le digo señalando mi mochila.
-Si Papi!!.- dijo ansiosa. La baje al suelo.
-Ya sabes que hacer mi amor, anda.- le dije dandole una nalgadita a Sofi. Ella se da la vuelta y corre a su habitacion contenta. Yo recojo mi mochila y la sigo…

En su mente esta lo que debe hacer, me espera sobre nuestro lecho de amor ya sin ropa y tal como Dios la trajo al mundo sentadita sobre su cama. Me acerco a ella quitandome mi sudadera mientras la niña me quita el cinturon, me bajo mis pantalones dejando mi verga erecta frente a ella.
-Anda mi amor, chupalo.- le digo. La nena toma mi verga entre sus manitas pequeñas y empieza a chuparlo, con el tiempo ha aprendido a comerse ese miembro con sobrada destreza.- Ohh… Ohhh…Sofi..buena niña, asi…- por momentos la tomo de su cabezita y me hago una paja con ella, hasta que me detengo para no ahogarla. Me echo en su cama y la subo encima mio para penetrarla.
-Muy bien mamoncita, ahora te toca recibir tu premio.- le digo mientras le agarro de la cintura y la bajo sobre mi verga mientras ella abre los labios de su vaginita. La niña era sujeta como una muñeca a mi gusto, por momentos aumentaba el ritmo y Sofi gemía de gusto.
– Ahhhhh, Ahhhh,- gemía la nena de gusto ante mis empujes.
– Se siente rico, princesa?- le pregunto en pleno mete y saca.
– Si papi. Que rico.- responde la niña jadeando.
Se lo saque un momento y cambiamos de posición esta vez ambos echados, mientras le levantaba una pierna se la metía de costado a esa nena. Sofi era un gran juguete sexual, obediente y curiosa por experimentar nuevas poses. Su vaginita se habia acostumbrado a mi verga.
– Ya falta poco mi amor… Ya te voy a botar la leche.- le digo cuando le volteo su cabezita y la coloco enfrente de mi verga.
– Ah, ohhh!!! , bebelo todo Sofi. – le digo mientras me corro en su boquita de angel.
………….
Es entresemana otra vez, me encuentro en la oficina del Padre Eugenio.
-Arturo, como fue tu inspeccion del orfanato?
– Muy bien Padre, las monjas administran bien el lugar. Falta nada mas sus inspecciones medicas. Iba a pedir que el doctor Anchorena los revise.
– Si, lo se. Nos sale caro. Personalmente quisiera una enfermera para los niños ya sabes, un topico. Pero personalmente no creo que lo acepte el obispo porque ya pedí una enfermera para mis cuidados, hasta que mejore mi salud.
– Es una pena no tener a alguien relacionado a la medicina.- dije algo sarcástico.
– Tu, Arturo? Pero pensé que estabas ocupado con los estudios.- dijo el Padre arrugando el entrecejo.
– Ya casi son las vacaciones. Pensaba entrar al hospital como ayudante, pero si se me requiere estoy dispuesto. Además creo que no sería una mala experiencia para mi carrera.
– Ya veo, si, dijiste que seguirias pediatria.-recordó el padre Eugenio.- No me parece mal, Arturo. Al menos mientras mi salud mejore. Luego podremos tener una enfermera para los niños.

Asi quedo concertado. Me volvi el medico del orfanato y pasaba los lunes y miercoles en dicho lugar. Con ese cargo tuve los expedientes medicos de los niños. Habia en particular 3 niñas que me interesaban.
– Sor Ines, he revisado, algunos expedientes y venia a hablar con usted sobre una de las niñas, Cindy. Tiene una enfermedad congénita, necesita seguir un tratamiento semanal. Una inyección. Si una de las hermanas podría traerla cada mañana sería lo ideal.- dije confiado en que Sor Ines no sabía nada de medicina.
– Pobre nena, a sus 5 años. – dijo Sor Ines.- Pues lo dejo en sus manos joven Arturo.

Asi entonces el miércoles recibí en mi oficina a Sor Margot junto a la niña. Esta llevaba un vestido blanco y tenia el pelo castaño en dos coletas que la hacian ver tan pura e inocente.
– Gracias hermana.- dije y al ver que la sor Margot no se iba.- hermana, puede regresar a sus actividades, es necesario establecer un ambiente de confianza para la niña, si ve muchos adultos podría asustarse más.
– Muy bien.- respondió.- se la encargo entonces.

Acto seguido salió del lugar. La niña se veía con miedo, como todos los niños que no les gusta ir al doctor.
– Hola preciosa, me llamo Arturo, como te llamas?- le pregunté con voz infantil.
– Cindy,- respondió tímidamente.
– Cindy, que bonito nombre tienes y te gusta jugar?
– Si.- respondió ella.
– Ya veo y te gustan los dulces?
-Si.
-Ah, sabes porque vienes aqui?- pregunte. No dijo nada- No te escucho, Cindy?
– Por una inyeccion?- dijo con miedo ella.
– Asi es.- respondí. Saque una jeringa y se la mostre, la niña retrocedio alejandose. Era evidente su miedo.
-Te da miedo, no?.- pregunte, la niña asintio con la cabeza. – Pues que te parece si jugamos antes de la inyeccion. Mira, tengo un estetoscopio. Quieres jugar con el?

La niña se acerco curiosa por ese aparato desconocido para ella.
– ¿Quieres saber como se juega al doctor?- pregunte.
– Si.- responde Cindy. Le coloque las olivas(los auriculares del estetoscopio) del estetoscopio en sus oidos y observe como jugaba poniendoselo por todos lados. Obviamente no sabía usarlo, pero lo nuevo a los niños les encanta. Habia perdido la timidez y el miedo ante un nuevo juguete que tenía.
– Ven Cindy, te voy a mostrar como se usa esto.- dije tomando el estetoscopio. Me coloque el estetoscopio correctamente.
– Sube tu vestidito mi amor, voy a revisarte.- le ordené levantandolo ligeramente. Al comienzo no parecia querer pero saque una paleta de mi bolsillo.- Al final te voy a dar esta paleta, lo quieres?

Ella obedeció inmediatamente y así pude ver su ropita interior, se le veía tan sexy levantando su vestido mostrandome sus braguitas con una expresión inocente.
– Ven mas cerca Cindy- dije acercándola hacia mí con una mano en sus nalguitas. No levante esa mano.- Muy bien quietecita, así.- dije mientras con la otra mano manipulaba el estetoscopio, la primera sostenia y manoseaba sus nalguitas.
– Eres una niña sana. Y muy linda. Se siente frío no?. Pero yo escucho tu corazón. – dije distrayendola de mis tocamientos. Pasaba la membrana del estetoscopio por su cuerpecito.- Ah, ¿quieres escuchar?- dije al verla curiosa.
– Si, si quiero. Porfis- dijo Cindy ansiosa.- Puedo?
– Claro, pero voy a prepararme, un momento. – me coloqué detrás de un panel que explicaba normas basicas de salud como en todo topico. Me baje los pantalones y mis pants, quedando mi verga tapada solo con mi bata blanca. Sali de esa forma donde estaba esa niña. No notó la diferencia ya que al comienzo la bata cubría mi ropa.
– Ben Cindy. Ahora te enseñaré a jugar.- acto seguido levante el vestido dejándola solo en braguitas. Me sente sobre una silla y la senté encima de mi verga.- Lista Cindy? Bien.- Coloque las olivas en sus oídos y pase la membrana por su cuerpo. La niña se reia por el contacto y al escuchar los sonidos a través del estetoscopio.
– Te gusta Cindy? Quieres escuchar algo divertido- pregunté.
– Si.- dijo sonriente.
– Entonces, bajate tus braguitas Cindy. Asi podre enseñarte. No tengas miedo, soy el doctor, no te dijeron: haz caso al doctor?-dije. Ella se quito las braguitas con mi ayuda y quedo desnudita. Excitado, deseaba quitarme la bata y sentir ese cuerpito directamente, pero me contuve.- Ahora sosten con tus manito las olivas que no se salgan de tus oídos, eso, que inteligente eres Cindy.

Mientras con una mano iba sosteniendo la membrana del estetoscopio sobre su pechito coloque mi otra mano dentro de un bolsillo de mi bata y tome mi verga, poco a poco la hice salir de uno de los pliegues de mi bata y lo puse entre sus piernitas.
– ¿Que es esto?- pregunta Cindy al ver salir a mi verga.
– Esto Cindy es sirve para ver tu temperatura, se llama termómetro.- mentí descaradamente confiado de la ignorancia de la niña.- Voy a medir tu temperatura mi amor, mientras escucha esto.- Coloque el estetoscopio sobre su corazón y ella escuchó curiosa. Mientras yo forzaba su rajita con mi verga erecta, abría sus labios y penetraba hasta cierto punto.
– Auch, me duele.- dijo Cindy. Distrajo su mirada hacia su rajita.
– No hay problema Cindy. Dime cuándo te duela.- dije mientras seguia presionando mi verga en su entrada, acto seguido procedi a hacerme una paja mientras sentía su contacto, era superexcitante sentir a esa niña inocente que no tenía idea de lo que le hacía en su vaginita. La niña por momentos se concentraba en escuchar el estetoscopio y luego miraba como me hacia tremenda paja en su rajita. Dentro de mí queria penetrar esa entradita, pero debía ir con cuidado o podría hacerle daño a tan tierna edad.
– Cindy, dulce y tierna Cindy.- jadeaba poseso de placer por esa nena de 5 añitos que solo sonreía al escuchar el estetoscopio sobre su corazón. No se daba cuenta del placer que me estaba dando.
– Se siente raro.- dijo con voz infantil Cindy mirando la union entre mi verga y su rajita. Inocente como toda niña quiso tocarlo.
– Ya falta poco, ya vamos a acabar Cindy.- le dije para que se calmara y no se moviera. Segui pajeandome con la punta de mi verga enterrada en su rajita, presionando su entrada hasta que no pude mas- oh ohhhh! – me corri mucho en esa rajita y otro tanto en su panzita desnuda. No hay duda que las nenas pueden hacer que tengas acabadas mucho mas abundantes que una mujer normal.
– ¿Que es esto?- pregunto Cindy tomando con un dedo los restos de mi corrida.
– Es caramelo Cindy, pruebalo.- le dije jadeando, recuperandome de la corrida.

Ella se lo llevo a su boquita con desconfianza y probo un poco.- Feo!- dijo sacandoselo.
– Tranquila, ya te acostumbraras Cindy.- le dije levantandola y sacando un pañuelo para limpiarla. La vestí otra vez y saque una jeringa de mi bolsillo. – Muy bien, hora de la inyeccion.
Cindy cambio su cara por miedo.
– ¿Aun con miedo? Si no quieres, se lo dire a Sor Margot.
– No. No le diga.- dijo asustada.
– No? Mmmm.- dije dudando.
– No le diga, porfavor.- repitio Cindy. Me quede en silencio un momento.
– Sabes que?, no dire nada. Sera nuestro secreto, si? – dije tomando su meñique.- No le diremos a nadie lo que hicimos aqui, si te pregunta alguien diras que te puse la inyeccion y nada mas. Entendiste?
– Si, si.- dijo contenta.
– Vamos a practicar. Como estuvo tu visita al tópico, Cindy?- pregunté.
– Me pusieron… me pusieron mi inyección y ya…- dijo inocentemente.
– Muy bien!- le acaricie su cabezita, saque la paletita que le prometí y la empezó a lamer contenta, abrí la puerta de mi oficina y salió sonriente- Adiós Cindy
– Adiós.- respondió sonriendo Cindy saliendo al patio, ya casi era el receso de las clases diarias.
– Nos vemos el Lunes.

Volvi a entrar al tópico satisfecho por ese encuentro con la primera niña. Abrí mi carpeta, ahi habían las fotos de otras dos niñas, pero eso sera motivo de otro relato. Hasta entonces.

Leave a comment