Confesiones del padre Arturo: El orfanato II

Continuamos con el orfanato…

Como las vacaciones llegaron, asi también pasó con la escuela dominical que cerró por un tiempo. Eso significaba que mis encuentros con Anita se interrumpirían lo cual era un problema enorme ya que no tendría a esa niña nalgoncita los domingos para satisfacerme. Decidí buscar otra perspectiva…

La parroquia se encuentra vacía como de costumbre a esta hora, el Padre Eugenio y el padre Custodio están en sus respectivos deberes. El aula dominical tiene la puerta abierta de par en par, solo hay una silla que esta fuera de su lugar, pero ahi no hay nadie, en el pasillo no hay mas que silencio, en la ultima puerta casi cerca al armario hay un cuarto no muy grande. Se escuchan ruidos de adentro…

– Ahora abre tus piernitas, eso es…- ordena un tipo mayor aunque joven, no debe de pasar de los 27.
– Aquí, Padre- señala la niña abriéndole su vaginita a ese miembro que apuntaba hacia ella.
– Abre bien tu “cerradura”, Anita.- inmediatamente se echa sobre la niña, la empieza a taladrar con ese miembro tan grande para tan pequeño agujero. Pero ella esta acostumbrada, su rajita sabe recibir ese miembro, es un visitante tan conocido casi como un amigo que la hace sentir cosquillas y esa cosquillas le gustan… la hacen sentir contenta, además que hacen feliz a Dios, que mas puede pedir?

Hola a todos, como habrán leído me encuentro en otro domingo mas, ya he perdido la cuenta la verdad, pero lo que si no cambia son mis encuentros con ella.
– Ahora date la vuelta mi vida.- inmediatamente la niña se coloca en posición de perrito, queda lista para que pueda gozar a esa culoncita.
La nena es sometida por mí, sobre esa cama que conoce tantos secretos de un adulto y una nena de 6 años. Ahi experimento el sexo en toda su magnitud, aprendio a usar esas nalguitas para darme ese placer inimaginable. Anita conoce su papel, sabe que se debe a su Padre Arturo, que su palabra es orden y debe cumplirse. Sabe que después de tremenda cogida viene su premio. Me retiro de ella sabiendome acabar.
– Ven aquí- ordeno y ella gatea hasta mi. Abre su boquita y recibe mi acabada. No debe desperdiciar nada…
….

– Ya sabes que debes hacer?- le pregunto mientras termino de vestirla.
– Le diré a mi mamá que me lleve a la biblioteca los domingos para que me lea un cuento junto a otros niños- dijo ella.
– Asi es. Y a donde deberás ir apenas te dejen en la biblioteca?
– A la parte de atrás.
– Correcto. Eres una buena niña.- le dije abrazándola mientras ella respondía feliz.

Como caído del cielo, un amigo de la universidad me pidió que cuidara su departamento cerca a la universidad, ya que el y los demás que ocupaban el lugar se irian con sus familias de vacaciones y yo era el unico del grupo que me quedaría. No dudaron en ofrecerme que lo usara si es que lo necesitaba con la condición que cuidara de el una vez por semana.
Pretendi molestia, pero por dentro daba gracias por tener una pieza para mí. Y algo mas: el departamento se encuentra muy cerca de la biblioteca… Ya entenderan el porque de mi plan. Je.

………………………..

Lunes de nuevo. El orfanato es a veces un dolor de cabeza para las monjas, tantos niños de aqui por alla en las tardes. Me encuentro paseando por el patio el cual esta despejado, solo lo ocupan dos niñas que pedí a las monjas que las dejaran quedarse con la excusa de que les harian un examen en el hospital para descartar que tuvieran una enfermedad. Al comienzo pedi solo por cortesía que me acompañara otra monja pero estaban todas ocupadas( lo que ya sabía). Las niñas jugaban a perseguirse la una a la otra, con una seña les indique que se acercaran.

Ellas obedecieron y se reunieron a mi lado. Algo inquietas, pero sabiendo que tenían que obedecerme. Las lleve al hospital en el auto del Padre Eugenio que el me facilitó para la ocasión. En esas cosas el padre si es muy solidario. Al verlas tensas les dije:
– No pasa nada, no hay porque tener miedo solo es un examen de rutina.
A pesar de mis palabras las nenas parecian muy desconfiadas.
-Saben que? despues del examen, las llevare a comer helado. ¿Que les parece?

Sus rostros se llenaron de alegría en un instante.
-Asi me gusta.- dije sonriendo tambien.
Llegamos al hospital, entraron a tomar el examen que no era mas que la excusa para sacarlas del orfanato.
Ellas eran dos niñas llamadas Cinthia y Mery de seis y cuatro cada una. Las escogi ya que de todo el grupo de niñas eran las mas lindas junto a Cindy, incluso Mery a pesar de su edad era una niña muy precoz.

Una vez de vuelta al auto subieron ambas y fuimos a comprar helados. Las dos niñas se mostraban muy contentas mientras ibamos en el automovil, cuando en un giro brusco que doy a proposito terminan manchandose el vestido. Gire al asiento posterior para comprobarlo.
– Mira como te has manchado Mery y tu tambien Cinthia que no tuviste cuidado, que va decir Sor Margot ahora.- dije levantando la voz. Sus rostros reflejaban miedo. Mery parecia a punto de llorar.- Esta bien, voy a llevarlas a lavar sus vestidos.

Volvi a echar a andar el auto. Mi destino era el departamento que les mencione. Cuando llegue cerca del lugar le ordene a Cinthia que llevara a Mery adentro de la entrada que no tenia seguro, subiera las escaleras y esperara mientras yo aparcaba el auto en un lugar cercano.
Hubiera sido muy sospechoso verme entrar junto a las dos niñas enfrente de los vecinos de la entrada. Lo bueno era que estos no conocían a todos los inquilinos ya que también eran nuevos en el lugar, simplemente se limitaron a mirarlas cuándo entraron, seguramente pensando que eran las hijas de un inquilino. Por mi parte 10 minutos después hice mi ingreso saludándolos.

Las niñas esperaban al pie de la escalera, subí junto a ellas con sigilo y espectante de si algun otro inquilino salía. Por fin logre entrar al departamento y cerré con seguro la puerta. Las niñas se veían algo nerviosas, las llevé al baño principal.

– Muy bien preciosas, vamos a lavar esto para que nadie se de cuenta- dije desvistiendo a Cinthia mientras Mery observaba. Al principio Cinthia se mostró desconfiada pero no tuvo mas opción que obedecer. Al igual hice con Mery y ambas quedaron en braguitas. Era realmente increíble tener a dos niñas juntas a mi disposición en un lugar seguro para hacerles lo que yo quisiera. Las dos se veian muy lindas en braguitas, era difícil resistir el impulso de manosearlas, pero hice un esfuerzo por seguir con lo planeado.
– Voy a lavar esto- dije señalando sus ropas.- Mientras, pueden jugar aquí dentro. Tomen.- les coloqué en sus manitos dos pistolas de agua. Las niñas inmediatamente comenzaron a jugar muy animadas lanzándose chorros de agua, mientras yo iba a la lavandería con sus ropas.
Coloqué sus ropitas en la lavadora, mientras yo me iba desvistiendo, mi verga ya estaba dura como un tronco de ver a esas niñas . Quede solo con una toalla en la cintura y volvi a ingresar al baño.

Ambas se sorprendieron al verme entrar sin otra cosa que la toalla.
– Vamos a tomar un baño niñas. Para que no ensucien la ropa recien lavada.- dije llenando la bañera. Era algo estrecha pero cabriamos los tres. Además que ellas al ser pequeñas no ocupaban mucho espacio. Una vez lista la bañera me introduje quitándome la toalla y liberando mi verga que esperaba a esas niñas.
– Ven para aquí Mery. Vamos a lavarte.- dije quitándole al fin sus braguitas blancas. La levante y la coloqué de tal forma que su rajita quedara encima de mi verga. Fue una sensación increíble de suavidad, mi verga ya estaba a punto de reventar.

Mientras Cinthia miraba aun dudando.
– Ven… Acompañanos Cinthia. Aun queda… espacio- le dije mientras estaba aun aturdido por el contacto con Mery. Recibí a Cinthia en la bañera después que se quitara también sus braguitas. Una vez dentro las niñas volvieron a jugar a lanzarse agua mientras yo las jabonaba o mejor dicho las manoseaba sin ningun pudor.

Pasaba mis manos sobre sus pechitos, brazos, piernitas y sus nalguitas.
A Cinthia le empezó a gustar sentir mi mano tocando su vaginita por debajo del agua. Al comienzo se apartaba pero luego siguió buscando el contacto con mi mano. Sin duda curiosa por experimentar esas nuevas sensaciones.

Con Mery mis tocamientos eran mas descarados ya que a su edad no parecía tener alguna verguenza. Dos veces entre juegos llegue a poner mi verga erecta en su entradita con la excusa de agarrarla para que no se resbale. Entre juegos las niñas adquirian una confianza mayor. Yo me sentia en el paraiso con solo el roce de esos cuerpitos de niñas tan fragiles. Pero aun faltaba una ultima cosa, no me resisti y procedi a preguntar:

– Quieren comer pizza? Se acuerdan que invite a los demas del orfanato en la festividad?
– Siiii- respondieron juntas sonriendo.
– Muy bien.- dije y me paré completamente mostrándoles al fin mi miembro totalmente duro a esas inocentes niñas. Ambas se sorprendieron al verlo sobre todo Cinthia.
– Muy bien, preciosas. Ambas van a ayudarme. Si lo hacen las dos luego comeremos pizza. – dije acercandoselo a sus rostros.
– ¿Que es esto?- preguntó inocente Mery, tocándolo.
– Esto lo tienen los niños- le respondió Cinthia a Mery.
– Así es Cinthia. Que inteligente eres.- dije acariciando su cabezita.- Así es, los niños lo tienen. Pero el mío esta enfermo, por eso está hinchado y me duele, por eso ustedes preciosas van a ayudarme a curarlo.
-¿Como?- pregunta Mery.
-Pues lamiéndolo mi amor.Se acuerdan que los animalitos se lamen sus heridas? Yo no alcanzo mi herida- me agache un poco- Lo ven? por eso quiero que me ayuden.

Acto seguido las tomé de sus cabezitas y las acerque a mi verga haciendo que prueben mi babeante miembro.
– Sabe feo – dijo Cinthia apartándose. En cambio Mery lo lamió y cuándo le sonrei ella me respondió con una sonrisa. Era una mamoncita a tan tierna edad.
– Muy bien Mery… Ohhh, asi mi amor chupalo como si fuera tu mamila, ohhh.- dije poseso de placer.- Cinthia… Ven. Sino no comeremos pizza ni veremos TV… – le dije. Aparentemente Cinthia, algo mas despierta, presentía que no todo estaba bien. Pero sabia que ambas eran muy unidas asi que decidí apelar a eso.- Mery quiere ver TV. Sino me ayudas Mery no verá TV y va a llorar. No quieres ver triste a Mery, no?
Cinthia la miro y dijo: – No. No quiero.- Abrió la boquita y acompaño a Mery en la mamada doble que estaba recibiendo.
– Exacto. Así debe ser… Son buenas niñas… Las niñas buenas obedecen.- jadee de placer moviendo las cabezitas de esas niñas.

Ambas lamían mi verga una a cada lado mientras acariciaba sus cabezitas. Por momentos Cinthia se apartaba pero luego volvía a chuparlo. Era algo torpe( algo natural) pero sí hacía efecto en mi verga.
Mery si parecía haberle encontrado el gusto. Con mas entusiasmo se dejaba guiar. Al parecer no tardaría mucho en aprender a darle tratamiento a su nuevo “juguete”.
– Si Mery, lamelo como si fuera tu paletita. Ohhhh… Cinthia trata de no morderlo…Ohhh… – comenze a hacerme una paja con los labios de ambas ya para acabar. Era extraordinario tener a dos nenas una a cada lado de mi verga lamiendola.
– Muy bien… Tranquilas, esperen que ya acabo.. Ohhh…ohhhhh- finalmente me corrí manchando la pared frente a mí. Mientras las nenas observaban aun mi miembro que daba los ultimos chorros de semen sobre la bañera.
– Lo han hecho.. Muy bien… Miren… Ya comienza a bajar la hinchazón..- digo aún jadeando por el orgasmo. Observan como mi miembro mengua y vuelve a su forma normal.

Termino de bañarlas y las visto para llevarlas a la sala. Sirvo la pizza mientras ellas ven dibujos en la TV. Al parecer no se ven incómodas y se lo pasan bien hasta que miro el reloj y veo que ya se hace tarde.
– Vamos mis niñas, se nos hace tarde,- digo apresurandolas. Cinthia baja las escaleras pero Mery parece no querer irse. No hace caso a mis llamados.
– Ya mi amor, toma. – le doy un peluche de conejito que tenía para ella en mi maletín.- Puedes jugar con él. Pero no deben decirle a nadie lo de hoy.- le entrego otro a Cinthia que subió para ver que sucedía.-Sino. No las vuelvo a traer aqui para ver TV y comer pizza. – les digo mientras se divierten con sus nuevos juguetes. Esta vez salgo por la puerta que da a otra calle despues de verificar que no pase nadie.

Llegamos al orfanato de nuevo y me despido de ambas. Cinthia baja del auto.
– Esperanos en la entrada. – le ordeno. Ella va y me deja a solas con Mery.
– Mery, te has portado bien hoy. Asi que voy a hacerte mi pequeña enfermera. – le digo acariciando su cabezita mientras ella sonríe. – Tu me vas a curar cuándo me duela. Si? Y yo te regalare dulces y peluches. Que dices?
– Siii- respondió contenta Mery.
– Muy bien. Pero no le digas a nadie sobre esto.- le digo serio.- Sino yo me molesto y no te doy nada. Si mi amor?
– Si- respondió. Ella bajó y se reunió con Cinthia en la entrada. Tengo muchas cosas pensadas para Mery. Pero eso lo sabrán en el siguiente relato. Hasta entonces.

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