Confesiones del Padre Arturo: Exilio parte 3

Nuevo relato con mis nuevas nenitas.

Han transcurridos dos semanas tras los eventos del relato anterior. Cada vez más mis labores en la parroquia iban entrando en lo profundo de los manejos de este pueblo, llegando incluso a dejarme tener participación en las reuniones municipales con el alcalde y el resto de funcionarios.

En estas reuniones, mi posición como sacerdote me daba derecho a voz pero no voto en las decisiones de esta comunidad que iba creciendo poco a poco gracias al dinero de la presa. Sin embargo, el tener de mi lado a dos concejales muy devotos a la parroquia casi me daba una cierta influencia en las decisiones de este pueblo.

Como recordarán, siempre he sido activo en comités, reuniones y demás que pudieran haber a mi alrededor por lo cual no me era muy difícil meterme en la política gestora de este pequeño pueblo, que me abrió las puertas recibiendo a una figura de autoridad venida desde la Iglesia.

Sin embargo, no quiero aburrirlos con asuntos de política y gestión, así que vayamos a lo que más nos importan: las niñas… aquellos dulces ángeles que crecían a mi alrededor…

A la vez que mis labores como párroco se iban extendiendo, también mi influencia en aquel colegio parroquial, donde ya había divisado algunas nenitas para mis objetivos. Una de ellas ya la conocéis, es la pequeña Susi, mi devota “misionera” de 6 añitos.

Mi culoncita “misionera” de 6 añitos, que daba saltitos en el patio mientras jugaba con sus compañerit@s durante el recreo, levantando su vestidito y dejándome apreciar con deleite sus piernecitas bien formadas y las cuales ansiaba por degustar.

Aun recordaba nuestro acto de “purificación” en la cual la vi desnudita, dejándome toquetearla en su ánimo por ser la niña que da los salmos en la misa. Ansiaba conocer cuanto estaba a dispuesta a hacer con el fin de recibir aquel reconocimiento de toda la comunidad. Me imaginaba que mucho, debido a que sus padres la obligaban a tener aquella diligencia con sus estudios y la Iglesia.

Tal era la presión que a veces su mami me decía frase como… “Padre, favor exíjale más a Susi”… o … “Tiene que sacar el primer puesto en su grado, o sino…”, frase sueltas que me iban delatando que la nenita estaba expuesta a una gran presión de sus padres, y con tan solo 6 añitos…

Su preciosa figura con una colita respingona que resaltaba en su uniforme despertaba mis bajos instintos, al punto de hacerme pensar a mil por hora todos los caminos seguros para gozar de aquella nenita. Toda aquella presión sobre una niña tan pequeña me daba ciertos visos de hacia donde debía apuntar mis movimientos para lograr mis nada decorosos objetivos.

No pasó mucho rato antes de que hiciera sonar el timbre de finalización del recreo. Las maestras llevaron a sus alumn@s a los salones y yo regresé a mi oficina para continuar mis labores cotidianas. Aquellos 20 minutos observando esos delicados cuerpos infantiles saltar, jugar y dar volteretas a veces dejándome ver sus braguitas, habían recargado mis energías para continuar con mis labores.

Sin embargo, el platillo especial vendría una hora más tarde… Cuando me encontraba revisando las cuentas de la Iglesia y el gasto de la próxima feria dominical.

¡Toc toc toc! se escuchó desde la puerta. Casi no fue necesario mirar el reloj para confirmar que era el mediodía… Me bastaba escuchar esos golpecitos a la puerta… ese ritmo suave, propia de una delicadeza que casi podía inhalar tras aquel rectángulo de madera.

-Pasen!

La puerta se abre suavemente y revela frente a mí, una niña uniformada con su vestidito a cuadros, llevando un cuaderno mientras ingresa sonriente a mi oficina. Su cabello oscuro y lacio en un moño escolar esta vez no llegaba hasta su blusita blanca que descendía hasta una cinturita de avispa, aquella desde donde iniciaba su faldita escolar que cubría aquella colita infantil que me enloquecía.

Me encantaba apreciar aquel resalto en las falditas de las niñas justo en el nacimiento de sus colitas, y en el caso de Susi este detalle resaltaba más que las otras nenitas… ¡Qué deleite a la vista!

En esta ocasión, no me moví de mi sitio cuando la culoncita ingresó a mi oficina, sino que permanecí sentado frente a mi escritorio, aun revisando las cuentas de la parroquia mientras escuchaba los pasitos que daba aquel tierno ángel de 6 añitos.

La pequeña con la que hasta hace un rato fantaseaba, llegó hasta mi lugar llevando aquel cuaderno de incidencias el cual depositó en mi escritorio. Levanté la vista para apreciar a aquella tierna que me sonreía inocentemente.

– A ver, Susi… Veamos como le ha ido a tu grado el día de hoy…- le digo tomando el cuaderno e intentando abrirlo, pero la culoncita dio saltitos en su lado queriendo llamar mi atención.

– ¡Padre! ¡Padre! ¡Mire! ¡Mire!…- repite entusiasmada dándome la espalda con un girito y plantando su preciosa colita paradita frente a este depravado sacerdote-… ¿Ya vio? esta vez no me manché mi faldita… ¡¿La ve?!- me pregunta la nena sacudiendo aquel tierno derriere infantil.

-¡Claro que sí, Susi!…¡Muy bien, muy bien!… – la felicito elocuente pero serio a lo cual la nenita corresponde con una sonrisa inocente. A sus 6 añitos, está en la edad de buscar toda la aprobación adulta que pueda y más si se trata del sacerdote que más respetan sus padres.

Hice espacio en mi regazo y la pequeña se sentó contenta como tantas otras veces, depositando sus ansiadas nalguitas muy cerca de mi alcance. Al mismo tiempo, con la clásica excusa de acomodarla, deslicé mi mano desde su espaldita hasta llegar al nacimiento de aquella colita paradita, acariciándola con deseo.

La culoncita de 6 añitos abre el cuaderno de seguimiento sin hacer caso de aquella mano con deseos pecaminosos que bailaba en su delicadas curvas infantiles.

– Padre, en la clase de Español la maestra nos revisó la tarea y a mi me dio 2 estrellitas por que la hice muy bien.- me cuenta Susi cuando llegamos al cuadro de méritos. Como siempre, le encantaba mostrarme sus logros del día y yo como buen amante de las niñas la escuchaba atento sin dejar de acariciar su colita.

– Muy bien, Susi. Ya veo que has quedado primera de la clase con 5 estrellitas… ¡Por poco te alcanza Francesca!… pero hoy pudiste superarla..

– Siii, Padre- responde contenta la culoncita dando saltitos sobre mi regazo al mismo tiempo que le doy unas palmaditas cariñosas en su derriere infantil. Susi ya acostumbrada a mis toqueteos, lo deja pasar y no muestra ningún signo de reproche.

Todo iba bien… ¡Al parecer!… para ustedes y para la pequeña sentada en mi regazo… Sin embargo, cada uno de mis movimientos estaban calculados y por supuesto que aquella situación estaba bajo mi control…. ¡Demos inicio a otro de mis elaborados planes en pos de gozar de otra tierna niña!

– Pero, Susi… ¡Casi lo olvido! – digo mientras abro uno de mis cajones del escritorio-…aún no le he puesto todas sus estrellas a Francesca… – comentó opacando la sonrisa de la nenita de 6 años…

-Nooo… ¿Porqué?- protesta Susi haciendo puchero. La tierna criatura había aprendido que significaban estas sorpresivas palabras…

-Me llevé su cuaderno para revisar su tarea de Religión…- le explico señalando una pila de cuadernos en una silla cercana a mi escritorio.-… Así que aún me falta colocarle sus estrellitas…

Y era cierto, en la primera hora tuvimos Religión con el primer grado y revise la tarea de todos hasta que se me dio tiempo, dejando intencionalmente el de Francesca para el final.

– Eso significa…- saco mis pegatinas de estrellas, para tomar 2 y colocarlas en el espacio de Francesca-… que debo agregarle 2 más y tendremos un total de 6 estrellitas para Francesca…- finalizo ante la desconcertada Susi que ahora me miraba triste al ya no ser la primera de la clase.

– ….

– ¿Qué sucedió Susi? Francesca volvió a superarte en clase…- le pregunto mirando severamente a la culoncita. La pobre convirtió su puchero en angustia.

– Pero, Padre… Yo hice todas mis tareas….y… y…- se excusa triste la nenita. Yo sabía que sus papis la presionaban mucho para ser la primera de la clase y ya era la tercera vez que la Francesca superaba a la pobre Susi.

¡Y no era de extrañar! Según lo que pude enterarme, la nena de cabellos dorados había recibido una buena educación desde muy pequeña, incluso a los 4 años ya leía y escribía como una de 7. Además, de recibir tutorías permanentes de las monjas en su anterior escuela. Su padres no habían escatimado en recursos en su educación.

Ante ella, una niña como Susi no tenía mucho que hacer… Si bien era algo inteligente, gran parte de sus logros eran porque sus papis la apoyaban con sus estudios… ¡Era momento de hacérselo notar!

– Pero Francesca lo hizo mejor que tú…- le digo ensañándome con la pequeña Susi.- ¡Y tu eres la niña de los salmos!… ¡Susi, no puedes descuidar tus estudios! – la resondro tratando de sonar muy apremiante.

– Sí, Padre… Lo prometo, mañana seré la primera…- contesta la niña haciendo puchero nuevamente. Sin embargo, hoy no estaba dispuesto a dejarla ir sin más… ¡Claro que no!

– Eso ya me prometiste ayer y anteayer… ¡Y no lo cumpliste! – la regaño ejerciendo la mayor presión posible sin gritarle. La pequeña puso su rostro de angustia nuevamente- ¿Recuerdas que te dije que pasaría si volvías a fallar? – preguntó con el entrecejo fruncido.

La nenita se quedó callada mientras no dejaba de lanzarle aquella mirada aprensiva, que de seguro le recordaba los reproches de sus papis para que fuera la mejor de la clase.

– Que si volvía a ser la segunda… ya no volvería a leer los salmos en misa…- responde una afligida Susi. Casi me daba pena verla tan triste, pero todo sea por los lograr mis fines poco decorosos…

– Hiciste una promesa y no cumpliste… ¡Eso se llama mentira! – exclamo para sorpresa de la nenita. Lo que se venía requería que tuviera a esa nenita bajo mi completo dominio, y no podía dejar atisbos de dudas de mi parte… ¡Un paso en falso e incluso las niñas pueden sospechar sobre las verdaderas intenciones de un adulto!

– Pero, Padre…

– El demonio se quiere apoderar de ti con la mentira… ¡Recuerda el octavo mandamiento!

– No mentirás…- recita la pequeña Susi tomándose sus labios con ambas manitas, claramente asustada por la idea.

– Así es… ¡Y tu mentiste!… ¡La niña de los salmos no puede mentir! – la regaño seriamente levantándome de mi asiento para gesticular con mis manos lo grave de su falta.

– Perdón, Padre… Perdón! Perdón! – repite la niña casi lagrimeando de susto.

– Que no se vuelva a repetir, Susi.- le digo severamente. La nena asiente muy dócil lo cual me deja ver que esta lista para que continuara con mis planes.- Pero aún falta que me digas que harás para no volver a ser la segunda…

La nenita se quedó callada y se la veía pensar para si misma, como buscando la forma. Decidí darle un empujón hacia los planes que tenía.

– ¿Qué puede hacer una niña aspirante a ser misionera? Si lo fueras…

– Padre… ¿No soy una niña misionera? – pregunta la culoncita.

– Susi, ¿has visto a l@s herman@s misioner@s?

– Siii, Padre… Mi mami es una de ellas… porque siempre esta ayudando en la parroquia- dice Susi. Sonreí ante su respuesta. Jalé a la pequeña Susi nuevamente hasta mi asiento para volverla a colocar sobre mi regazo.

Saqué un crucifijo que tenía en otro de los cajones de mi escritorio y se lo mostré. Aquel artilugio brillante y cristalino dejaba a tod@s l@s niñ@s de la parroquia con la boca abierta y la pequeña Susi no fue la excepción.

-Y viste que ella tiene un crucifijo como este? – pregunto colocando el mismo en las manitas de la nenita que lo recibe impresionada. Aquellos símbolos pueden ser muy fuertes en la fe de l@s más pequeñ@s si uno sabe utilizarlos.

-Siii.. usted se lo dio en la misa…- me dice la nenita mirando el que deje en sus manitas como si fuera un tesoro que solo unos pocos pueden tener-… Pero mi mami no me deja tocarlo porque dice que no es un juguete…

– Así es, porque yo se lo doy a los verdaderos misioneros como tus papis, ellos tienen estos crucifijos porque colaboran para la parroquia…- le explico haciendo gesto de grandilocuencia, justo antes de arrebatarle el que tenía en sus manitas-… pero tú no tienes uno… ¡Así que no eres una misionera!

– Pero Padre, yo soy la niña de los salmos…-dice Susi entre orgullosa y haciendo puchero.

– Así es, pero eso no basta para que Diosito me permita entregarte uno.- le digo con gesto de severidad.- El quiere que una niña “misionera” haga muchas cosas en la parroquia y le ayude con las labores que le pida… ¡En cualquier momento y lugar!… ¡Las niñas misioneras ayudan a los sacerdotes en la labor de difundir la palabra de Nuestro Señor!

Susi me mira confundida sin saber que responder. En ese punto sentí que era mejor darle el empujón necesario para alentarla a preguntar.

-Si fueras una niña “misionera”, eso te daría más estrellas en mis clases… ¡Y podrías superar a Francesca como la primera de la clase!

-¿Cómo puedo ser una misionera, Padre? – pregunta Susi al instante, al fin interesada con el tema. En sus ojitos inocentes puedo ver un brillo que antes vi en mis nenitas Anita o Katy, deseando ocupar aquel privilegiado lugar “sirviendo” a nuestro Señor.

-Para ser una niña misionera debes realizar las “tareas” que haría una niña “misionera”…- le digo haciendo gestos de grandilocuencia al mismo tiempo que bajaba mi mano por su espaldita, hasta acariciar aquella colita infantil cubierta por la tela de su faldita.

La levanté y esta vez decidí acariciar directamente aquella truzita que hoy era color celestito… ¡Que hermosura! … ¡Y con dibujos de La Cenicienta!

Con mi otra mano la acerqué hasta su boquita, sus tiernos labios de niña. Aquellos tan dulces y los cuales tenía a mi alcance.

– ¿Quieres tener más estrellitas para ganarle a Francesca?

– Siii, Padre…

– ¿Segura?

– Siiii

– Muy bien… Vamos a probar si estas dispuesta a servir a nuestro señor como su “misionera”…

Tomé a la pequeña de su manita y me la llevé saliendo de mi oficina. Mientras caminábamos entre los pasillos desiertos, con el resto de sus compañerit@s en clase, podía sentir mi corazón palpitar de la emoción de una nueva aventura.

-¿A dónde vamos, Padre?- pregunta la criatura que llevaba de la mano.

-Susi, ya que prometiste estar dispuesta a ser la “misionera” de nuestro señor, Él desea que le demuestres que eso es cierto… ¡Por eso voy a interceder por ti para que puedas servirlo!

-¿Usted hablará con Diosito?- pregunta la niña impresionada.

-Así es, Susi… Voy a mostrarle que eres una niña que está dispuesta a “servirle” como “misionera”…

-¿Cómo lo hará, Padre?

-Vamos a mostrarle que estas dispuesta a obedecerlo como una verdadera misionera, apoyando a la parroquia con una tarea importante que haría una “niña misionera”… ¿Qué te parece?

-Siiii… Yo puedo hacerlo, Padre… Igual que mi mami…

-Pero tu eres una niña, Diosito tiene reservadas otras “tareas”…

-¿Qué tareas, Padre? ¿Son como las tareas de mi escuela?

-No, Susi… estas son tareas de niña misionera… Ya lo verás cuando lleguemos a la capilla

Nos dirigimos hasta el primer piso, e ingresamos por la puerta que era el enlace entre mi colegio parroquial y la parroquia misma, aquel portón por el cual hace unos días me interné en sentido contrario llevando a Leydi para satisfacerme con su cuerpito.

Ahora me llevaba a Susi, hacia un campo donde yo sabía que, al ser un miércoles al mediodía, todo estaría vacío hasta la tarde cuando llegaran los misioneros para sus labores.

Recorrimos los pasillos ahora de la parroquia, para entrar a una sala mediana que tenía reservada para las ofrendas y material para la misa. La culoncita ingresa conmigo dando saltitos emocionada… Normalmente así se ponía cuando descubría un nuevo ambiente que no conocía de la parroquia.

-Padre, ¿qué voy a hacer como misionera?- pregunta Susi mirando todos los adornos y especialmente aquel sagrario (una caja muy adornada donde se guardaban los cáliz de las misas) ubicado en la pared frente a la puerta.

-Aún no puedes ser misionera, Susi…- repito queriendo amainar los ánimos de la culoncita emocionada que llevaba conmigo de la mano-… Primero debes pasar por una pequeña prueba…

-¿Cuál es la prueba?

-Como ya te dije, Diosito está deseando que lo apoyes en una labor que es especialmente hecha por “niñas misioneras” y que forma parte de uno de los grandes… “misterios”… ¿Te acuerdas de ellos?

-Igual que los misterios que aprendimos en clase, Padre? – pregunta la pequeña culoncita.

-Correcto… ¿Te acuerdas cuales eran? – pregunto haciendo que la nena siguiera el hilo.

-Siii.. Misterios gozosos, dolorosos, luminosos y gloriosos…

-¡Correcto! – asiento y la nena sonríe contenta-…Diosito te mostrará a través de mí, uno de sus misterios milagrosos… ¡Pero para ello necesita que tu obedezcas todo lo que te pide!

-¿Milagrosos? – pregunta Susi sorprendida y curiosa ante la palabra.

-Así es, hoy Diosito te va a mostrar uno de esos misterios que solo lo conocen las “niñas misioneras”… ¡Bendito sea nuestro Dios! – alabo con voz fuerte y Susi se sorprende al mismo tiempo que se persigna en su inocencia-…. Pero igual que tu penitencia, no puedes decirle a nadie más de estos “misterios”. Ni a tus papis, ni a tu maestra, ni a tus amiguit@s,… ¿Entendiste? ¡A nadie!

Repito lo ultimo con la misma fría intimidación que derramo en cada una de mis ordenes hacia esa pequeña que pide aprender sobre sus labores como “niña misionera”.

-Siii Padre… Lo prometo, no le diré a nadie…- contesta Susi tan tierna y decidida a sus 6 añitos.

-Muy bien, Susi… Porque sino, Diosito se puede molestar y te mandará a Satanás para maldecirte… ¡Recuerdalo! – exclamo fuerte queriendo infundirle temor adicional para no dejar lugar al error.

-¡Ay no! … ¡No, Padre! ¡Prometo no decir nada! – repite la tierna culoncita.

-Muy bien, Susi… Si eres una niña buena y devota a él, te protegerá del demonio… – le respondo acariciando su cabello.- ¿Entiendes?

Susi asiente mientras continúo acariciándola….

-Muy bien… ¡Entonces, comencemos con nuestra “alabanza”!

Llevé a la nena de 6 añitos hasta donde estaba el sagrario y abrí la puertita revelando de su interior un cáliz pequeño. Lo tomé y cerrando el sagrario, entregué aquel recipiente a Susi quien me mira sorprendida.

-¿Puedo, Padre? – pregunta la nenita casi dando saltitos de emoción. En su mente infantil, de seguro sentía la misma emoción que los devotos feligreses al tocar los instrumentos de Iglesia.

-No te has persignado… Hazlo y doblemente, Susi… ¡Recuerda que estas ante el cáliz de nuestro Señor!

-Siii Padre… ¡Bendito sea el Señor, nuestro Dios! – repite la culoncita haciendo la señal de la cruz ansiosa por tomar el cáliz en sus manitas.

Terminé por entregar aquel cáliz en las manos de la pequeña Susi, quien lo recibió cual si fuera un tesoro. Tomé la tapa superior revelando el interior de aquel cáliz plateado y brillante.

-Esta vacío, Padre- me dice la nenita.

-Así es, Susi. Pero ya verás lo que sucederá…. ¡Verás el poder de nuestro Señor, actuar a través de ti!

La culoncita se quedó callada, con una expresión de asombro y curiosa por saber lo que deparaba.

-¿Y que haremos, Padre?

-Diosito requiere que le des una alabanza, pero una alabanza especial… Como es tu primera vez, te guiaré como hacerla… ¡Dios bendito que todo lo puedes!

-¡Bríndanos tu bendición! – contesta Susi, ya educada los usuales salmos dominicales, que ahora yo usaba para tomar ventaja de su infantil figura.

-Muy bien … Ahora debemos lavar tus manitas en el agua bendita…. ¡Es necesario para continuar con la alabanza!- exclamo nuevamente haciendo gesto de grandilocuencia. Era importante tener a la nenita totalmente inmersa en lo religioso, por lo cual de tanto en tanto ensalzaba mis expresiones.

Susi se dirigió hasta la pila móvil de agua bendita en una esquina de aquella habitación, y comenzó a lavarse con ella. Usualmente la colocábamos en la puerta de la capilla, pero esta vez la traje aquí para mi ceremonia con la pequeña Susi.

La pequeña se secó con una toalla que dejé en aquel pilar móvil y volvió hacia donde estábamos. Coloqué aquel cáliz plateado justo donde había estaba un pequeño púlpito que también traje de la capilla, a tan solo unos cms de nosotros.

-A ver, muéstrame tus manitas…- la pequeña sonriente levanta ambas palmas al mismo tiempo que la tomo de ambas muñecas.- muy bien Susi, ahora….

Con una chispa de adrenalina que hace tiempo deseaba experimentar con aquella nenita, guie sus manitas hasta mi entrepierna, colocando ambas justo donde estaba mi bulto oculto tras la tela del pantalón.

Susi me miró algo dudosa, pero….

-Ommmm……. ¡Señor bendito, acepta a esta tu hija Susana **** que ha venido hoy a demostrar sus deseos por servirte! ¡Roguemos al Señor! –

-…. ¡Te lo pedimos, Señor! – contesta Susi apresuradamente, quien al comienzo parecía dudosa pero al escucharme en tono solemne, cambio por completo de actitud.

Criada por padres muy devotos, la pequeña respetaba muy fervientemente cualquier oración u acto religioso, algo de lo que planeaba aprovecharme para saciar mis bajos instintos con la culoncita de 6 añitos.

Con sus manitas sobre mi bulto comenzamos recitar alabanzas como si aquellos tocamientos pasaran desapercibidos…

-¡Roguemos al Señor!

-¡Te lo pedimos, Señor! – contesta la pequeña cerrando sus ojitos mientras continuábamos las alabanzas.

Yo venía aguantando la erección desde el colegio parroquial, sin embargo, ya refugiados dentro de la capilla, deje que mis instintos de amante de las niñas florecieran por completo ante las caricias de la nenita de primaria. Mi miembro comenzó a levantarse, invocado por los rezos de la criatura que los recitaba tan devotamente, cual cándida misionera.

La nenita notó como aquella verga escondida tras el pantalón, despertaba gracias a sus caricias y solita comenzó a palparlo, tal vez respondiendo a su curiosidad de niña.

-¡Susi! – exclamo de pronto.

-¿Sí, Padre? – pregunta la nenita abriendo los ojos sorprendida al escuchar su nombre. Tome su manita y la coloque sobre el cierre de mi pantalón.

-Puedes abrir y tomar el instrumento que Diosito quiere que uses en tu alabanza.

La nena obediente, me bajó el cierre y pudo ver mi verga descubierta y lista que emergía por los pliegues de mis bermudas… ¡El acosador punzante ahora estaba frente a ella!

-Susi… Toma aquel instrumento que te servirá en tu alabanza… – la animo al ver que la nena miraba sorprendida aquel miembro erecto que se erigía frente a ella…

-Lo siento, Padre…- contesta la niña saliendo de su trance, acercándose y tomándolo con sus manitas. Aquella curiosidad infantil y sumisión eran vías perfectas para lograr mis poco decorosos planes.

Sentí con deleite sus manitas suavecitas tomar mi verga erecta que la nena rodeo con sus deditos, mientras hacía un esfuerzo por contenerme y no cometer una locura… ¡Todo a su debido tiempo!

Susi seguía explorando con sus deditos por toda la superficie de aquel falo que se erigía frente a ella. Ver aquella niña que apenas me llegaba a la cintura, jugueteando con mi verga era todo un deleite.

Sin embargo, aún debía mostrarme serio o todo el teatro que había armado con la culoncita terminaría derrumbándose antes de tiempo… ¡Eran momentos de conservar la cordura!

-Muy bien, Susi… ¡Ahora vas a continuar con tu alabanza!… ¡Diosito quiere que una vez continuemos no paremos por ningún motivo, o se va a molestar mucho!…

-Si, Padre…- asiente la niña aun explorando aquella verga erecta.

-Tómalo así con ambas manitas… Muy bien… Ahora muévelo como… así…ufff… muy bien…

Lentamente la nenita comenzó a sacudir aquel falo que se erguía triunfante entre sus manitas… ¡Hermoso!… Tener a nueva niña bajo tu control, pajeandote en sus primeros pasos en la sexualidad es una sensación que no solo te da placer desde lo físico…

¡Imágenes que no se olvidan! Mirar desde tu altura hacia abajo, como una nenita te masturba sin entender la real intención de todo estos actos añade una pizca de lujuria, propia de los encuentros carnales con niñas.

-Así, Padre…- pregunta la culoncita inocente pajeándome con devoción… ¡Que hermosos sentir sus caricias inexpertas pero con aquellas tersas manitas de terciopelo!

-Ufff… Muy bien, Susi… Continúa… Muy bien…

Susi siguió masturbándome mientras acariciaba sus cabellos, señalando mi aprobación a sus sacudidas. En sus torpes movimientos podía verse que la nenita muy pronto se volviería ducha pajeando miembros adultos… ¡Y con apenas 6 añitos!

-¿Lo hago bien, Padre?

-Sí, Susi… uff… muy bien, preciosa… Sigue así y Diosito estará muy contento contigo…

La tierna niña de 6 añitos sonríe al escuchar tales palabras, sin saber que a quien tiene más contento es a aquel depravado frente a ella, el cual se aprovecha de su inocencia para tomar ventaja de ella.

Sus tersas manitas tenían a mi miembro ya botando el líquido preseminal que la pequeña observaba curiosa. Rápidamente, decidí que era el momento de continuar con la instrucción de la nenita.

-Muy bien, Susi… Vamos a continuar con la alabanza…

-¿Qué toca ahora, Padre?

-Abre tu boquita… A ver…

-¿Así, Padre? Ah…- obedece la tierna niña dejándome ver el interior de aquella entrada bendita al placer oral que estaba a portas de degustar.

-Muy bien! Ahora, no te asustes porque viene lo más importarte! Diosito quiere niñas muy devotas y dispuestas a servirlos! ¿Entendido, Susi?

La pequeña aún con la boca abierta asiente tiernamente con la cabeza…

-Perfecto, Susi… ahora… pon tu boquita…- le indico al mismo tiempo que guio su cabecita de Susi hasta mi falo erecto, haciendo que lo reciban aquellos tiernos labios de niña-… justo aquí… Ufffffffff!!

¡Que tiernos labios!… Justo Susi pasó, quizás sin querer, su lengüita lamiendo mi polla erecta que invadía su boquita de nena….. ¡Qué locura!

-Muy bien, Susi… Uffff… Deja que la gracias de nuestro Señor se apodere de tu espíritu….

-Mmmmm…

-Oh… muy bien… hasta el fondo Susi… ¡Por el Santísimo!

-Mmmmm..mmmmmmm…

¡Increíble! Mi falo invadía aquellos tiernos labios, mientras Susi en su inexperiencia sacaba un poco sus dientes, dejándome una sensación de placer y tenue dolor, propio de las primeras experiencias orales de mis niñas…

Allí estaba el tan famoso Padre Arturo, introduciendo su falo por la delicada boquita de aquella pequeña que con los ojos cerrados soportaba gran parte de aquel falo invasor. La pobre aún tomada de sus cabellos, apenas atino a poner sus manitas sobre la base del miembro que desaparecía dentro de sus labios… ¡Como no queriendo olvidar sus labores de “niña misionera”!

-Ufff… No te asustes, preciosa… Muy bien… Ohh…

-Ummm…Mmmm…mmmm…mmmm..

-Ohhh…Con cuidado Susi… Ufff!!…. Dios bendito…

-Bluuugghuhuh…. Ah…

La niña se lo sacó de su boquita, dejando un hilo de saliva entre su boquita y mi verga que permanecía húmeda y brillosa frente a aquella niña que hasta hace unos segundos le daba tratamiento…

Dejé que la niña se recuperara un instante antes de preguntarle:

-Susi…¿Qué te parece aquel instrumento que te servirá en tus alabanzas?

-Sabe raro, Padre…- admite la niña aún con ojos llorosos por el ahogo.-… Pero si Diosito quiere que lo sirva….

-Así es, preciosa!! Cree en él y dale gracias porque te permita alabarlo! – exclamo entre contento y excitado porque aquella culoncita no mostraba reticencias hacia aquellos actos libidinosos… ¡En cambio, parecía dispuesta a seguir con esto hasta el final!… ¡El poder de la fe!

-Uff… muy bien, Susi… pero debes mantenerlo más tiempo de tu boquita… ¿de acuerdo?

-Siii Padre… Ay! Discúlpeme, Padre…- se sonroja la tierna culoncita mirando nuevamente mi verga-… deje mi saliva en el instrumento que Diosito me dio para mi oración.

-No te preocupes, Susi! Diosito quiere que metas este instrumento en tu boquita… Así que puedes saborearlo igual que chuparas una paleta…

-Puedo, Padre? – pregunta la nenita.

-Siii … Inténtalo!

La pobre nenita, inocente y sin ninguna maldad, se dispone nuevamente a tomar aquel falo que aún seguía erecto y brilloso de fluidos, lo pajeo justo antes de volver a meterse la puntita dentro de su boquita de niña…. ¡Divino!

-Muy bien, Susi… Muy bien…Ohhh… Quizás estés predestinada a ser una “niña misionera” desde que naciste… al igual que Diosito eligió a los profetas…

-¿Siii? ¿Usted cree, Padre? – pregunta la nenita mirándome emocionada aún pajeando mi verga, lo cual le añadió un detalle más cachondo a tan lujuriosa escena.

-Por supuesto… ¡Vamos!… ¡Demuéstrale que tan feliz estas de servirlo!

-¡Sí, Padre! – contesta la culoncita justo antes de volver a juguetear con su lengüita sobre la punta de aquel miembro adulto…

¡Esa niña aprende rápido! Con suma presteza, la pequeña tomaba con ambas manitas aquel miembro erecto y comienza torpemente a darle lamidas inocentes mientras solita se introduce la punta entre sus labios.

Susi parecía con ganas por seguir siendo elogiada y responder a las expectativas de sus papis, al punto de ni siquiera darse cuenta que estaba siendo utilizada para darle placer a este sacerdote que la veía solo como un desahogo carnal.

La tomé de su cabecita y comencé a mostrarle como debía moverse mientras lamía la punta de mi verga…. ¡Joder!… ¡Me estaba follando aquella boquita de nena!

-Mmmm…Ahh… Mmmm…mmmm…

-Uff….ufff….Ohh…. Muy bien, Susi

-Mmmm… ummm…

-Sigue así, preciosa… ¡Déjale saber a Diosito que deseas ser su misionera!… Ohhh!!

-Chii, Padre…Ummm….ummmm

Chupaba y chupaba la pequeña Susi, fingiendo que aquel pedazo de carne era una paleta mientras yo seguía guiándola entrando y saliendo mi verga de su boquita… ¡Que divino!…. Al igual que con Leydi, ahora tenía aquella boquita infantil para mi solo… ¡Otros labios que educar!

¡Y Susi no se quedaba atrás!… Parecía esforzarse jugueteando con su lengüita sobre mi glande mientras era tomada de los cabellos por aquel sacerdote que se follaba su boquita de nena…

¡Afuera reticencias! Ya instruida la pequeña Susi, decidí dejar de aguantarme y procuré disfrutar al máximo de aquella mamada inexperta de tan tierna niña…

-UFFF!! OHHH!!! OHHH!!

-Mmmm!! Mmmm!!

-OHHH!! Muy bien, Susi!! Uffff!!

-Mmmmm!! Mmmmmm!!

-OHHH!! OOOOHHHH!!!

Por fin, ya sin contenerme terminé eyaculando dentro de su boquita de ángel, sintiendo como electricidad recorría mi cuerpo y me bañaba de aquel placer divino que consiste en llenar de esperma a tu niña especial… ¡Hedonismo a flor de pie!

-Ufff… Ohhh!!

-Bluuugghuhuh…. Ah…

-Uff… Muy bien, Susi…

-Ahh… Padle….- pronuncia Susi mostrándome dentro de su boquita los restos de mi esperma que le chorreaba por la comisura de sus labios… ¡Imágenes que no se olvidan!

La pequeña, en su inocencia, parecía no querer dejar caer aquel líquido que le había regalado “el instrumento” que Dios le dio para sus alabanzas…

-Muy bien, Susi… ¡Ese es el fruto de tu alabanza!…- exclamo volviendo a ponerme en el personaje para que todo la pantomima que había creado no se viniera abajo-…. ¡Bebe el líquido que solo esta reservado para las “niñas misioneras”!

Al mismo tiempo, acerco mi mano para cerrar su boquita y que aquel esperma fuera ingerido por la culoncita que parecía un poco tímida pero que igual obedeció la orden. Cerrón sus ojitos conteniendo quizás el asco inicial, soportando como buena niña “devota”…. ¡Cuanta inocencia!

-¡Bendita seas Susi por recibir el fruto de aquel instrumento que te dio para alabarlo! ¡El Cuerpo de nuestro Señor!

-¡Amén! – recita rápidamente Susi muy devota. Incluso la pequeña junto sus manitas, orando igual que lo hacía en la Iglesia…

Acto seguido, me guardé mi verga aún desenfundada, subí el cierre y procedí a acercarme hasta el púlpito donde estaba el cáliz con la tapa abierta. Cual si fuera la misma ceremonia de la Eucaristía en la misa, procedí a tapar el cáliz y ante la mirada de la culoncita Susi, lo llevé hasta donde estaba el sagrario.

-¡Mira Susi! ¡Serás testigo de uno de los milagros que nuestro Señor tiene para ti!- le digo abriendo el sagrario y revelando su interior vacío.

Susi asiente y mi atentamente mientras coloco el cáliz dentro del sagrario. Su interior cristalino y reflejante parece tenerla muy absorta al punto de quedarse dando saltitos una vez que cerré la puertecita del sagrario.

-¿Qué va a suceder, Padre? – pregunta la nena tomada de las manitas emocionada.

-¡Diosito te mostrara los frutos de tu trabajo! – exclamo para alimentar más su devoción. Me acerco hasta a ella y la aparto a cierta distancia, casi pegada a la pared pero de frente hacia donde estaba el sagrario- Ahora, necesito que pongas tus manitas así mientras rezas un Padre Nuestro…

-Padre nuestro que estas…- comienza Susi a orar sin dejar de mirar el sagrario, expectante de lo que fuera a ocurrir.

Me acerqué hasta el sagrario y bajo la atenta mirada de Susi, abrí otra puertecilla que estaba en la parte superior del sagrario, para de su interior sacar el cáliz plateado que Susi.

-¿Y, Padre? – pregunta la niña aún expectante y a la que aún debía dar el golpe maestro para ensalzar más aún su fe.

-Observa…- respondo abriendo la tapa del cáliz, revelando ante ella su interior.

-¡Diosito! – exclama la nena sorprendida al ver el interior…

Aquel cáliz inicialmente vacío ahora estaba repleto de varias ostias, podían contarse en total 20 de ellas dentro pero que daban la imagen que eran muchas más dentro de tan pequeño recipiente…

-¡Es igual al milagro de la repartición de panes, Padre! – dice la pequeña asombrada y aun con sus ojitos brillantes de inocencia…. Tal afirmación me hizo más fácil relacionar todo solo sucedido con lo religioso… ¡Por momentos, adoctrinar a la niña era pan comido!

– Así es, Susi… ¡Gracias a tus alabanzas ahora tendremos ostias para 20 de nuestros feligreses!

– ¡Diosito!

– ¡Esa era la tarea que te tenía nuestro Señor! ¡Y la cumpliste muy bien!

– ¿Entonces, puedo ser una niña misionera? – pregunta la pequeña Susi esperanzada.

– ¡Por supuesto!

– Siii!! Que bien, Padre! – celebra la pequeña dando saltitos.

El acto estaba consumado y parecía que podría repetirlo próximamente… ¡Éxito total! … La tierna niña daba todas las señales que había visto en niñas como Katy o Anita, y no me extrañaría que pronto accediera más cosas con el fin de ser una “niña misionera”.

Estaba tan absorta que no se había dado cuenta de aquel truco visual que perpetré ante sus ojos, valiéndome de un sagrario adulterado de 2 puertas y espejos en su interior que crearon la ilusión óptica para engañar a la criatura de 6 añitos.

¡Incluso no parecía mostrar asco por lo ocurrido! Hasta hace poco chupaba un falo adulto y ahora se mostraba muy normal, solo preocupándose por su status de niña “misionera”… ¡El poder de la fe!

– Entonces… ¿Me dará mi crucifijo para rosarios?- pregunta la nenita sonriente.

– Por supuesto, Susi…- asiento para su alegría de la pequeña-… te daré un hermoso crucifijo para rosarios, pero será en una ceremonia especial entre tú, yo y Nuestro Señor…

– Siiii…

-Pero solo será entre los tres… recuerda que es un secreto!! Sino Diosito se puede molestar!! – le digo siendo muy insistente en lo ultimo por obvias razones.

-Ay no! Lo prometo, Padre! No se lo digo a nadie!

-Así es, Susi… Debes respetar su decisión de Nuestro Señor…

-Pero podré mostrárselo a mis papis?

-Por supuesto, Susi… Yo mismo les diré porque te lo di y estarán orgullosos… te lo aseguro!

-Gracias, Padre.- contesta la nenita radiante.

Por un instante miré mi reloj y pude darme cuenta que había pasado buen rato desde que vinimos a la parroquia. Al menos, aún quedaba media hora antes de que fuera la salida.

-Muy bien, Susi. Debemos volver a clases, con tus compañeritos…

-Siii, Padre…

-Y recuérdalo, no se le puede decir nada a nadie…, porque estos son…

-¡Misterios milagrosos! – responde de pronto Susi susurrando, para mi sorpresa….

¡La nenita hacía las cosas más fáciles!

-¡Así es, Susi! ¡Muy bien! Sigue así y alcanzaras la gracias de nuestro señor!

Todo iba sobre ruedas. No pasaría mucho tiempo hasta que lograra dominar por completo a aquella tierna niña. Sin embargo, como habréis visto, deseaba ir paso por paso, sin arriesgarme demasiado.

Susi era muy participativa y tendía a justificar mis acciones bajo su ilusa esperanza de ser una “niña misionera” con el fin de agradar a la Iglesia y a sus papitos… No podía ver algún trauma de su parte e incluso cuando pensé que tendría algún repelús por nuestros actos, la pequeña seguía con el juego hasta el final… ¡Increíble!

Regresamos hasta el colegio, cruzando aquella puerta que separaba la parroquia con mi amada escuela parroquial. La pequeña Susi fue hasta su aula y yo me dirigí hasta mi oficina, aún pensando en todo lo sucedido.

Había logrado avanzar un peldaño más en mi inminente dominación sobre mi pequeña “misionera” y estaba seguro que no faltaría mucho para que lograra inaugurar por completo a aquella culoncita de 6 añitos… ¡Y aún faltaba aquella “ceremonia” donde le regalaría aquel crucifijo de rosario!

Ya que era mi primera niña de primaria en este pueblo, necesitaba sentar bien las bases y no irme a las prisas aprovechándome de mi alto cargo. A veces, te podéis tentar tomar ventaja por completo de aquella tierna niña, pero en mi experiencia es importante no ir muy rápido y dar siempre un motivo perfecto ante cada avance.

Muy pronto lograría cercarla por completo. Tanto física, como mental y psicológicamente, para finalmente dar el “puntillazo” final y empezar a gozar a plenitud de tan tierna niña…

……

Ya había pasado varias semanas desde mi llegada a este pequeño pueblo. Las actividades de la parroquia comenzaron a crecer, así como la cantidad de feligreses que acudían y colaboraban con todos las ceremonias de la parroquia.

Muchas familias enteras gustaban de colaborar, involucrando no solo a los padres sino también a sus hij@s, a los cuales solían inscribir a los talleres dominicales que muy pronto darían inicio. Deseaba poner completamente en orden la parroquia y la capilla antes de aventurarme con las actividades dominicales con niñas.

La gran mayoría de mis feligreses eran sinceros en sus deseos de aportar a la Iglesia, también habían algunos otros con muchas ganas de presumir su cercanía con la parroquia y otro grupo más con ambos matices pero que de alguna forma servían para mis propósitos.

Y entre estas últimas familias se encontraba la familia de Delia y Rufo. Una humilde familia que gustaba de pertenecer al resto de feligreses, así como de participar activamente en sus labores de misioneros. Si bien su humilde condición a veces les limitaba de ciertas actividades, siempre trate de apoyarlos indirectamente, para que pudiera ganarme su respeto y confianza.

Fue así que la familia de Rufo se volvió muy cercana a mis actividades, al punto de que incluso ambos esposos a veces presumían de ello. Sin embargo, lo que realmente me interesaba era que toda esta cercanía y confianza, me sirvió para acercarme más a sus hij@s,… en especial a la pequeña Leydi… Aquella tierna infante de piel blanquita y cabello castaño…

Valiéndome del respeto y confianza de la familia de Rufo, logré llegar hasta la pequeña de casi 3 añitos, al punto de que no era raro que en ocasiones (sobre todo cuando Delia la traía a la parroquia) le diera algunos pequeños regalos a la nena.

Gracias a esos presentes baratos, pero que para una familia humilde eran un gran detalle, lograba que la incauta madre me dejara en bandeja a su pequeña criatura. Se la notaba tan complacida que después de la primera vez que la trajo a la parroquia, prácticamente me la llevaba en cada reunión que tenía con los misioneros, pidiendo que la pudiera dejar en la zona de juegos del colegio parroquia… ¡Inolvidables ocasiones!

Fueron varias veces que junto a la nenita, crucé aquel acceso hacia el colegio parroquial donde ocultos en mi oficina o el almacén aprovechaba carnalmente para gozar de su tierna figura.

Con mi verga a reventar, procedía a buscar refugio en sus tiernos labios que, ayudados de su lengüita de infante, me arrancaban espasmos de placer al sentir tan inexpertas pero tiernas lamidas alrededor de todo mi miembro. La nenita, en su inocencia, había aprendido a mamar el miembro del sacerdote de sus papis a fin de recibir su habitual ración de esperma…¡Con 3 añitos y ya tragaba semen de adulto!

La pequeña aprendió rápido, guiada por mis señas e indicaciones venció rápidamente cualquier reticencia a succionar mi miembro enloquecido que se introducía en su boquita de ángel, a la vez que se sabía bien recompensada con dulces y regalos que su mami posteriormente me agradecía y le enseñaba a ella a agradecerme antes de despedirnos… ¡Sin querer, la madre colaboraba con el “entrenamiento” de su pequeña hija!

Todo lo anterior sucedía cuando la doña llegaba de pasada a la parroquia, por alguna reunión rápida. Sin embargo, cuando teníamos más tiempo nos desnudábamos juntos, adulto y niña tal y como Dios nos trajo al mundo, a fin de pasar un par de horas disfrutando de las artes carnales que le enseñaba, mientras me daba a gusto lamiendo aquella piel tierna y que parecía de terciopelo.

Aprovechaba de nuestra soledad en aquel colegio parroquial, vacío por los sábados, para lamer todo su cuerpito, arrancarle risitas al chupar su rajita y su anito, tallar mi verga por ambos orificios mientras la nena no entendía nada y yo soñaba despierto con la inminente penetración… ¡JODER!… ¡Cuánto desquicio! … ¡El frenesí estaba a portas de concretarse!

Sin embargo, aún no me decidía en penetrarla en tales encuentros. Siempre estaba muy cerca por ganas y por tener casi todo preparado, sin embargo al final siempre me echaba para atrás… ¿Porqué? De seguro se preguntaran, y os explico:

En la poca de experiencia teórica que tenía con nenas de 3 añitos, siempre las recomendaciones fueron contundentes: encontrar una ocasión donde pudiera tener a la pequeña más que por un par de horas. A diferencia de las que son de 6 añitos para arriba, cuando son muy menores siempre existe el peligro que las nenitas puedan exhibir en pocas horas alguna señal que nos pueda delatar, o incluso las cosas se pueden complicar ya que son muy pequeñas y puede requerir que dispongamos más tiempo para solucionar los percances que se presenten.

En resumen, necesitaba contar con una ocasión donde pudiera tenerla un día entero a mi lado… o incluso más! …. Pero, ahí surge otra pregunta ¿cómo?… Pues es entonces donde todos mis acercamientos tendrían que rendir sus frutos al punto de disponer de una ocasión para lograr tan encomiable tarea… ¡Solo faltaba la oportunidad perfecta!

Y tal oportunidad llegó. Concretamente, se me presentó cual milagro divino cuando la pequeña Leydi por fin cumplía los 3 añitos. Un acontecimiento que una familia humilde como la de Rufo, celebró austeramente con pocos asistentes y a la cual me invitaron. Sin embargo, valiéndome de excusas rechacé su invitación…

¿Porqueee? Se preguntaran ustedes… Si es que había esperado tanto, ¿porque ahora me retiraba?… Pues porque en verdad tenía una oportunidad mejor que esa… El cumpleaños y esta ausencia en su fiesta (que podría interpretarse como un desaire) me dieron la excusa perfecta para mi propuesta hacia ambos padres de la pequeña Leydi:

Les comenté a Rufo y Delia que deseaba darle un magnífico cumpleaños a Leydi porque le había agarrado mucho cariño, así que propuse que Leydi y su mami (para evitar la mínima sospecha) me acompañaran a la ciudad que estaba a 2 horas del pueblo, donde había una feria infantil. Y no solo eso, luego las invitaría a comer y por helado en un buen restaurante, para finalizar el día con una obra de teatro para niños donde presentarían el espectáculo de “La Sirenita”.

Sus padres aceptaron encantados por la idea. Tanto lujo para su hija y con un adulto de “confianza” no lo desperdiciarían tan fácilmente. Mis suposiciones eran correctas y no pude más que relamerme por dentro cuando doña Delia hablaba de como vestiría a Leydi y que además la pondría muy bonita para el día tan esperando…

¡Todo se alineaba para mis planes! Pero aún requería de un poco de azar para concretar mi elaborada estratagema con la nenita de 3 añitos recién cumplidos…

Comí ansias durante toda la semana porque llegara el gran día, hasta que por fin llegó aquel sábado que no olvidaré jamás. Aquel sábado cuando partí junto a doña Delia y la pequeña Leydi hasta la Ciudad ****** donde me aguardaba la oportunidad perfecta para dar rienda suelta a mis perversiones con la criatura de mis tormentos.

Leydi, aquella nena de 3 añitos recién cumplidos, hoy día iba muy arregladita con un vestidito crema que me dejaba ver su espaldita donde un listón a la altura de su cinturita sostenía aquel vestidito que deseaba desatar cuanto antes… ¡Ufff!…. Sobra decir que babeaba por esa linda nenita…

Pasamos toda la mañana en la feria, recorriendo varios puestos junto a Leydi y doña Delia, había varios juegos para niños muy pequeños donde ambas se subieron para que Leydi pudiera disfrutar de la feria. Las tasas giratorias, el carrusel y los números de títeres fueron algunas de las atracciones que visitamos.

Saqué muchas fotografías de Leydi y su mami, al tiempo que aprovechaba para que la pequeña de 3 añitos se lo pasara en grande. No escatimé en gastos y la mami de la nena no paraba de agradecerme por la deferencia… ¡Si supiera mis verdaderas intenciones!

Habíamos llegado a un punto en el que la fidelidad de su familia a la Iglesia, con la confianza ganada estas semanas, había logrado que prácticamente ocupara un lugar muy cercano a ellos pero bajo las luces de una figura de respeto y voz autorizada para tomar decisiones respecto a su bienestar…. Y sobre todo, respecto a Leydi… ¡He ahí el premio gordo que tanto esperé!

Tras una mañana donde Leydi daba saltitos alegres delante nuestro, llegamos a un restaurante medianamente caro donde almorzamos dejando que Leydi pidiera un helado de postre.

Todas las piezas estaban en su lugar para el golpe decisivo. Por momentos me invadía el nerviosismo, pero luego me imaginaba estando a solas con Leydi sin ninguna restricción y la lujuria que me invadía era colosal… Me bastó escuchar el timbre del móvil de doña Delia para saber que la función estaba por empezar.

Contestó inmediatamente pero al parecer tenía problemas para hablar por el móvil.

-¡Uy lo siento, Padre! ¡Voy a salir a contestar, es el hermano Paul! – me dice la doña saliendo del lugar por la mala recepción.

-Pierda cuidado, hermana. Yo ayudo a Leydi…- le digo levantándome de mi asiento y ocupando el que dejó doña Delia que estaba al costado de la pequeña.

La mesa más cercana estaba vacía y nadie miraba hacia donde estaba con Leydi que terminaba su helado. Como recordarán, siempre me gusta elegir los lugares alejados cuando estoy con una de mis niñas.

Excitado por lo que se venía, no pude resistirme más y pasé mi mano por su espaldita para comenzar a acariciar sus piernitas mientras la nena comía otra cucharita de su helado.

-Tranquila, mi amor… Ya no falta mucho para que por fin estemos solitos….- le solté al oído, y en un arrebato de lujuria meti mi mano por debajo de su vestidito y luego sus braguitas, pudiendo palpar directamente su rajita de 3 añitos-…. ¡Joder!… Cuando tu mami se vaya lo vamos a pasar muy rico, Leydi… ¡¿SI?!

La nena asintió mientras se llevaba otra cucharita de helado a su boquita blanquita, de seguro sin saber las verdaderas intenciones de mis palabras… ¡Eso me puso más cachondo aún!

-¿Siii? ¿Quieres ser mi putita, Leydi?… ¡Que, atrevida! Y con solo 3 añitos… Joder!! – exhalo extasiado de poder soltarle estas cosas dentro de un restaurante a pocos metros de la gente. La situación me ponía muy cachondo.

Aprovechando de la poca presencia de gente, manoseaba a diestra y siniestra la pequeña Leydi que seguía comiendo su helado, con la inocencia de siempre y ya acostumbrada a mis manoseos… ¡Que fortuna!

Con niñas muy pequeñas, me sentía más libre al punto de que podía retirarme la careta que normalmente uso para encubrir mis actos indecorosos… La pequeña de 3 añitos, apenas decía unas palabras y no podía delatar todas las obscenidades que le decía.

¡Sí! Aunque en una ocasión pasó que la nenita casi suelta una de las guarradas que le decía en mis arrebatos lujuriosos, sin embargo rápidamente usé mis técnicas docentes para encargarme que la nenita no volviera a repetir esas palabras, castigándola con refuerzos negativos que logré ocultar con su mami diciendo que la nena se había portado mal… Nada físico, pero sí emocional que bastó un par de lágrimas que doña Delia me agradeció en beneficio de la crianza de su pequeña.

Mientras miraba a los costados, vigilando que nadie nos mirara, seguía metiéndole mano a esa niña de 3 añitos, hasta que finalmente acabó su pequeño helado.

-¿Quieres más helado? ¡Helado! – repito para que la nenita lograra entenderme.

– CHIII! – Leydi asiente contenta, a pesar de que aún seguía con mi mano debajo de su faldita.

-Uy… Jejej… esta bien, mi putita… Voy a pedir más helado, pero vas a pagarlo más tarde… te vas a portar muy bien conmigo… ¿entendiste, putita?… Joder…- le suelto mientras recorro desde su rajita hasta su anito. En un arrebato de lujuria me acerqué a su rostro para darle un beso, buscando su lengüita infantil.

-Jijiji…- ríe la nena cuando me aparto.

-Ufff.. Leydi… No sabes las cositas que vas a hacer… Joder!!

-Eladdo…- balbucea la nenita sonriendo a pesar de todos los manoseos.

-Sisiii… Ya te pido otro .- digo levantándome de mi asiento y llamando a uno de los meseros que estaba al fondo.

Mientras le traían otro helado, llegó doña Delia que acababa de conversar por teléfono. Se la veía muy preocupada.

-¿Qué sucede, hermana? ¿Qué deseaba el hermano Paul?

-Ay, Padre… Me indica el hermano Paul que hoy llegan los de entregas con todo el inventario de las imágenes y arreglos que ordenamos…

-¡Pardiez! ¿Justo hoy?

-Si, Padre… Pero yo estoy segura que lo ordené para otro día, y el hermano Paul llama diciendo que los del proveedor están en camino…- responde la doña afligida.

-Vaya problema, Delia… A lo mejor fue un error…

-Ay, Padre… Pero yo estoy segura que puse la fecha del lunes…- responde la doña.

-Seguramente…, pero si no los recibimos hoy ya no vendrán hasta el siguiente mes… Sabes como son con el tiempo de entrega.

-Ay, Padre… Y para colmo son los que trajeron un envío equivocado la ultima vez, no? – me pregunta la doña.

-Así es, Delia. Pero son lo únicos que llegan hasta el pueblo con las entregas… ¡Es importante que cuando lleguen a la parroquia tu estés ahí para recibirlos!…- esbozo firmemente para evitar que la cháchara se prolongara de más… ¡No aguantaba las ganas por quedarme a solas con la deliciosa Leydi!

Todo estaba bien encaminado y planificado desde antes de llegar. Aquel envío no había sido un error. Las fechas no fueron movidas por que sí… Detrás de todo estaba yo, moviendo los hilos para que aquella oportunidad perfecta pudiera concretarse…

Delia que ahora era muy activa junto a su esposo Rufo, hace poco fue nombrada por mi persona como la encargada general de revisar todos nuestros envíos de imágenes religiosas en venta y arreglos para las misas. Un cargo que tenía mucha responsabilidad, pero que junto a su esposo recibieron gustosos…

Además, un añadido a la actual situación fue mi actitud firme con doña Delia que al igual que Rufo de seguro empezaba a notar mi tono de voz cuando ordenaba que las cosas se hicieran de acuerdo a mi voluntad. Algo que ustedes quizás puedan pasar por alto, pero que mi autoridad como sacerdote me daba el poder ordenar que aquella feligresa corrigiera un supuesto error cuanto antes…

-Ay, Padre… Siii, debemos volver… y justo cuando vinimos por el cumpleaños de Leydi… ¡Pobre niña!

-Pero, Delia… ¿Leydi porque debe pagar por un error tuyo? – pregunto a modo de regaño. Ya a esas alturas me podía dar el lujo de hacerlo. – La pobre niña ha venido para divertirse todo el día y eso es lo que debe hacerse…

-Pero, Padre… El envío…

-Leydi no va a recibir el envío, Delia… Tu sí… Aun quedan otras atracciones y le prometimos que más tarde vería el teatro de la Sirenita en el ******.

-Padre…

-No se diga más, Delia.- la corto queriendo finiquitar el asunto-… Debes volver cuanto antes a la parroquia para recibir ese envío,… ya en la noche cuando volvamos al pueblo me encargaré de llevarte a Leydi….

-Ay, Padre… ¿En serio?….Muchas gracias… Discúlpeme el error… – se disculpa Delia.

-Nada de eso, Delia… Lo hago por la pobre Leydi… ¡Está con ganas de ver “LA SIRENITA”! ¿A que sí? – pregunto a la nenita, sabiendo que sería cómplice de mis tretas.

-CHIII!!- responde la pequeña blanconcita de 3 añitos.

-Ay, Padre… Gracias igualmente… – me agradece su mami visiblemente agradecida sin saber que estaba dejando a su pequeña criatura en la boca del lobo.

-¡Eladddo! – gritó Leydi cuando llegó el mozo trayendo lo que le pedí.

¡Éxito! La primera parte se había conseguido y aparentemente Delia no sospechaba nada acerca de mis lujuriosas intenciones con su hija de 3 añitos…

Cuando la nenita acabó su segundo helado, salimos del restaurante y acompañamos a su mami hasta una terminal a pocas calles donde tomaría el bus que la llevara de vuelta al pueblo.

Su mami me dejó su mochila con cosas de Leydi, como una muda de ropa que llevaba porsiacaso y regalitos que le había comprado a escondidas, diciéndole a doña Delia que eran “sorpresas”.

-¡Leydi! ¡Pórtate bien con el Padre! ¡No hagas que te regañe! – le advierte a la criaturita de 3 añitos mientras se despedía de ella… ¡Prácticamente me la dejaba en bandeja de plata! …. ¡No podía esperar más por quedarme a solas con la tierna Leydi!

¡Porfin!, pensé hambriento de lujuria por esa nenita con su vestidito crema y arregladita para la ocasión… La nenita estaba medio confundida al ver a su mami irse sin ella, así que opté por sacar uno de los regalos de la mochila.

-¡Mira, Leydi! ¡Una oruga!- le digo sacando el juguete de su celo y colocándolo en su manita

-Siii…Jijiji…- ríe Leydi recibiendo contenta cuando encendí la oruga que comenzó a moverse en sus manitas como escapándose pero que la pequeña logró retener. Aquel juguete barato bastó para entretener a la nenita y me dejó vía libre para conducirla a donde me diera la regalada gana.

En una tienda cercana, renté un vehículo compacto y lo utilicé para movilizarme con la pequeña hacia nuestro destino… ¡Todo el camino Leydi jugaba con la oruga mientras yo la miraba con ojos lujuriosos!

Gracias a esa distracción incluso pude darme tiempo de ir a las tiendas para comprar todo lo que necesitaría esta noche. Luego de nuestras compras, no paraba de manosear a la pequeña Leydi en el auto mientras la nenita seguía divertida con la oruga y otra jirafa de juguete que le regalé al subir…

-¿Te gusta tu jirafa, Leydi? – pregunto y la nenita asiente.- Muy bien, hermosa… Joder… Si te portas bien hoy, te regalaré mas cositas… Si?? – pregunto al mismo tiempo que no me aguanto y vuelvo a meterle mis dedos por su rajita hasta llegar a su culito.

-AY… Jijijiji..- ríe la nenita para mi sorpresa y excitación cuando presiono mi dedo en su culito….Aquella risita de niña muy pequeña era un poco distinta a las de mis nenitas comunes… ¡Qué preciosura!… ¡Por un momento me invadió la locura!

-Joder… Vamos a quitarte esto, putita… anda… déjate…- le suelto a Leydi justo antes de levantar su vestidito y jalar de los extremos de sus braguitas.

Por suerte estábamos frente al semáforo de una zona poco concurrida y me valí de ello para arrebatarle su truzita de nenita…

-¡Jijiji!- ríe Leydi con su risita de bebe cuando le rocé su chuchita. Por mi parte me llevé sus braguitas al rostro queriendo impregnarme de su olor infantil.

-Ohhh….- exhalo justo después de inhalar con lujuria aquel aroma de niña que desprendían aquellas braguitas infantiles. Aquella telita rosa con unos corazones le daba un detalle exquisito a la situación.

-¡Achi?! – pregunta la pequeña Leydi y volteo justo para observar que me señalaba la blanconcita de cabellos castaños…

-Uffff!! Leydi…

La nenita, de seguro recordando nuestros “encuentros”, ahora se ponía abierta de piernitas en el asiento del copiloto levantando su vestidito… ¡Aquella rajita infantil me saludaba haciendo que babosee de lujuria!

Agradezco que nadie pasara por aquella calle desierta, por que os juro que me demore algunos segundos en reaccionar ante aquel acto inocentemente lujurioso de la pequeña de 3 añitos… ¡Si alguien echaba un vistazo al interior del auto me pillarían relamiéndome con aquella nenita!

-Sí, mi vida…. Ufff!! … Que preciosa chuchita me muestras… Ohh…- exhalo cachondísimo empapando un par de dedos con saliva y dirigiéndolos hacia su rajita para toquetearla.

-Jijiji… Ah… Jijiji…- ríe Leydi cuando manoseaba su vaginita de infante.

-Ufff… Tranquila, mi amor… mi putita… no falta mucho, joder!!… Cuando lleguemos lo vamos a pasar divino… Ohh…-exhalo al ultimo presionando un poco mi dedo en su orificio…

-Ay…!! Jijiji…

Haciendo un esfuerzo sobrehumano, traté de aguantarme hasta que llegáramos a nuestro destino final. Leydi se cubrió su vestido y siguió jugando con la oruga y la jirafa mientras yo conducía el auto saliendo de la ciudad por la carretera.

Tras media hora de viaje, llegamos a la localidad de Los Heraldos, una zona algo agreste pero con casas separadas por varios metros de distancia. Allí nos esperaba una cabaña algo modesta pero apartada del bullicio de la ciudad y de miradas indiscretas.

Conduje cerciorándome de los alrededores, tratando de ubicar nuestro destino ya que era la segunda vez que venía por estos lares.

Esta cabaña era uno de los locales alquilados por la parroquia para la llegada de sus misioneros y/o sacerdotes que vinieran a la ciudad y no encontraran lugar en la parroquia. El sistema era muy parecido al programa de apoyo a misioneros que permitía que Veronika alquilara un departamento. Este lugar solía permanecer deshabitado la mayor parte del año pero siempre estaba disponible porque la Iglesia pagaba para ello.

¿En qué momento logré hacerme con dicho lugar?, de seguro se preguntara la mayoría. Pues ya os dije antes, todo esto estaba bien planificado para poder llevarme a la tierna Leydi a un lugar donde pudiera tenerla a mi disposición y sin límites en mis deseos por “inaugurarla”.

Y entre esas planificaciones, hablé con Isaías para que me cediera un local que usara “La Orden”. Con suerte me pudo ubicar uno a las afueras de la ciudad y sin muchas viviendas a su alrededor… Si debo compararlo, me recordó a cuando iba a realizar grabaciones con Oscar y Sem, donde me llevaban a uno de los locales del “Club”… ¡Quien diría que la Orden tendría algo parecido!… Pero al final se entiende ya que ambos están bajo la autoridad de su Eminencia, quien apoya todos estos turbios negocios.

Arrebatado por la lujuria, tomé a la pequeña Leydi de su manita y me interné junto a ella dentro de nuestro nuevo “nido de amor” … ¡Al fin solos!

El interior de aquella pequeña cabaña casi parecía el mismo diseño donde me llevó Oscar para las transmisiones: una cama al medio de la habitación principal, una TV pantalla plana en una de las paredes, un baño pequeño y un almacén minúsculo donde se guardaban artículos de grabación con cámaras en sus respectivas cajas… ¡Casi parecía especialmente preparada para nuestra visita!

Dejé a Leydi sobre la cama jugando con su oruga y la jirafa a pilas que hacían sonidos y se movían… La pequeña se quedó mirando como ambos juguetes se deslizaban por la cama, divirtiéndola con sus ocurrencias. Era completamente inocente de lo que estaría por ocurrir.

Con suma rapidez comencé a preparar y ordenar todo lo necesario para nuestra faena… Una faena lujuriosa con la pequeña de 3 añitos apenas cumplidos…

Primero ingresé todas las bolsas que traía en el auto con cosas que compré en las tiendas. Las ordené y separé según la utilidad que tendrían en la faena que se avecinaba. También alisté las cámaras y los trípodes, además de un portátil de apoyo que coloque en una silla que me sirvió de apoyo.

¡Cada vez más me sentía como en mis antiguas transmisiones en vivo! Aunque esta no fuera una de ellas, podía sentirse el mismo ambiente… ¡El estreno de “Leydi” estaba por iniciar!

Tomé el mando universal que tenía para todos los dispositivos electrónicos y encendí una de las cámaras que apuntaba hacia nosotros. Ya con todos mis preparativos y las cámaras puestas, me dispuse a acercarme a la nenita que seguía jugando inocente sobre la cama.

-Muy bien, preciosa… ¡Ven aquí, mi vida!…

Con suma presteza comencé a desnudarla, primero desatando el lazo de su vestidito crema… Leydi solo seguía jugando con su oruga y su jirafa hasta que levanté su vestidito…

-Ok, preciosa… Ufff…

La pequeña ya sin sus braguitas se dejó echar sobre la cama, la abrí de piernitas e inmediatamente presioné mi rostro sobre su rajita…. ¡Que aroma!

Presionando mi nariz sobre su rajita, ansiaba respirar aquella esencia de niña que siempre me enloquece, inhalando cada cm de su rajita de nena…

-Jijijiji….- la pequeña solo ríe mientras sigue jugando con sus regalos. Siempre hace lo mismo ignorando que aquel adulto que tantos regalos le hace, esta dándose tremendo gusto disfrutando de su cuerpito infantil.

-Ahaa…Jijiji…- Leydi ríe justo cuando infiltro mi lengua por aquella tierna línea frente a mi.

Recorría mi lengua experta por aquella vaginita infantil, lamiendo como poseso de la fuente sagrada que me otorgaba harto placer y espero que también para la nenita…

-Ahhh…Jijiji…jijiji..

-Mmm!! Ommmm!! Que delicia Leydi… estas sabrosa, mi niña…

-Jijiji… Adadada…

-Ommm!! Mmmm!!

Lamía y lamía, sintiéndome único dueño de aquella chuchita de 3 añitos, a kms de donde su mami viajaba para atender un problema inventado con el fin de que dejara en mis garras a su pequeña.

Los minutos pasaban mientras seguía lamiendo así que decidí avanzar con mis planes:

-¿..ande..? – pregunta Leydi sin saber pronunciar “Candy” que decía en el envoltorio del dulce que le di cuando me aparte un instante para recoger algo de las cosas que traje en el auto.

-Sii.. En un rico dulce… cómelo…

Leydi obedeció y comió el dulce que le ofrecí. Luego, recordando mis anteriores encuentros con la nena, le ofrecí una mamila con jugo de naranja que compré de la tienda.

-Bebe tu mamila, preciosa… Chi?

-Chii!! – responde Leydi justo antes de volver a echarse en la cama mientras yo seguía sobre su rajita, continuando con las lamidas a aquella tierna conchita.

-Brrrrrrrrr!! Brrrrrr!!

-JJijijijijiji

-Brrrrr!! Brrrr!!

-Jijijiji….AHHH!!

Los minutos seguían pasando y la pequeña se notaba muy sensitiva, pero también pude sentir que se iba poniendo nerviosa… ¡Aquel caramelo iba haciendo su efecto!

-Brrr!! Brrr!!

-Ahh..Jiji… Año…- repite de pronto la pequeña llamando mi atención.

-¿Baño? ¿Quieres ir al baño?

Leydi asiente, indicándome que estaba a punto de orinarse. Y aunque en otra ocasión hubiera preferido que la lluvia me la echase en la cara, ahora tenía otros motivos para llevarla al baño…

Levanté la tapa y ayudé a que la nenita de 3 añitos se sentara en la taza, conmigo aún lamiendo su rajita…

-Ayy….Jijiji… Año… Año…- la nenita se quejaba de seguro pensando que así como estaba sentada no llegaría a orinar dentro de la taza.

-Puedes hacerlo, Leydi… Hazlo… No me iré de aquí, preciosa… Ohhh!! – exhalo aún lamiéndola en su chuchita mientras la nenita comenzaba a ponerse más sensitiva, de seguro sintiendo que sus esfínteres comenzaban a relajarse…

-Ahhhh….Ahhh…

¡Y sucedió!… ¡La lluvia dorada emergió!… Con un chorro que roció de aquel líquido bendito a su lujurioso perseguidor que ahora recibía gustoso de aquel chorro.

Rápidamente me aparté bañado en orines de la preciosa Leydi, para acomodarla sobre la taza del baño mientras la pequeña liberaba otro de sus esfínteres… ¡El principal!

Sí. Ese otro. Una evacuación necesaria para mis planes inmediatos y ayudada por el dulce laxante que le di hace poco rato. Aquel era el motivo por el cual la traje al baño y no recibí mi acostumbrada lluvia dorada dentro de la habitación.

Leydi cumplió con su parte y yo hice lo propio para ayudarla. Tras asegurarme que la pequeña había hecho todo, limpié y además utilicé una manguera a chorro por si las dudas que ayudó a dejarla limpia y preparada antes de volver a nuestra alcoba.

Ya bajo el abrigo de las cámaras, y con Leydi limpia y dispuesta sobre la cama tal y como Dios la trajo al mundo, procedí a desnudarme de una buena vez y subir junto a ella a nuestro lecho de amor… ¡Era hora de los preparativos finales!

Mientras dejaba mis prendas en una silla, podía sentir invadirme más y más del desquicio habitual que antecede alguna “inauguración” de mis niñas…

Con mi “caja especial” (cuando llegué al pueblo me encargué de hacer una nueva), subí junto a Leydi a nuestro lecho de amor, también desnudo y dispuesto a reproducir mis fantasías contenidas con esa infante de 3 añitos.

¡Porfin solos y desnudos! Ambos amantes con una diferencia exponencial en edad pero con ya varias historias lujuriosas a cuestas. Un capítulo más se escribiría hoy día… ¡Quizás el más importante hasta ahora!

La blanconcita Leydi era un tierno ángel caído del cielo, para este vuestro servidor que gozó de tantas nenitas y que ahora requería volver a erigir un nuevo grupo de niñas dispuestas para mis poco decorosos planes.

Toquetear su delicada piel, abrazarla y juguetear con ella sintiéndonos piel con piel me llevó rápidamente a ese frenesí sabatino que hoy volvía a invadirme.

-¿Quieres ver la Sirenita?- pregunto tomando el mando universal y apuntándolo a la TV.

-Chiii…

-Ah,…Pues vamos a ponerlo , vale?

Enciendo la TV y coloco el video de la película “La Sirenita” en la pantalla. Captó rápidamente la atención de la niña mientras yo me daba a gusto toqueteándola aún más.

Tomé a Leydi y la voltee sobre la cama, echándola boca abajo pero dejando que sostenga sus manitas sobre la almohada y así pueda mirar hacia la TV…. ¡Su colita infantil frente a mí!

SIRENITA: Por fin puedo ver a los humanos, esta tarde me acercaré a la playa, donde está el castillo. -¡Qué emocionante!

CANGREJOS:

-¿Qué pasará, qué pasará?

-¿Al príncipe verá?

-¿Se enamorará?”

-Jijiji… Ahhh…- suelta Leydi mientras yo me doy a gusto manoseando su colita blanquita…

-Muy bien, preciosa… Tu tranquila mira tus dibujitos que yo me encargo…- le digo separando una a una cada piernecita de la pequeña Leydi mientras sacaba algunos artefactos de mi “caja especial”.

Anhelando poder estrenar a aquella nenita, comencé a esparcir jaboncillo en crema por toda su colita de infante… ¡El morbo era demasiado!… Era la primera vez que preparaba a una niña tan pequeña para una inminente faena…

Incluso Nayhelli y Dasha eran más grandecitas que Leydi que apenas tenía 3 añitos… ¡Nunca es tarde para convertirse en un amante de las más pequeñas!

-Jijiji…-ríe Leydi volteando a verme, distrayéndose de su película de la Sirenita.

-Muy bien, mi vida… Ya estás lista….- le digo ya teniendo su colita con jaboncillo. A la vez tomé otro de mis artefactos de la caja especial.

-¿anikas….?- pronuncia Leydi al verme estirar frente a ella aquel objeto que me sería de apoyo en nuestra faena.

-¡Canicas! Por supuesto… jeje…- río al sostener frente a ella, las tan famosas bolas chinas…

¡El penúltimo preparativo!…. Aquellas bolas chinas que me sirvieron con tantas nenitas menores, ahora harían lo propio ayudándome a dilatar a la blanconcita Leydi….

La estiré sobre la cama nuevamente, haciendo que mirara la TV mientras yo me deleitaba procurando introducir cada bolita por su esfínter anal.

-Ay!!… Ahh…Ay!!- soltaba Leydi cada que le entraba, y eso me hacía sentir más cachondo.

-Ohh… Muy bien, Leydi… Ya falta poco bebé… resiste… Ohh…

-Ayy!!… Lele..! Ayy!!

-Ohhh!… Recuerda que debes pagar por aquel helado que te compré… Uff… Ya falta poco, Leydi…

Con cada bola que desaparecía dentro de la nenita, me ponía más cachondo imaginándome que muy pronto vería desaparecer mi propia verga por allí mismo… ¡Locura automática!

Babeaba al mirarla tan linda y desnudita solo para mi, dejándome toquetearla al punto que incluso podía darme el lujo de introducir bolas dentro de ella.

La pobre nenita ya me tenía presionando varias veces por sus agujeritos, en tantas otras veces que nos quedamos a solas, pero solo hasta ahora que recién le podía introducir cosas de mayor tamaño…. ¡Hoy era el día!

-Ay!!… Ayy!!

-Ohh… Muy bien, Leydi… Joder!!… La última!!… Y ya!! Ohhhhh!!- exhalo sin poder contenerme al ver desaparecer la última bola dentro de su culito infantil…. ¡Misión cumplida!

Me imaginaba aquellas bolas chinas haciendo su trabajo, preparando aquel esfínter para el triunfal ingreso de mi afortunada verga que ha invadido tantos agujeritos infantiles y que anotaría en la lista a la blanconcita Leydi… ¡Desquicio total!

Y es que parecía increíble imaginarme follando a aquella nenita de 3 añitos, tan chiquita y a mi alcance gracias al descuido e ingenuidad de sus padres para encargármela sin saber lo que tenía preparado para su criatura….

Mi verga ya erecta botaba liquido pre-seminal mientras me pajeaba mirando a la tierna niña que veía su TV, sin imaginar lo que estaba por sucederle… ¡No podía aguantar más!

En un arrebato por recibir un desahogo temporal, tomé el mando del TV y detuve la reproducción de la película que tanto interesaba a la tierna niña.

-..tireita…- repite Leydi señalando la TV queriendo que la película no se detuviera…

-Uff… ¿Quieres ver la TV?- pregunto mientras me pajeaba frente a ella acercándome de rodillas.

La nena asiente con anhelo señalando con un dedito a la pantalla congelada.

-Pues… Antes debes prepararme a mi también… Uff…!! – le digo poniendo en su rostro mi verga erecta. Seguía babeante, lleno de mis fluidos preseminales y que la nena conocía muy bien.

Casi pareciendo actuar por instinto, Leydi obediente se para sobre la cama para chupar aquella verga, que aún estado yo arrodillado, le llegaba a su carita…

-Ohhh…. Muy bien, Leydi… Joder!… Sigue así, mi vida… Ufff…!!

Allí estaba yo, de rodillas con una nenita dándome otra de sus mamadas sabatinas, en un sitio recóndito, ambos bajo el abrigo de esta cabaña que ocultaba semejante acto pecaminoso.

La moral se retorcía en aquel lugar del mundo, donde una nenita de 3 años chupaba alegremente una polla que apenas le cabía en su boquita… Aquella boquita celestial que me trasladaba al paraíso terrenal por momentos, pero que hasta hoy sería un placer secundario…

¡Porque hoy rompería toda moral restante!…. Hoy me enrumbaría junto a Leydi en busca de un placer superior y con el cual soñaba desde hace tiempo…

-Ohhh…Ohh…. Muy bien, Leydi…

-Ummm… ummm!!

-Ohhhh…. Ohhh….

Los minutos pasaban, entre mamadas de la tierna niña que no dejaba de juguetear con su lengüita minúscula por todo mi glande. Lo hacía mucho más inexperta que muchas de mis niñas primerizas, pero el que ella a sus 3 añitos ya chupara una verga era motivo de celebración para mí….

Yo me aguantaba intentando no venirme… Quería reservarme para dejar toda mi carga acumulada del día y ayer, para soltarla en el momento y lugar preciso que tanto deseaba…

Siiii… Así es, estimados lectores. El destino donde iría toda esa carga seminal ya se estaba preparando para recibirme, dilatándose hace casi 1 hora de entrenamiento para aguantar mi verga desquiciada que por ahora se calmaba dentro de la cavidad bucal de la pequeña.

-¡Joder! – exclamo cuando por fin el reloj del TV me mostró que había pasado la hora que había estado esperando… ¡Había llegado el momento!

Aparté mi verga de la boquita de Leydi que se pensó que había logrado su cometido, ya que se echó sobre la cama mirando la TV que volvía a reproducir la Sirenita.

-Uff…. Joder… Leydi… Porfin, mi niña… PORFIN!!! -grité desquiciado arrojándome sobre ella y su culito infantil. Mi verga erecta y lubricada con la saliva de la niña y mis propios fluidos reclamaba aquel tesoro bendito…

Jalé el arito que sobresalía de su esfínter y una a una fueron saliendo las bolas chinas, haciendo el conocido ¡ploc! cada que una emergía del culito de Leydi…. ¡Que ternura!

La nenita seguía mirando la TV, quizás creyendo que habíamos terminado pero a medida que salieron las últimas bolas… comenzó a voltear hacia donde sucedía la acción…

-Ay… Jijiji…- ríe como siempre la risueña Leydi que ahora veía aquellas bolas chinas colgar de uno de mis dedos, antes de ser arrojadas al otro lado de la cama… ¡Que empiece la función!

Guiado por mis más primitivos instintos, tomé a la pequeña Leydi de su cinturita para cargarla, a la misma vez que yo me echaba contra el espaldar de la cama.

Yo estaba apoyado sobre la cama, sentado con Leydi ligerita y sostenida por mi desde su cinturita… La tenía tomada cual si fuera una muñeca por lo fácil que podía agarrarla y por el tamaño…

-Uff… Muy bien, preciosa….

-¿Umm? Jijiji… – ríe la pequeña al verme rozar mi verga por aquel caminito entre su rajita y su anito, presionando finalmente un poco en la entrada de su esfínter elegido…

-Ohh…Leydi… Ohhh….- deliraba sintiendo toda aquella suavidad con la que me deslizaba por sus orificios al punto de estar casi en medio del desquicio cuando la punta de mi pitote se depositó justo besando su anito…. ¡LOCURA TOTAL!

Con la lujuria desbordante que me embargaba y ya sin poder aguantar más, comencé a presionar la entrada al esfínter de Leydi, deslizándome por fin hacia dentro dejando que la gravedad me ayude a invadir aquel añorado culito de niña de 3 años…. ¡El paraíso terrenal a mis pies!

-Jijiji…. Ah…. Aaaayyyyy….

-Ohhhh….. OOOOOOHHH!!

-Uhhhh!!… Ayyyy!! …. UUUUUHHH!!

-JOOOOODER!! OHHHHH!!

¡ÉPICO! ¡DESCOMUNAL! Por momentos me mareaba la inmensa cantidad de éxtasis que recorría mi cuerpo al sentir tal apriete en mi verga. Casi que me dolía estar solo con la punta clavada en su colita, pero el placer por el apriete calmaba todo cual bálsamo lujurioso de tan brutal escena.

-UUUUUUHHHH… UHHHHH!!

Leydi lloriqueaba, abierta por la colita e intentando zafarse, pero como la tenía tomada de su cinturita todas las pataletas eran inútiles. La sostenía muy bien, con aquella furia del macho que no esta dispuesto a dejar que se le escape su hembra de 3 añitos….

-OHHHH…OHHHH…JODEEEERRR!!

-AYYYY!!! UUUUUHHHHH!!

-Como aprietas, Leydi… Que rico mi vida…. UFFFFF!!

-BUUUUUHHHH!!

Ambos desnudos sobre la cama, con mi verga dentro de la colita de aquella blanconcita niña de 3 añitos, mientras de seguro se escuchaba de fondo la película de la Sirenita… ¡Pero quien podría prestarle atención a semejante estupidez!… ¡Sobre la blancas sábanas se escribía una historia mil veces mejor!

Leydi tampoco miraba la TV, en cambio solo lloriqueaba abierta por su colita… Aun cuando solo tuviera la punta de mi miembro metida dentro de ella… ¡POR AHORA!

-Ufff…. Uffff…. Que rico aprietas, Leydi…. Ohh… Pero aun falta un poco más, preciosa….

-Ahh…. BUUUUHHH!!

-Ufff!! Ya, bebé…. Ohhh!!… Joder… No aguanto más, Leydi… Resiste…. OOOOOHHHH!!!

-BUUUUUUUUUUU!!!

-OHHHHHHHH!! JOODEEEEEEEERRR!!

-BUUUUUUUUHHH!! AHHHHHH!!!

Casi sin piedad, cual bestia a la que solo le importa copular, invadí el tramo que me faltaba para dejarle al menos la mitad de mi verga dentro de su culito de niña… ¡FRENESÍ DESQUICIANTE!

Os juro que sentí mi visión fallarme por momentos por todas las sensaciones juntas que me invadían…. Veía luces de tanto placer por sentirme dentro de Leydi, clavando mi desquiciada verga, que se disponía a traicionarme muy pronto y liberar el contenido fielmente guardado en mis gónadas…

Apenas un par de minutos me mantuve clavado dentro de la llorosa Leydi que era utilizada como juguete sexual de este vulgar sacerdote que la añadía a su lista de nenitas desvirgadas analmente…. ¡Una lista que planeaba seguir expandiendo en mi paso por este hermoso mundo lleno de belleza infantiles!

¡No pude más! Incluso ya babeaba cual bestia que perdió la conciencia y se entregaba a sus instintos más primitivos…. Mi cordura desapareció a los pocos minutos de mantenerme dentro de Leydi, al punto que me dejé llevar finalmente por Afrodita y con sumo deleite procedí a liberar aquella carga reservada para la nenita de 3 añitos….

-OOOOOOOOHHHHHHHHHH!!! JODEEEEEEEERR!!

-UUUUUUUHHHHHH!!! BUUUUUUUUUUU!!!

Al borde del desmayo, sentía mi verga expulsar chorros de esperma dentro la colita de la tierna Leydi, cual si fueran cataratas, al punto de expulsarme fuera de los dominios de la blanconcita…

¡Baño infantil! Totalmente sorprendido, cuando levanté a Leydi, pude observar como mi polla seguía eyaculando a la tierna niña, rociando su espaldita y su cabello de todo mi esperma…. ¡Incluso me di el lujo de eyacular en su rostro lloroso!

-OHHHHH!!! OHHHHH!!! Tomaaaaa, putita….. Tomaaaa!! Ohhhhhh!!! – gritaba fuera de sí, aun sintiendo los efectos de aquel orgasmo brutal que me tenía en medio de la locura.

Limpié hasta la última gota en el cuerpo de la pequeña Leydi que seguía gimoteando y sollozando, mientras se agarraba su colita infantil que exhibía una gran “O” en donde estaba su desvirgado culito.

¡Éxito total! Poco a poco fui recobrando la cordura y siendo más consciente de la situación, procedí a contemplar la escena que nos habíamos montado con la pequeña Leydi…

-Uh…uh…. Uh…- sollozaba hipando la tierna niña de 3 añitos que seguía de costado, mirando hacia la TV.

Procuré animarla sacando un oso de peluche muy bonito y caro que tenía en una de las bolsas que traje con nosotros, pero la pequeña siguió llorosa y gimoteando… aunque si recibió el oso y lo tenía abrazado mientras miraba hacia la pantalla donde ya casi terminaba la película de “La Sirenita”.

Miré el reloj, y ya iban a ser las 6 de la tarde… ¡Era momento de pasar a la siguiente fase del plan!

Dejé a Leydi dentro de la cabaña y salí hacia la calle (o mejor dicho al exterior porque la zona era muy agreste para considerar que tuviera calles) llevando mi móvil al mismo tiempo que buscaba en mi agenda a doña Delia.

-¡Aló, Padre!

-Delia! ¿Cómo quedó el tema de la entrega?

-¡Ay, Padre! Por poco y no nos dejan las cosas… ¡Querían que yo estuviera allí y hasta molestos se pusieron por hacerles esperar!

¡Vaya suerte! Podría usar esto también a mi favor…

-¡Qué embrollo! Al menos terminó ese asunto, Delia…

-Si, Padre…. Disculpe las molestias… ¿Leydi le está causando problemas?

-Delia…Justo de eso quería hablar.

-Dígame, Padre.

-Acabo de recibir el llamado del Vicario y me comunica que El Obispo ******, desea que esté hoy mismo para sustentar el presupuesto de la donación que nos va a brindar para el Colegio Parroquial.

-¿Tan tarde, Padre?

-Así es. El Obispo tiene un viaje previsto y requiere que esté hoy mismo…

-Ay, Padre! ¿Y que hacemos con Leydi?

-Justo de eso se trata… Como están las cosas no podré llevártela hoy, Delia… ¡Debo partir ahora mismo!

-Pero, Padre… entonces?

-¡Leydi se quedará conmigo un par de días más! – recité con toda la severidad que se me fue posible. No era una sugerencia, era una orden, un hecho, ¡un mandato religioso!- Por suerte en la residencia del Obispo tenemos a las monjas del Divino ******, ellas me ayudarán a cuidarla mientras esté en ******, sustentando el proyecto al Obispo.

-¡Ay, Padre! ¿Pero no será mucha molestia? – me pregunta una angustiada Delia. Aunque por el tono de voz podía distinguir que su angustia era más la de una feligrés que esta dándole problemas al sacerdote.

Ante esto tenía varias opciones: ponerme muy entusiasmado por la idea, mostrarme muy en contra pero que solo lo hacía por ser de emergencia, o una mezcla de ambas… ¡Opté por la última!

-¡Por esta vez no lo creo, Delia! Leydi se ha portado muy bien hasta ahora…- le digo sonando serio-… Espero que las monjas me puedan ayudar mientras esté de visita con el Obispo… Ellas tendrán ropa por si necesitamos cambiarla o darle un baño…

-¡Regáñela si se porta mal, Padre! Ay, Diosito…. Espero no rompa nada…- suelta una preocupada Delia.

-No te preocupes demasiado, Delia… Ya veré como nos las arreglamos por aquí… Te llamaré más tarde por si necesito alguna ayuda con ella…

-De acuerdo, Padre… Ah… ¡Y gracias por todo, Padre!! Sé que Leydi se lo ha pasado muy bien en su viaje…!- me dice la pobre madre que seguía ignorante de lo bien que me lo había pasado yo con su nenita de 3 añitos…

Con una sonrisa de satisfacción, colgué el móvil sintiéndome afortunado por disponer un par de días más de la pequeña Leydi…

Su “inauguración” aun empezaba y toda esa farsa de la visita al Obispo me daba más tiempo en aquella alejada cabaña donde gozaría a más no poder de la compañía de aquel tierno ángel de 3 añitos recién cumplidos.

Incluso, ahora que estaba estrenada por la colita podría practicar follármela con cierta velocidad a diferencia de hace un rato que solo me mantuve quieto dentro de ella… ¡OHHH!…. ¡Qué divino!…. Pero eso, eso será motivo de otro relato. Hasta entonces.

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