Confesiones del Padre Arturo: Exilio parte 4

Llegamos al cuarto relato de esta saga.

Retomemos lo sucedido una semana después de mi último relato:

Prácticamente, las cosas iban viento en popa con mis dos niñas de la parroquia. Cada vez más me iba acercando más a mis objetivos trazados antes de llegar a este pequeño pueblo oculto en el interior de mi país.

Mientras tanto, crecía mi influencia en aquel pequeño pueblo que me mantenía como su párroco y director de la pequeña escuelita financiada por la Iglesia y la influencia de la futura presa. Poco a poco seguía extendiendo mis tentáculos a fin de quedar bien posicionado con las principales familias que dominaban este pequeño pueblo y eran muy devotas.

Más reuniones importantes, decidiendo sobre el futuro del pueblo y otras relacionadas a la presa. Mi locuacidad, mis contactos en la Iglesia y los cargos que repartía en la parroquia me fueron dando ojos y oídos para poder granjearme en aquel lugar recóndito.

¡Ostias! ¡Con un cargo de poder y dos pequeñas “atendiendo mis necesidades”! Básicamente lo que cualquier amante de las niñas podría desear…

Sin embargo… si les soy sincero, a veces algunos sueños, recuerdos y deja vus me recordaban mis pasadas etapas sirviendo al Club, al punto de embargarme de una nostalgia terrible por volver a ver a mis preciosas niñas: Anita y Rebeca.

Una de ellas, bajo el cuidado de sus padres sí, pero también de las inescrupulosas manos de mi ahora “jefe” y superior en el estamento de La Orden. Era muy seguro que el crápula de Isaías, de seguro tenía un ojo puesto en Anita a pesar de las múltiples promesas por garantizar su seguridad… ¡Granuja!

Y por otro lado estaba mi hermosa Rebeca. Mi muy sensual niña con una cola de mujer a sus 10 añitos, que de seguro era la que más sufriría. Me ponía muy triste imaginarme que Veronika de seguro se desentendería de ella en algún momento, por más gratitud que me tuviera… Eso sin contar de los continuos acosos que podría estar recibiendo por parte de otros adultos… ¡Madre mía!

Estos pensamientos me invadían por las noches sin dejarme conciliar el sueño. Las primeras semanas fueron más fuertes y conforme fue pasando el tiempo racionalicé que, a pesar de mis quejas, no podía hacer mucho mientras La Orden no me protegiera. E ir a la ciudad, desobedeciendo a Isaías e invadiendo territorio del Club sería muy perjudicial para mis intereses. Esos tipos estarían muy atentos a mis movimientos si intentaba acercarme a una de mis pequeñas…

¡En fin! ¡A mal tiempo buena cara! Sé que no gano nada lamentándome sin actuar y lo mejor por ahora era volver a recuperar mi prestigio sirviendo a La Orden. Dejé tanto atrás que ahora solo me queda mirar hacia adelante, aguardando por nuevas aventuras y por supuesto, nuevas niñas.

¡Vamos pues! Ya me he extendido un poco en este breve recordaris que dejé de contaros como me iban con las niñas:

Empecemos con Susi, mi “misionera” nalgoncita de 6 añitos. Aquella que perseguía el sueño de “servir a nuestro Señor” para lograr ser la primera de la clase y la niña de los salmos…

¡UFFF!

Pues, por donde comenzar… Ya ustedes conocieron mis avances en otros relatos, pero aún seguía sin terminar de concretar la tan esperada “ceremonia” donde inauguraría aquella niña, la segunda en mi lista tras el éxito con Leydi….

¿Por qué aún no concreté con Susi? Pues porque deseaba que llegara el momento perfecto para ello. Ella iba a ser la primera de mis niñas “misioneras”, así que debía ser muy cuidadoso (incluso si para vosotros os parece extremo) para que todo se diese de la forma que yo quería.

Sin embargo, eso no quiere decir que mientras nos pueda disfrutar de aquel tierno ángel de 6 añitos…. Noooo, claro que no…

Es más, en estos días previos a la gran “ceremonia”, me divertía más que nunca con la inocente nalgoncita…

Siii… la inocente Susi… De pronto, al solo recordar esto, puedo sentirme volver en el tiempo

.

.

.

-Mmmm….mmmm….mmm…

-Ufff…ufff…. Muy bien…

-Mmmm… ummm…..

-Ohh…..Oh….Muy bien, chúpalo debajo también… UFFF..

-Mmmm….mmm…. Aaaah….

La pequeña Susi succionaba mi verga, echadita sobre el sofá donde yo permanecía sentado mientras la culoncita realizaba aquella alabanza de niña misionera. Su boquita de ángel cubría de saliva todo mi profano falo que invadía aquella cavidad oral con total descaro…

-Aaaahh… ¿Lo hago bien, Padre? – pregunta la nenita golpeándose mi verga en su lengüita, cual si fuera una experta en estas artes orales.

-Muy bien, Susi… Poco a poco iras aprendiendo… Uff…

-Siii… Padre….Ahhh….

-Uff…..

¡Como chupaba esa niña! Apenas unos días y con lo entusiasmada que estaba por obtener estrellas para ganarle a Francesca, al final terminó explorando cualquier técnica que le prodigara elogios de mi parte… ¡Su curiosidad alimentaba mi morbo por verla chupar!

Su lengüita infantil subía y bajaba por el tronco de mi miembro salivoso por tanto tratamiento de la culoncita.

Yo le acariciaba su cabello mientras al mismo tiempo la pequeña lamía toda la superficie de aquel falo que le servía para sus alabanzas…

-Mmmm….mmmm….mmm…

-Ufff…ufff…. Muy bien…

-Mmmm… ummm…..

-Ohh…..Oh….

-Mmmm….mmm…. Aaaah….

Susi chupaba y chupaba, dejando en las nubes a este poco decoroso sacerdote que se aprovechaba de la inocencia de tan tierna niña, mientras acariciaba su sedoso cabello amarrado en un moño escolar

hasta que finalmente me aventuré un poco y levanté su faldita…

-¿Padre, con esto tendré mis estrellitas? – pregunta la nena lamiendo por debajo de mis bolas…

-Ufff… Claro, preciosa… con esto te aumentaré dos estrellitas, igual que Francesca…

-Pero si yo tengo las mismas estrellas ¿Quién es la mejor de la clase? – pregunta la culoncita sacándose mi verga de su boquita y mirándome dudosa.

Al entender su preocupación, sonreí y moví mis caricias desde su cabecita pasando por su espaldita hasta su faldita.

-¿Susi, quieres una estrella más? – pregunto acariciando su colita infantil.

-Siii… Siete estrellitas! – sonríe la nena aun pese a que seguía siendo manoseada por este depravado sacerdote. Tal situación era muy excitante.

-Muy bien, entonces…- digo levantando su faldita y bajándole sus braguitas quedando sus nalguitas al airea… ¡Tiernas posaderas de niña!

-Ay…

-…entonces te vas a portar como una “niña misionera”, no es así?- pregunto acariciando su colita infantil directamente… ¡Que suaves y turgente nalguitas!

-Siii, Padre…- asiente la culoncita mientras ignora mis manoseos cotidianos y vuelve su atención hacia aquel falo entre sus manitas. La pequeña abre nuevamente su boquita y engulle el mástil de carne que se erige frente a ella.

-Ufff… Muy bien, Susi… Si sabes cómo ganarte tus estrellitas… Ohhh…

Con voz entrecortada observo a aquella criatura de 6 añitos, manipulada por este vil sacerdote que se aprovecha de su inocencia para saciarse con su tierna figura. Su lengüita de nenita comienza a ganar experiencia bailando alrededor de mi glande ensalivado, mientras yo me doy a gusto explorando con mis dedos entre sus nalguitas.

-Ay… ¡Padre!…- se queja la culoncita cuando le comienzo a meter un dedo por su culito.

-Shhh… Susi, recuerda que las niñas misioneras no se distraen de su labor…- le recuerdo envalentonado mientras me llevo mis dedos a los labios para ensalivarlos y volverlos acercar a aquella colita infantil.

-Sí, Padre… Lo siento, lo siento…- se disculpa la niña temerosa de Dios justo cuando vuelvo a retomar el manoseo a su culito y deslizar mis dedos hacia su esfínter. -….AY! …Mi colita… Ay!

-Shhhh!! ¡Una niña misionera no se queja de servir a nuestro señor!

-Sii , Padre… Lo siento… lo siento…-repite Susi tomando mi miembro aún con mi dedo dentro de su anito. La pobre niña comienza a chupar mi polla como bien ha ido aprendiendo desde su primera labor como “misionera”.

Recorriendo el precioso cuerpito de aquella nenita, siento revivir mis mejores momentos previos a grandes experiencias con mis niñas… ¡Placer casi irreal!

Incluso ahora, se siente como si todo me absorbiera por un túnel de placer que parte justo desde la boquita de la niña que succiona cual nena busca recibir su lechita…

Vuelvo a sumergirme no queriendo salir de aquel mundo de éxtasis, al mismo tiempo que una fuerza superior pretende llevarme a la realidad…

¡Nuevamente despierto! Abro los ojos, despertando después de tantas sensaciones tan vívidas… Aquel sueño no fue uno cualquiera… Se trataban de hechos vividos hace apenas unos días…

Mis ojos distinguen la decoración de mi oficina en el colegio parroquial. Procedo a desperezarme al mismo tiempo que intento recordar las razones para aquella somnolencia en horario de trabajo.

Justo me había desvelado el día anterior por una reunión en casa de una de las familias influyentes en la ciudad. Bastó que pestañeara un instante mientras permanecía sentado frente a mi escritorio para caer en brazos de Morfeo y revivir aquella visita de mi pequeña “misionera”.

Había terminado de ordenar mis papeles justo antes de que sonara las doce. Esto era una costumbre que normalmente lograba concretar a fin de poder disfrutar de los “beneficios” que me puede dar encerrarme por varios minutos con la “delegada de 1er grado de primaria”.

Algunos de esos “beneficios” lo han podido comprobar al comienzo de este relato, cuando os relataba a modo de sueño una experiencia con mi pequeña Susi.

Cada día después de las 12, puedo desahogar parte de la libido que despiertan en mí aquellas tiernas formas de niña.

Recorrer sus partes íntimas bajo la excusa de convertirla en una “niña misionera”, poder disfrutar de sus caricias y prodigarle las mías, sentir como aquel monstruo oculto en mis pantalones se desahoga en aquellos suaves labios…. ¡JODER! ¡UFFFF!

No hay duda de que Susi ha llegado a mi vida para quedarse y ser una necesidad vital para este poco decoroso sacerdote… Cada día con ella en mi oficina era motivo de gozo…

Pero ¿hoy era un día como los otros?… Quizás no… ¿Por qué? Lo averiguareis muy pronto…

Pues como dije, si bien me encontraba solo en mi oficina, no sería por mucho tiempo… ¡Claro que no!… ¡Ya lo tenía todo preparado!

De pronto unos golpecitos delicados sonaron en mi puerta. Pero estos tenían un ritmo distinto al que usualmente conocía…

Sonreí complacido al darme cuenta de que mi plan estaba por iniciarse, y de que el éxito dependería de cuanto pudiera estirar la situación hasta lograr el objetivo…

– ¡Pase! – exclamo para que se me oiga mientras finjo continuar escribiendo, mientras doy un vistazo de reojo.

¡Benditos los ojos que te ven!

Embelesado por dentro, observo a la pequeña Francesca ingresar a mi oficina esbozando una sonrisa encendida que puede dejar enamorado a cualquier amante de las niñas.

Aquella muñequita rubia de tez blanquita y delicada figura, se para de espaldas a la puerta que acaba de cerrar mirándome expectante mientras sostiene un cuaderno rojo que dice “1er grado”.

Levanto la vista para que la nena pueda ver claramente que la estoy mirando, mientras intento no caer desmayado por su ternura.

-Acércate, Francesca…- le digo sonando lo más afable y firme posible.

-Si, Padre… Voy…- contesta la princesita de cabellos dorados caminando elegantemente hasta mi asiento… ¡Hasta en su caminar la pequeña demuestra educación!

La princesa se paró cerca de mí, justo en el momento que giro mi silla para mostrarle mi regazo

-Ven aquí, Francesca. Las “delegadas” tienen que mostrarme el cuaderno de incidencias…

-Sí, Padre…- asiente la pequeña, al parecer contenta por tal honor.

Con suma docilidad, Francesca se acercó hasta mi lado, acomodando su faldita justo antes de depositar su colita sobre mi regazo…

¡Hermosa! La pequeña muñequita me tenía hipnotizado siempre que la tenía muy cerca… ¡y ahora la tenía justo sobre mi regazo!

Olía a jazmines, tan finamente arreglada como esperaría de una nenita muy bien cuidada. La preciosa Francesca llevaba su cabello rubio suelto y por debajo de su cuello de cisne.

Necesitaba de mi mayor autocontrol para no cometer una locura con aquel tierno ángel tan cerca de mí. Debía mantener mi tapadera de ser aquel sacerdote de confianza del pueblo y su director de escuela.

-Muy bien, Francesca… Ahora muéstrame como les ha ido en clases…

-Si, Padre…- se mueve Francesca sobre mi moviendo su colita mientras yo le colocaba mi mano por encima de su cinturita, acariciándola con deseo.

La pequeña, muy hacendosa con sus deberes, empieza a recitar, con aquella vocecita con acento francés, todas las clases que tuvieron, así como todas las estrellitas que se había ganado.

Una vez terminó la típica explicación del cuaderno de incidencias, acaricié cariñosamente el cabello rubio de la pequeña mientras giraba su rostro para que me mirara directamente.

-Muy bien, Francesca, pero cuéntame ¿cómo te va en la escuela? ¿Ya tienes muchos amiguitos?

-Sii, Padre… Todos me tratan bien…- sonríe la nenita inocente, al parecer contenta ante mis caricias a su delicado rostro…

¡Tan linda! Me daban ganas de besuquearla ahí mismo por lo hermosa que era. Sus gestitos delicados a tan tierna edad eran una clara señal que aquella nenita disfrutaba siendo el centro de atención de aquel sacerdote que la tenía sentada en su regazo… ¡Ufff! ¡Una verdadera muñequita!

-Ya veo. Incluso te has hecho amiga de Susi y Lidia… Siempre te sientas con ellas…

-Siii… Les mostré mi cuaderno de dibujos y coloreamos juntas en clase de Arte.

-Oh…Muy bien… ¿Te gusta jugar en el patio?

-Siii… En “Santa *****” tenemos un patio más grande…- comenta la pequeña sonrojándose lo cual hizo que se encendiera aquel rubor en sus mejillas.

-Pues aquí el campo es nuestro patio… ¿Ya viste los manzanos plantados a espaldas del colegio?

-Siii… La señora ***** nos convidó a mí y a Susi…

-Muy bien, me alegro de que seáis tan buenas amigas…- sonrío complacido.

Y era así. Algo curioso, ¿no? Aquella nenita que básicamente estaba arrebatándole muchas cosas a Susi, era su propia amiguita Francesca…

De lo que percibía de su amistad y comentarios de su maestra, ambas nenas se llevaban bien y se sentaban muy cerca en el aula. Quizás había competencia por ser la mejor del primer grado, pero aún así seguían siendo amigas.

Y es que aquel detalle podía ser muy fuerte en mis intereses con ambas nenas, pero primero debería presionar un poco a la que deseaba “inaugurar” antes que a todas… ¡Mi tierna “misionera” de 6 añitos!

De pronto… ¡Toc toc!… se escuchó unos golpecitos apresurados en mi puerta. A pesar de lo apremiante que sonaban, pude distinguir un ritmo conocido en aquel llamado… ¡Al fin!

-¡PASE!

Tras mi aviso, la puerta se abrió nuevamente dejando ver como ingresaba una nenita uniformada de 6 añitos y con trenzas… ¡La culoncita Susi hacía su ingreso a mi oficina!

-¡Padre! ¡La Miss **** me dijo que trajera las libretas! – recita la pequeña Susi llevando un fólder consigo. Por un instante la pequeña se nos quedó mirando a mí y a Francesca.

Pude notar que la culoncita miraba recelosa por que tuviera a la rubiecita sentada en mi regazo, aquel lugar que era el destinado para la delegada del 1º grado. Presintiendo ello, opté por acariciar la cinturita de Francesca, asegurándome que la pequeña Susi apreciara tal detalle.

-Sí, Susi… Como no estabas en tu aula, pedí que Francesca me trajera el cuaderno de incidencias…

-¡La Miss….!- comenzó de pronto Susi con su explicación pero opté por cortarla.

-¡No hay problema! De todas formas, Francesca también tiene muy buenas notas… ¿no es así? – pregunto a la princesita sentada en mi regazo a la vez que acaricio su delicada espaldita queriendo bajar hasta su derrier infantil.

-¡Siiii!- asiente la angelical nenita.

-Entonces ella también podría ser una “delegada” del primer grado… ¡No hay problema! – recito claramente tratando de provocar el orgullo de mi pequeña “misionera” de 6 añitos.

Susi me miró en silencio aún con recelo mientras deslizaba mis caricias por encima de la cinturita de Francesca…

¡Todo estaba planeado! Nada era al azar y aquel llamado de otra Miss a Susi básicamente era para que pudiera distraerla y armar toda esta situación donde Francesca tomaba su lugar… ¡¿Ahora comprenden cuando dije el momento preciso?!

Fue fácil pedir a una de mis profesoras que la llamara con la excusa de completar su silueta para un trabajo de arte que otra aula estaba preparando y que yo pedí que usaran a la misma Susi para tal fin. Gracias a ello, quedé con vía libre para concretar mi plan.

Sin embargo, también se preguntarán ¿Por qué no lo hice antes?… Pues porque deseaba que Susi disfrutara unos días más de los beneficios de ser una “niña misionera”, con altas notas y leyendo los salmos en la misa. Así, cuando al final sintiera que todo se le podía escapar, no tuviera ninguna duda en obedecerme para conservar sus privilegios como “niña misionera”.

-Muy bien, Francesca… Puedes volver a tu aula y gracias por traerme el cuaderno.

-De nada, Padre… – contesta la niña, bajándose de mi regazo mientras antes de salir hace un gesto de reverencia… Algo excesivo pero que básicamente me daba a entender el respeto que me tenía la nenita rubia.

Aquel tierno ángel de cabellos dorados pasa al costado de Susi que mira a su amiguita irse, quedándose a solas conmigo.

-Cierra la puerta Susi y ven aquí que tengo que hablar contigo- le ordeno a la culoncita cambiando el tono de mi voz por uno más serio.

-Sí, Padre…- asiente la nenita.

Tomo el cuaderno de incidencias y lo abro justo antes de que Susi llegara hasta mi lado y quisiera sentarse sobre mi regazo.

-Mira nada más, Susi… -le digo enseñándole el cuaderno- ¡Francesca te ganó como la primera de la clase! ¿Por qué pasó esto? – pregunto en un gesto increpatorio.

-Pero Padre, ¿puedo ganarme más estrellitas? – pregunta la culoncita dando saltitos ansiosa.

-No, Susi… Lo lamento, pero hoy Francesca fue la primera de la clase…- respondo para sorpresa de la culoncita de 6 añitos.

-Pero Padre ¡yo soy una niña misionera! – protesta Susi medio haciendo puchero. Sin embargo, cuando voltee a mirarla con mi ceño fruncido, la nenita se acobardó.

Sonreí en mis adentros, en medio de aquella situación peligrosa donde si la nenita se decepcionaba o tenía dudas podía complicar mis planes por conseguir disfrutar de su infantil figura. Cualquier otro, se pondría nervioso o cometería algún error tonto. Pero yo tenía años en esto. Literalmente, me conocía todas estas rabietas de las niñas para saber cómo tratarlas.

Acomodé mi silla, para orientarla hacia donde estaba la pequeña, y señalé mi regazo en un típico gesto que la culoncita supo interpretar.

Con delicadeza, aquella pequeña de 6 añitos depositó su colita justo en mi entrepierna, aplastando mi miembro con sus esponjosas nalguitas y dejando que mi verga ingresé justo al medio de ellas…. ¡UFFF!… ¡Que ricura!

Ya estaba erecto por todo el manoseo a Francesca, así que tal arrimón a la culoncita solo hizo que me consolidara por completo entre aquellas pompitas de la pequeña Susi.

La abracé aferrándola hacia mí, hablándole al oído para que la nena sintiera una cercanía entre ambos, pero sin descuidar mi voz imponente de sacerdote y director de su escuela que tenía plena autoridad sobre ella.

-Por supuesto que lo eres, Susi… Pero aún te falta tener tu “crucifijo de misionera”, solo así podrás servir a nuestro Señor como se debe ¡y él te recompensará con varios dones!…

-¿Y cuando me lo dará, Padre? – pregunta la niña absorta por tales promesas.

-Cuando tengas tu “ceremonia especial”, Susi…- recito con grandilocuencia al mismo tiempo que acaricio sus piernitas de princesa-… Una ceremonia entre tú, yo y Diosito que será un secreto que debemos guardar del resto por mandato divino, ¿lo recuerdas?

-Sí, Padre…

-¡Pero no será una ceremonia cualquiera!…- repito mientras no dejo de acariciar sus piernitas metiendo mis manos debajo de su faldita.- Una vez que comencemos no nos detendremos por nada… ¡O Diosito podría mandarte a Satanás a ti y a tus papitos!! – exclamo con gesto de grandilocuencia.

-Ay no!

-Ser una “niña misionera” es para niñas valientes que quieren servir al Señor, y tener buenas notas para alegrar a sus papis… ¿puedes hacerlo? – pregunto a la niñita casi exigiendo una respuesta afirmativa con toda la presión gestual que me fue posible.

-¡Sí, Padre! ¡Quiero ser una niña misionera y servir a Dios como mis papitos! – recita una decidida Susi.

-¡Muy bien, Susi! Entonces debemos cumplir el mandato que nos exige nuestro Señor para convertirte en una “niña misionera”.

-Pero, Padre… ¿cuándo será mi “ceremonia”? – repite la nenita, como apremiando aquel deseado encuentro. Todo aquel palabrerío mío tenía como objetivo que aquella culoncita de 6 añitos insista, trasladando mi urgencia por “inaugurarla” a una urgencia de la pequeña por ser una “niña misionera”.

-Tu “ceremonia” iba a ser este sábado, Susi…- empiezo toqueteando con mis dedos dentro de las braguitas de Susi, recorriendo su rajita hasta su culito -… pero si no la hacemos antes ¡puede que Francesca se convierta en la nueva niña de los salmos!

-Nooooo!! – replica la pobre culoncita, volteándose sobre mi regazo.

Se puso de frente mío aún sobre mí. Sin embargo, opté por tranquilizarla, haciendo que vuelva a sentarse sobre mi regazo. La pequeña se calmó y me dejó que le acariciara su espaldita.

-Así es, Susi…- asiento ante el temor de la niña – Francesca tiene las notas necesarias para ser la próxima niña de los salmos y luego quizás… ¡Una niña misionera!

-Noooo!! – vuelve a replicar Susi de seguro asustada de perder sus privilegios y molestar mucho a sus papitos que la presionaban al extremo.

-Por eso, he rezado mucho a Diosito y él aceptó que tu “ceremonia” sea hoy día mismo…

-¿HOY? – pregunta gratamente sorprendida la culoncita

-¿Qué te parece, Susi?

-SIII!! ¡¡Que bien!! ¿Pero dónde, Padre? ¿Aquí? – pregunta la nenita de 6 años.

-No, claro que no – corrijo con voz grandilocuente. – Una ceremonia de tal tipo solo será posible en el templo del Señor… ¿Lo entiendes?

-Si, Padre… ¿Entonces iremos a la capilla? – pregunta Susi ansiosa.

-Irás a tu casa primero. Te pondrás muy bonita con tu mejor vestidito, ¡como obedece una ceremonia de tal magnitud, Susi! – le instruyo con la solemnidad que tanto impresiona a las niñas devotas.

-Siii, Padre… Me pondré mi vestidito azul que uso para las misas… – contesta la nenita entusiasmada dando saltitos, inocente de mis verdaderas intenciones.

-Muy bien, Susi…Ufff… ¡Sigue con esa devoción y Diosito premiara todos tus esfuerzos!

La pobre nenita no tenía idea que estaba muy cerca de entregar su preciosa figura de princesita a un pecaminoso sacerdote que la había engatusado prometiéndole grandes dones para ella y su familia.

La despaché rápidamente de mi oficina para que regresara a su aula, ya que debía arreglar algunos asuntos cotidianos antes de cruzar a mi capilla para preparar todo lo necesario para aquella “inauguración” que se avecinaba…

Durante la hora de salida, charlé con la mamá de Susi para comentarle que la nenita debía volver más tarde para practicar sus salmos. Además, le dije que la vistiera muy bonito porque deseaba sacarle un par de fotos para nuestra agenda parroquial… ¡Justo necesitábamos la imagen de una niña!

¡Como un tremendo honor lo tomó la doña! ¡Si supiera! La pobre mujer no tenía idea que dejaba a su hija de 6 añitos en la boca del lobo, con este depravado sacerdote que disfrutaba hacerle tantas cositas a una niña de su edad.

Todo esto lo hablé a solas con su mami, mientras Susi se distraía despidiéndose de sus amiguit@s, y le pedí que lo guardara como una sorpresa a su pequeña…. ¡Jojo!

Durante el par de horas que me preparé ordenando la capilla para el ingreso de la pequeña Susi, me sentí como en mis inicios. Recordé tantos eventos con otras niñas y no dejaba de emocionarme por estar a portas de cumplir otra esperada “inauguración”.

Me vestí con mi sotana como si fuera día de misa y recorrí ansioso por los rincones de aquella parroquia que estaba normalmente vacía en un día particular por la tarde, además de que instruí con anterioridad a los misioneros a que sus labores las realizaran fuera la parroquia.

Aguardé con ansias que mi reloj marcara las 4 p.m. momento en el cual la pequeña culoncita llegaría con su mami para su tan esperada “ceremonia”. Casi que agradecí a los cielos cuando me la trajeron 3 y media, como si la pequeña hubiera pedido estar cuanto antes en la casa de nuestro Señor.

Los golpes a la puerta de la parroquia jamás se escucharon tan prometedores, llevándome a las prisas por abrirles y dejar ingresar a la pequeña “misionera” que aguardaba.

Ante mí se presentó la culoncita Susi, llevando un vestidito azul con arreglos, tan hermosa y arreglada como la traían a misa… ¡Ufff!… Y ahora la tenía solo para mí…

Su mami la trajo hasta la puerta de la parroquia, sin embargo, conforme a mis protocolos, la nena entró solita luego de que despidiéramos a su mami, prometiendo volver en un par de horas.

-¡Padre! ¡Padre! ¿Ya vamos a comenzar la ceremonia? – pregunta la nenita ansiosa caminando a mi lado y mirándome entusiasmada.

-Claro que sí, Susi ¿Estás feliz? – pregunto llevándomela de la manita mientras yo sudaba por las ansias de tan esperado momento.

-Siii!! ¡Quiero servir a nuestro Señor! – contesta decidida mientras cruzábamos el portal que daba acceso a la capilla.

-¡Muy bien! ¡Esa es la actitud que Diosito quiere de sus “niñas misioneras”! – asiento celebrando por fuera su gesto de devoción, mientras que por dentro me relamía al escuchar que estaba dispuesta a todo – ¡Pero antes! Debes rezar tus Padres Nuestro y Aves Marías… ¡Ah! Y no te olvides de tu rezo de apertura…- digo tomando una hoja que dejé en una de las bancas de la capilla.

-Sí, Padre. – responde la nena ya conocedora de los “procedimientos”, tomando aquella hoja que le hice recitar al final de la primera vez que la vi desnudita. Aquella hoja que prácticamente era una “renuncia legal” por todo lo que estaría para suceder…

La miré atentamente mientras arrodillada sobre el reclinatorio frente al altar, recitaba cada oración con suma devoción, en el especial la última que en esta ocasión había elegido para que la enunciara antes de nuestra “ceremonia”.

– … y si yo… me atreviera… a desobedecer a Nuestro Señor… que me caiga a mí a y a mis papitos… todos los males… que nos envíe el mismísimo Satanás…- recita finalmente la niña aun estremeciéndose por tales palabras.

– Muy bien, preciosa… ¡Gloria a Nuestro Señor! – exclamo mientras la nenita se levanta y la tomo del brazo para guiarla hacia nuestro destino.

Me la llevé lejos del altar hasta el pequeño almacén para guardar todo lo relacionado con la misa, sin embargo, vuestro humilde servidor había preparado lo necesario para esta “ceremonia”.

Cuando llegamos frente a la puerta volteé y le dije a Susi…

-Susi… ¿recuerda que debes hacer primero?

-Siii… Disculpe, Padre- se excusa Susi persignándose frente a la puerta.

Tras ello, giré la perilla de la puerta e ingresamos por aquel pasillo estrecho que daba al almacén. Al finalizar ese pasillo, nos quedamos de pie frente al acceso al almacén que estaba cubierto por una tela blanca de terciopelo con una cruz dorada.

-Padre…

-Sí, Susi… -asiento comprobando que la pequeña sabía muy bien cuál era su labor- ¡Diosito te exige mostrarte tal y como te trajo a este mundo! – exclamo con grandilocuencia.

Por un momento creí que sus dudas volverían, pero estaba completamente equivocado…

-Siii, Padre… – contesta la nenita decidida y lentamente comienza a levantarse su vestido, deleitándome la vista. Aquella prenda azul se levantó para revelar frente a mi, a una niña de 6 añitos semidesnuda solo con unas braguitas color celestito y un listón…. ¡Magnífica imagen!

Relamiéndome en mi interior, recibí el vestidito de Susi que ahora me miraba expectante…

-Susi… debes quitarte todo… Diosito no te trajo al mundo con unas braguitas…

-Ay si…, Disculpe Padre…- contesta la nena bajándose aquella truzita celeste. ¡Qué ricura! Era difícil no relamerse ante la imagen que se me mostraba…

¡El momento esperado! Por fin la culoncita de 6 añitos se desprendía de su última prenda y revelaba su tierna rajita ante este hambriento de niña.

-Muy bien, Susi… Ya estás lista para ingresar al lugar donde tendremos nuestra gran “ceremonia” …- le digo haciéndome a un lado en aquel estrecho pasillo y dejando que la nenita avance conmigo detrás.

-Sí, Padre…- asiente la nenita pasando por mi lado justo para deleitarme con su derriere… ¡Benditos los ojos que te ven! Aquella colita respingona me terminó de volver loco, al punto de que hasta el día de hoy no entiendo como no cometí una locura en ese mismo momento…

Susi ingresó al almacén conmigo detrás y pudo contemplar todo lo que había preparado para su “ceremonia”:

La decoración era parecida a su primera “purificación”: ¡Cuadros e imágenes traídos de la parroquia hasta allí! ¡Ofrendas para la misa! ¡Velas encendidas que alumbraban aquella habitación! Y a un costado de la habitación, la tina grande y vacía…

Sin embargo, en esta ocasión aparte de la tina, traje el sagrario que tan buenamente nos sirvió el anterior relato. Lo coloqué al lado de una gran cama que había instalado justo al medio de aquel almacén que había vuelto a escoger para tan importante ocasión… ¡Nuestro lecho ceremonial!

Al otro costado de la cama estaba la mesa que usábamos para colocar las ofrendas en la misa, en esta ocasión tenía algunas frutas, pero también un plato cubierto color plateado.

Tantos arreglos y preparativos, algunos desde hace días y otros tan complicados de hacer, pero al fin todo tendría recompensa cuando concretara mis intenciones con la culoncita Susi.

Ya yo andaba cachondísimo por esa niña desnudita dejando exhibir su rajita lampiña, sus tiernos pezoncitos y aquella colita respingona que ansiaba por inaugurar… ¡UFFF! ¡JODER!

Sin poder esperar más, me dirijo con la nenita hasta la tina para colocarla en posición para otra “purificación”. Susi ingresa al interior del recipiente y se alista para la ceremonia.

-¡Dios bendito, purifica los pecados de Susi…! – rezo tomando la jarra y derramando el contenido desde su cabello y por todo su cuerpito- ¡Una niña misionera debe estar libre de todo pecado!

-Ay!! ¡Bendito el Señor, nuestro Dios! – reza Susi también siendo bañada solo con agua normal y fría, mientras me deleito la vista al ver una nena de 6 años mojadita.

-¡Bendita seas, Susi! ¡Demos gracias al Señor, por permitirte ser su nueva misionera!

-¡Gloria al Señor, nuestro Dios! – agradece Susi ya acostumbrada a estas respuestas de la misa.

-Muy bien, Susi… Ya casi hemos terminado tu preparación…

-¿Qué falta, Padre? – pregunta la culoncita mojadita.

-¿Acaso te olvidaste?… ¡Debo asegurarme de que todo tu cuerpito ha sido purificado! – le digo arrodillándome frente a ella.

-Sí, Padre… Lo siento… ¿Así? – pregunta la nenita abriendo sus piernitas cuando retire sus manitas. La pequeña ni se inmutó cuando mis manos comenzaron a recorrer su cuerpito desnudo, aunque si temblaba por momento por los nervios.

Aquella sensación de rozar con tus dedos el caminito desde sus pezoncitos infantiles hasta su grutita deliciosa que se delineaba sabrosa y al cual pude acceder luego de retirar sus manitas que la cubrían, es el cielo mismo… ¡Desquiciante imagen!

-Mmm!! Tenemos que asegurarnos que todo tu cuerpo este “purificado” con el agua bendita…– le digo aun lamiendo su sabrosa rajita infantil. No iba a desperdiciar nada de aquel manjar de los Dioses que se me ofrecía con la idea de ser una “niña misionera”.-… ¡Yo mismo purificaré todos tus agujeritos para que Dios esté completamente seguro!

-¡Umm! Siii Padre… Gracias… Umm… Ay!! – atina a decir la nena por momentos tomándome de la cabeza por instinto, cuando me entusiasmaba en demasía por comerle la chuchita…

-¡Buena niña! Ummm!! Deja que el Padre Cristian te lama tu rajita… ¡Alaba a Dios por darte esta oportunidad!

-Umm!! ¡Alabado sea Nuestro Señor! Ahhh!..- gime Susi conmigo devorando su rajita mientras mis manos recorrían desde su cinturita hasta sus nalguitas bien paraditas…

-¡Alabado sea! ¡Demos gracias a Dios por que es bueno!

Les di unas palmaditas a su colita solo para sentir el típico ¡plap! que aquel par de globitos me entregaban, las abrí de par en par y acerqué mis dedos a su culito…

-¡Ay! ¡Porque… porque es eterna su misericordia! Ahhh!! – completa la frase Susi finalizando con un gemido cuando uno de mis dedos intenta forzar la entrada a su culito…

-Ufff!! Muy bien, Susi… -le digo justo cuando tomo aquel dedo y lo vuelvo a ensalivar frente a ella- ¡Hay que dejar tus agujeritos listos! ¡Diosito quiere que los utilices para tus “alabanzas” de niña misionera!

-Siii, Padre…Si Diosito quiere…- contesta Susi con aquella vocecita de princesa ¡La nenita estaba dispuesta a todo por ser una “misionera”!

Con sumo deleite por fin pude acercar aquel dedo salivoso hasta el agujerito de la pequeña Susi quien cerró los ojos cuando reanudé la invasión de su esfínter.

-Ahhh!! Padreee! – gime Susi al sentir mis dedos recorrer su anito, luchando por abrirse paso en aquella estrechez…

-Muy bien, Susi… ¡Alabado sea, Cristo Salvador! …. Mmm!! – deliro cánticos besuqueando y baboseando su cuquita.

-Ahhh!! ¡Demos gracias, porque es bueno… Ahh!! – canta Susi con un último gemido cuando mis dedos expertos giran en su esfínter queriendo expandir su dimensión… ¡El sacerdote preparaba a la pequeña nalgoncita!

-¡Muy bien, Susi! Ahora… veamos por aquí…- le digo justo antes de voltearla y hacerle que se coloque a 4 patas sobre la tina.

Abro sus nalguitas paraditas de par en par y me dispongo a “purificar” aquel agujerito bendito que tanto deseaba mancillar….

-Ahhh…Umm!! – murmura débilmente la nena al sentir mi rostro barbudo lamer aquel anito ya abierto por mis dedos y al cual Susi reconocía como su primer penetrador… ¡La locura hedonista a puertas!

-Ufff!! ¡Bendito sea el señor! Mmm!

-¡AHH! ¡Bendito sea! Ahh!! – gime Susi entonando el salmo con su colita paradita hacia mí.

-¡Bendito por el Sol que sale por las mañanas! Ufff!!

-¡Ayy!! ¡Bendito sea! Ahh!! – gime Susi con las manitas sobre el borde de la tina, mirando hacia atrás como devoraba su colita respingona.

-Ufff!! Mmm!! ¡Bendito por darnos el pan de cada día!

-¡Ummm! ¡Bendito sea! Ahh!!

¡Que delicia de colita! Susi paraba hacia mía aquellas tiernas posaderas que ansiaba por degustar cuanto antes y me conminaban a continuar con la esperada “ceremonia”.

Mientras seguía comiendo la colita de Susi, me llegaban flashback de otras niñas a las cuales tuve en esa posición… entregando sus culitos a este catador de niñas nalgoncitas… ¡La pequeña misionera se hoy se uniría a esta privilegiada lista!

-Ahhh!! ¡Alabado sea… Ahhh!!- gime Susi aguantando mis empujones con el rostro hacia su colita paradita mientras mi lengua se internaba en sus agujeritos.

Con gran esfuerzo, me contuve para aún no liberar mi verga frente a la niña y solo me dediqué a comerle la colita, dándole un soberbio tratamiento a sus agujeritos, hasta que…

-Ufff!! ¡Muy bien, Susiiiii!! Jooo!! – exhalo gravemente, sintiendo que mis interiores ya estaban húmedos por todo el líquido pre-seminal.

¡Era momento de pasar al siguiente nivel!

Detuve mis lamidas y dándole dos palmaditas a su colita le di a entender que había concluido su “purificación”.

-Muy bien, Susi… Uff… Lo has hecho muy bien… – le digo al tiempo que tomo una toalla que tenía en una silla y me acerco a la nena para secarla.

-¿Qué sigue, Padre? – pregunta la nena que al parecer se había quedado sorprendida porque acabara mis besuqueos a su colita.

-¡Ahora Susi debemos comenzar nuestra alabanza principal! ¡Aleluya!

-¡Gloria a Dios! – responde la culoncita.

Llevé a la nenita de 6 añitos hasta donde estaba el sagrario a un lado de la gran cama al medio de la habitación, y abrí la puertita revelando de su interior un cáliz diferente al de la vez anterior. Lo tomé y cerrando el sagrario, entregué aquel recipiente a Susi quien me mira sorprendida.

-¡Es color dorado, Padre! – repite la nenita emocionada. Su reacción era congruente ya que incluso en las misas me había preocupado por hacer algunas distinciones entre el color de los cálices para ciertas ocasiones.

Normalmente usaba el cáliz plateado y solamente sacaba el juego de cálices dorados para ciertas ceremonias especiales en la comunidad… ¡Y hoy lo usaba para sorprender a la culoncita Susi!

-Así es, preciosa…-asiento acariciando su cabello, aunque por dentro deseaba seguir bajando mis caricias, pero me contuve aún, guardándome lo mejor para el final.

-¿Puedo, Padre? – pregunta la nenita casi dando saltitos de emoción. En su mente infantil, de seguro sentía la misma emoción que los devotos feligreses al conocer otro instrumento de la Iglesia.

-Persígnate doblemente, Susi… ¡Recuerda que estas ante el cáliz dorado de nuestro Señor!

-Siii Padre… ¡Bendito sea el Señor, nuestro Dios! – repite la culoncita haciendo la señal de la cruz ansiosa por tomar el cáliz en sus manitas.

Terminé por entregar aquel cáliz a la pequeña Susi, quien lo recibió cual si fuera un tesoro. Tomé la tapa superior revelando el interior de aquel cáliz dorado y brillante.

-Este también está vacío, Padre- me dice la nenita.

-Así es, Susi. Pero ya sabes qué debemos hacer para llenarlo…. ¡Para que el Señor te reconozca como niña misionera, debemos darle nuestras propias ofrendas de fe!

La culoncita se quedó mirándome con una expresión de asombro y curiosa por saber lo que deparaba.

-¿Y ahora , Padre?

-Ahora debes dejarlo frente a la mesa de las ofrendas…

La culoncita muy obediente hace lo propio y deja el cáliz vacío sobre la mesa de ofrendas y regresa a mi lado al costado de aquella gran cama.

-Ahora, Susi… Como una niña misionera debes ayudarme a prepararme para nuestra “alabanza”.- enunció al mismo tiempo que comienzo a desabrochar mi camisa…

La nenita, ya muy consciente de a qué podría referirme, comienza a desabrocharme el pantalón colando sus manitas por debajo de mi sotana. Era una experta en estos menesteres, ya que ella solita debía hacer lo mismo cada vez que venía a mi oficina por sus estrellitas extras.

Con la ayuda de Susi, terminé por quedar desnudo al igual que ella, ya listo para gozar de las mieles carnales que me tenía deparada aquella tierna nalgoncita.

La pequeña medio que se sorprendió, pero al captar mi mirada volvió a parecer completamente devota pese a la situación de estar desnudos frente a frente.

Me dirigí hasta la mesa de ofrendas de la que tomé una estola blanca que tenía lista y me la coloqué cual si fuera una bufanda sobre los hombros. Era color blanco y con arreglos dorados de símbolos eucarísticos… ¡Ese detalle sorprendió más a la nenita!

Susi me miraba absorta y sin ocultar la devoción en sus ojitos, lo cual reforzaban mis ganas por concretar nuestra tan esperada “ceremonia”.

-¡Oremos! – exclamo y Susi como de costumbre, junta sus manitas y cierra sus ojitos, dándome tiempo para tomar un mando pequeñito debajo de los manteles de la mesa.

Presiono el botón reproducir e inmediatamente los parlantes ocultos entre las imágenes de las esquinas de la habitación empiezan a retumbar música instrumental de misa.

-¡Ay! ¡Que susto! – exclama Susi mirando a todos lados sorprendida al mismo tiempo que vuelvo a ocultar el mando entre los manteles de la mesa- Padree….

La nenita se nota con deseos de preguntar por aquella música repentina que salía de donde no podía distinguir, pero me apresuré a cambiar mi voz por la típica entonación que hacía en las misas, fuerte y grave para dejarme oír entre la melodía…

-Susana ***** *****, ¿estás dispuesta a servir a nuestro señor de ahora en adelante, sin miedos ni reticencias, sin peros ni réplicas?

-Sí, Padre.

-¿Estas dispuesta a conservar los sagrados misterios milagrosos de tus alabanzas y jamás revelar nada de lo que suceda en cada una de ellas y si lo hicieras que Satanás derrame todas sus maldiciones sobre ti y tus papitos?

-Sí, Padre.

-¡Señor Dios Bendito! ¡Recibe la ofrenda que Susana **** **** pone ante ti! – exclamo con gran gesto.- ¡Permítele hacer uso de los misterios milagrosos para poder servirte!

-¡Amén! – exclama la niña, ya absorta en todo el ambiente al cual la música contribuía por terminar de hundir cualquier pero que pudiera haber de la niña.

Aún desnudo y cubierto solo por mi estola, me dirijo a la inocente niña, con sus manitas en posición de oración para llevármela hasta aquella cama a la cual subo con ella, dispuesto a revivir sobre aquellas sábanas blancas algunas páginas del Cantar de los Cantares.

Susi se deja echar sobre la cama en posición de misionero mientras yo me colocó justo al medio abriendo sus piernitas. Me acomodé bien la estola para que no se me cayera o se moviera más de lo debido ya que era uno de los aspectos que ayudarían a que Susi se creyera todo el asunto y no dudara un segundo en entregarme su preciosa colita.

-¡Gloria a Dios! – exclamo tomando una de las almohadas de terciopelo y colocándola debajo de ella para que de esa forma mientras estuviera echada boca arriba en pose de misionero, pudiera ver sus dos agujeritos. También me traje con nosotros aquel plato color plateado que estaba en la mesa cubierto con su tapa del mismo material y que ocultaba los instrumentos necesarios para concretar nuestra alabanza.

-¡Gloria démosle siempre! – responde Susi solo observando como pongo ante sus ojos lo que parecía un consolador con estimulador incluido y lo deslizo muy cerca de sus agujeritos.

Echadita como estaba, procedí a estimular sus agujeritos aún húmedos por todos los preparativos previos, pero que aun así volví a lubricar una última vez, al mismo tiempo que dejaba caer una botellita de jaboncillo en la parte de su culito.

Limpié con dedicación a mi nenita, para luego comenzar a introducir aquel consolador por su culito…

-Ahhhh!! Padreee… Ummm!!

-Ufff!! ¡Alabemos al señor porque es bueno!!

-Ayy!! ¡Porque es eterna… su misericordia… Ayyy!!

La “ceremonia” estaba por llegar a la parte cumbre, momentos en los cuales la culoncita Susi por fin me entregaría su mayor tesoro… todo por conseguir ser una “niña misionera”, aquel logro por el que estaba dispuesta a entregar su figura de nenita de 6 añitos en las manos de este pecaminoso sacerdote.

El consolador ya hacía estragos en el tan explorado, por mis dedos, culito de Susi que se dilataba más y más conforme mis caricias y avances expertos iban subiendo de nivel.

-Ayyy!!… ¡Las alabanzas… Ahhh!… de Cristo Salvador… Umm!!- gime Susi cuando el consolador ya estaba dentro de ella, mientras cerraba sus ojitos aguantando como una verdadera “misionera”.

¡JODER! Me adentré lo suficiente con aquel instrumento, a tal punto de que me sorprendió que la nenita no gritara tanto…

Miré de reojo y pude notar que la nenita estaba cerrando sus ojitos y a la vez arañando las sábanas haciendo gesto de aguantar lo que viniere, ya que, su máximo deseo de convertirse en “misionera” era la fuerza que le permitía continuar con tal faena… ¡Increíble!

Me puse como loco y mi verga que estaba completamente erecta por todo lo que sucedía, ahora ya no podía aguantar sin internarse en los territorios de la nalgoncita de 6 añitos.

La dejé echadita sobre la almohada y aparté poco a poco el juguete que salía de su culito hasta que quedó a la vista su anito aún abierto por aquel fálico objeto.

-Ummm… Padre…

-Si, Susi… Ufff… ¡Es momento de nuestra mayor alabanza!… ¡ALELUYA!

-¡Aleluya!

-¡Aleluya!

Tras estas profanas declaraciones, procedo a tomar mi miembro y acercarlo al lubricado y dilatado agujerito de la nalgoncita Susi que me dejaba libre acceso a su esfínter.

¡Ángeles celestiales! ¡Gloriosas melodías! Incluso la música de fondo ayudaba a que todo el morbo creciera, momentos previos al ingreso de aquella profana verga en los confines secretos de la inocente nenita de 6 añitos.

-Ayyy… AHHH!!.. … AAAAHHH!!!!

Cual cayado del gran Moisés que al hundirse abrió los mares de par en par, aquel miembro del Padre Arturo se hundía en las profundidades de la inocente Susi, que entregada a sus mandatos daba vía libre para tan pecaminosa escena.

-JOOOO!! UFFFF!!! SUSIIIIII!! – grité hambriento de niña.

-AYYYYY!! PADREE!! AHHHHHHH!!

La pequeña dio un gritito, pero para mi gran sorpresa seguía aguantando pese a mis denodados avances. No importaba que fuera su primera vez ni que aún estuviera estrecha, la pequeña me dejaba seguir avanzando, mientras hacía esfuerzos por resistir mi encimada.

¡JODEEEER! ¡Qué bien aguantaba la culoncita! Si bien era cierto que la pose en la que estábamos era muy cómoda para una primera penetración, Susi no tenía problemas ni chillaba demasiado como para asustarme y más aún, lo que salía de su boquita eran gemidos que se escuchaban riquísimos…

-Uffff!!! OHHH!! Susiii!! ¡Muy bieenn!! OHHH!!

-Padreeee!! ¡Alabado sea el Señor!! Ahhh!! – gime Susi para mi sorpresa luego de haber emitido un salmo en tremenda situación.

-Hoooo!! ¡ALABADO SEA!! ¡Susi, que bien lo sirves!! HOOO!!

Toda la situación de tener a la pequeña profiriendo alabanzas llevaba las cosas a un nuevo nivel. Mi verga, abrazada por el esfínter de la pequeña nena, daba pulsaciones dentro de ella mientras me derramaba de éxtasis tan soñado por semanas planeando encular a la pequeña Susi.

Con espasmos de placer, casi parecía devorarme la locura al sentirme dentro de la inocente niña que había engatusado para mis maléficos fines. Su estrechez me lastimaba la verga, pero al mismo tiempo me devolvía torrentes de placer en mis bríos por dilatar aquel culito infantil.

Ya estaba casi encima de ella, mientras la nenita aun cerrando sus ojitos, se estiraba hacia atrás con las piernitas abiertas y abriendo su culito para que este depravado ser se desviva en encularla por completo e inaugurar por fin su delicado esfínter de nena.

¡Tan hermosa y dedicada! Susi se me hacía perfecta por momentos. Cerrando sus ojitos y esforzándose por resistir mientras entregaba su culito por lograr un sitio especial en los estamentos de la Iglesia… Su devoción me la hacía irresistible y agradecía a la providencia por permitirme degustar de tan tierno ángel.

-Ahhhhhh!! Padreee!!….-gime Susi cerrando sus ojitos y resistiendo valientemente cuando ya había logrado abrirla por completo y luchaba por mantenerme dentro de ella.

-Joooo!! Ufff!! ¡Resiste Susi… Ohhhh!! ¡Dios Benditoooo!!! – deliro con mi verga totalmente dentro de ella.

¡A sus seis añitos logró aguantarme por completo! ¡Gloria demos por otra niña más que se une a mi lista!

-Ufff… Con calma, preciosa…. Ufff…!! ¡Deja que Diosito actúe dentro de ti… Ohhh!!

-Ahhh!!! Padreee… Mi colitaaa…!! Ayyy!!! Mi colitaaaa!! – la nenita estaba muy concentrada hasta hace unos instantes en sus alabanzas, pero supongo que el dolor aún haría algún efecto.

¡Sobre todo ahora! Cuando me encontraba abriéndola plenamente.

Los canticos que salían de los parlantes hacían más épica una escena que de seguro estaba a la altura de tantas profanaciones que nunca fueron reveladas en aras de la Santidad.

Apenas resistí un poco más… ¡Era imposible hacerlo con tanto estímulo! …. Aquella nenita era un mar de placer en el cual quería sumergirme por completo y para ello tuve que permitir que mis conductos seminales hicieran lo propio.

Me dejé llevarme por fin por Afrodita y procedí a expulsar aquel líquido bendito que inundaría los intestinos de la culoncita Susi…

-OHHHHHHHHHH!!

-AHHHHH!! AYYYY!!!

Chillando ambos de éxtasis, mientras soy devorado por torrentes de placer, procedo a inundar a la preciosa Susi, a la vez que sin querer termino saliéndome de ella para lanzar chorros que bañan su pequeño cuerpito de nena con aquel líquido profano que albergaban mis gónadas…

………………………..

¡Sol radiante y mucha gente tomándose fotos por doquier! Caminábamos por las atracciones de la plaza de la ciudad mientras llevaba globos y helado en cada mano, y Leydi me seguía aún con su carita molesta.

¡Qué ternura! Una pequeña de 3 añitos molesta y enfurruñada me acompañaba mientras transitábamos entre tanta gente que no tenía idea de lo que pasaba y tomaría aquella rabieta de la nenita como algo natural de un padre y su hija…

Un Padre más bien dicho y un tierno ángel con un vestidito crema que se perdían en medio de tanta gente que ignoraba el terrible secreto que escondían aquellos seres bajo la máscara de una… “rabieta” de la pequeña de 3 añitos…

¡Jojo! Pero no era una simple rabieta… Leydi venía así malhumorada desde que la traje de la cabaña donde nos refugiamos para pasar aquella noche de pasión desquiciante que me di más tarde luego de colgar el teléfono a su mami, y también por lo sucedido el domingo.

Delia no tenía idea que su hija de 3 añitos estaba siendo cruelmente sodomizada por el sacerdote que ella y su familia confiaban al punto de encargarle a su niña. Sin saberlo, me había dado el permiso esperado, para hacer lo que quisiera con aquella tierna nenita que ahora estaba bajo “mi cuidado”.

Cuando la nena por fin me aceptó el helado (el cual compré a un vendedor en un afán por que Leydi mejorara su humor) antes de que terminara por derretirse, volví a recordar nuevamente todo lo sucedido hasta hace unas horas.

-BUUUUUUUUUUU!!!

-WOOOO!! JOODEEEEEEEERRR!!

-BUUUUUUUUHHH!! AHHHHHH!!!

Los lloriqueos de Leydi se mezclaban con mis bufidos y exhalaciones, desbordando la acústica de aquella silenciosa habitación, ubicada en una cabaña a las afueras de la ciudad.

Nuevamente volvía a internarme dentro de la tierna Leydi que estaba echadita boca arriba abrazando su osito de peluche, mientras yo me le encimaba para depositar mi verga dentro de su anito aún dilatado.

Esta vez la puse en pose de misionero, ya que no parecía dejarse subir encima de mí ni quedarse quieta. La eché sobre la cama boca arriba y en esa pose, conmigo abriendo sus piernitas y levantando su colita, la estaba penetrando nuevamente queriendo volver a desquiciarme con aquella estrechez divina.

-HOOOOOO!! LEYDIII!! ¡QUE RICO APRIETAS JODER!! OHH!!

-HUUUU!! HUUU!!

La punta de mi verga hacía estragos en su interior, luchando por dilatar los intestinos de la nenita que aguantaba queriendo pujar, y de esa forma provocándome un placer inimaginable…

-¡OHHH! ¡Leydi, que rico jugamos con tu colita!! HOOOOO!!

-HUUU! HUUU!! HUUU!! – gimotea Leydi mientras seguía dentro de ella, quieto, pero palpitando dentro de ella para dejarme embriagar de aquel apriete magistral sobre cada cm2 de mi verga.

La nenita cerraba sus ojitos mientras yo seguía delirando mirando su piel blanquita, al mismo tiempo que acaricio sus pezoncitos con una mano, mientras con la otra la tengo sostenida para que no se mueva mucho y le termine por destrozar su colita.

-Ufff!! HOOO!! ¡QUE RICO PONEMOS LA LLAVE, LEYDI!! UFFF!!

-¡UHHH! AHHH!!! UHHH!!!

-HOOO!! ¡QUE RICO ENTRA LA LLAVE EN TU COLITA, LEYDIIIIII!! JODEEEERRR!!!

Desquiciante era la palabra correcta. Cada vez que entraba en aquella colita de 3 añitos, descendía hasta los confines de lo primitivo, convirtiéndome en solo un macho copulador que deseaba saciarse sin impórtale nada.

Aquel jueguito de “poner la llave” que se me ocurrió para reanudar la cópula, solo contribuía más a la locura de toda la situación que se manifestaba dentro de aquella cabaña… ¡No podía dejar de meter la llave en su colita!

Con la cabeza en las nubes de Eros y babeando por el desquicio, procedí a intentar avanzar un poco más, luchando por llegar a introducir la mitad de aquella “llave”, dentro de la “cerradura” de aquella nenita de 3 añitos…

¡Imposible! Nuevamente fue demasiado para mí… La estrechez que lastimaba mi verga y me bañaba de éxtasis era descomunal…

-HOOOOO!!! LEYDIIIIIIIIIII!!! HOOOOOOOOOOOO!!

Aquella extasiante cópula disfrazada de “juguito infantil”, logró su cometido… La “llave” finalmente abrió un mar desquiciante de placer inaudito, mientras torrentes de fluido seminal se apresuraban a emerger cual si fueran cataratas desbordantes.

A pesar de mis esfuerzos iniciales por no venirme tan pronto, finalmente eyaculé con ganas el esperma que me quedaba, llenando copiosamente el estrecho culito de la nenita que me servía de “cerradura”.

-UHHHHHH!!! Ayy!! UHHHHH!! -gimotea Leydi abrazando más su osito mientras cierra los ojos cuando continúo corriéndome dentro de ella, y luego el resto en todo su cuerpito, bañándola con toda mi lefa.

La vista me falla por instantes, al sentir tal torrente de éxtasis bañarme con su desbordante gracia. Aquel placer que había comenzado a experimentar de las manos de la pequeña Leydi que ahora que lo conocía, no podía dejarlo pasar.

¡Qué locura! Aquella nenita estaba muy abiertita por su colita que claramente se abría mostrando una “O”, sin embargo, seguía aferrada a su osito de peluche.

-Uhhh….uhhh…- gimoteaba la nenita abrazada a su oso, sin que hubiera consuelo para ella.

Decidí no limpiarla, ya que deseaba que se le impregnara el olor de mi esperma, al menos por hoy.

¡Mire la hora! Ya eran casi las 9 p.m. y me sabía por Delia, que Leydi se acostaba temprano, por lo cual yo no deseaba interrumpir el normal desarrollo de una nena tan pequeña… ¡Al menos no esta noche!

Tantas cositas que tenía preparadas para ella, pero por el momento debía esperar y permitir que aquella colita descansara después de su primera vez…

La nenita seguía tensa y gimoteando, así que opté por hablarle al oído:

-Vale? No te preocupes mi amor… yo voy a quedarme aquí y dormiremos los dos, ¿sí Leydi? – pregunto a una aun sollozante Leydi que no dejaba de abrazar al oso.

Nos cubrí a ambos con la sabana mientras me acomodaba a su lado, para darle besitos en la frente y tranquilizarla mientras veíamos la TV.

Dejé que se siguiera mostrando otros dibujos infantiles, ya que la Sirenita había acabado hace mucho. No me importó en absoluto, mientras tuviera mi propio “juguete” al lado mío… Jejeje…

Aquel tierno ángel de 3 añitos que me había dado tanto placer al punto que casi sentía dolerme la próstata por semejante corrida que me di. Acariciaba a la niña con ternura, queriendo tranquilizarla a la misma vez que disfrutaba del roce de nuestros cuerpos.

Y es que semejante ocasión era muy morbosa. ¡Se los aseguro! …. Ya si cogerse una niña es motivo de gozo, cogerse una niña muy pequeña es llevar los extremos del morbo a lo desquiciante.

Pasaron las doce, pero la nenita aún seguía medio moqueando y despierta, pese a ver las películas. No deseaba que se traumara más, así que opté por darle de beber unas hierbas relajantes que tenía (NO APLICARLAS EN SUS NIÑAS SI NO CONOCÉIS LA DOSIS CORRECTA).

Esto me ayudó, y la pequeña Leydi por fin se durmió, desnudita y de costado, conmigo muy cerca de ella vigilándola como si fuera su ángel de la guardia.

-Dulces sueños, mi vida… Mañana nos divertiremos más…- le dije al oído antes de echarme a su ladito y procurar conciliar el sueño mientras seguía pegado a ella para sentir el contacto de su tersa piel.

¡DORMIR CON TU NIÑA! Debe ser de las cosas más hermosas y que purifica el alma.

Entregado a los brazos de Morfeo, procuro dormitar pensando en todo lo que puede venir el día de mañana. Por la madrugada pude conciliar el sueño, luego de darme unas salidas al baño, y al regresar pude contemplar a la pequeña Leydi, aun durmiente y en aparente calma.

Al día siguiente, cuando me desperté la moví un poco, queriendo sentir el contacto con su tersa piel que parecía terciopelo…

¡Increíble pensar que una nenita tan pequeña pueda dar semejante placer! Pero era cierto. Leydi seguía durmiendo, sin tener la menor idea de que me deleitaba toqueteando su cuerpito en estas caricias profanas.

Estar ambos desnudos y en pleno contacto, fue motivo suficiente para que de tanto besuquear su cuerpito y manosear sus partecitas, ya se destacara una erección matutina que poco a poco me reclamaba poder saciar con la tierna nenita.

-Ughumm…- se despereza Leydi estirándose un poco, de costado porque así la había puesto para yo ponerme detrás.

-Buenos días, mi putita… ¿amaneciste bien hoy?… Ufff… pues yo sí…- me apresuro a responder frotándole mi verga justo en medio de sus piernitas, en aquel caminito entre su culito y su rajita…

¡Que suavidad! ¡Que ricura! Era pasar el miembro por aquella rajita que se marcaba deliciosa y que ansiaba por degustar.

-No…llave…colita… no…- de pronto pronuncia bien Susi, para mi sorpresa…

-No, bebe… tranquila… no vamos a jugar a “poner la llave”, todavía… No… no…

La calmé porque la nenita parecía no creerme del susto, aunque debo decir que no me costó mucho que se calmara. Yo pensaba que, con el trauma de ayer, quizás hasta se iba a poner a llorar y chillar antes de dejarme tocarla. Sin embargo, la nenita aún no me rechazaba a tal punto, parecía más bien incómoda eso sí, pero sin llegar a los lloriqueos.

Con suma delicadeza la volví a abrir de piernas y acerqué mi rostro para que Leydi entendiera lo que se venía… ¡Aquel desayuno que ansiaba degustar! ¡Una tierna rajita de 3 añitos!

-Ya bebé… Shhh… tranquilita mi putita, Ufff… – le suelto al mismo tiempo que con un dedo ensalivado, manipulo su rajita-… Te voy a dar un regalito para que sientas esas cosquillitas que tanto te gustan… ¿sí?

Leydi calladita un instante me observa medio dudosa, casi pareciendo hacer puchero, hasta que finalmente asiente para mi sorpresa… ¡Inédito!

¡No era tontita! La nenita parecía reaccionar a mis manoseos a su rajita, tal y como esperaba. Era obvio que una nenita que a su edad le gusta que le coman su chuchita, no iba a renunciar fácilmente a ese estímulo.

¡Y es que a esa edad de 3 añitos las niñas reaccionan mucho al Id si sabes cómo tratarlas! Aquel subconsciente que solo busca placer y se deja llevar por las pulsaciones o estímulos en cualquier función básica, era una gran oportunidad para estimular a la nenita.

Babosee aquella chuchita y su culito aún abiertito, pasando mi lengua y dedos por su superficie ávido de comerme los agujeritos de aquel tierno ángel de casi 3 añitos.

-Joder! Que sabrosa estas mi Leydi… ¡Que delicia, Dios Bendito! -deliro sin ninguna reticencia, la privacidad de aquella cabaña me mostraba tal y como era: un completo depravado amante de las niñas, que se divertía con la hija pequeña de una de las feligresas…

-Umm… Jijiji… Ahh… – gime Leydi sin evitar reírse por las cosquillas que le generaba mi barba en su rajita, al mismo tiempo que aquella lengua bailaba por sus pequeños labios infantiles.

¡Éxito total! Casi pareciera que ya todo lo de la noche anterior se había olvidado… Leydi seguía abrazando a su osito, mientras yo seguía ávido por devorar sus manjares y degustar de su cuerpito.

Saqué el huevo vibrador de mi “caja especial” que estaba al costado de la cama y lo encendí antes de volver con Leydi que me miraba curiosa por la pausa…

-Jijijiji!! Ah! – chilla Leydi cuando comienzo a pasarlo por su rajita… la nena que instintivamente se cubría, ahora lo hacía con menos prisa, como queriendo degustar más de esas cosquillas que la estimulaban al límite… ¡Una zorrita de 3 añitos!

– Shh! Que linda, bebé… Dejas tus piernitas abiertitas porque te gusta, ¿no, mi tierno ángel? .- le pregunto mientras vuelvo a acercar el huevo a su chuchita…

– Ahh! Jijijji…- atina a soltar Leydi casi respondiendo a mi pregunta, mostrándome cuanto le gustaban los estímulos a su vaginita de 3 añitos.

Ya ido en lujuria matutina, me echo al costado de ella y comienzo a lamer sus pezoncitos, haciendo círculos y degustando aquella piel de seda y blanquita de mi Leydi, mientras por debajo seguía presionando el huevo vibrador en su rajita.

-Jiji.. Ah! – gime Leydi cuando de pronto presiono más el vibrador estimulando su vaginita y besando su rajita… ¡Libido desbordante!

Mi verga estaba erectísima, pero no deseaba asustar a la nenita que parecía gozar con todo el tratamiento a su chuchita… ¡Aunque ganas no me faltaban!

Decidí masturbarme tapándome con mi cuerpo echado completamente hacia adelante, con mi rostro comiéndole la chuchita mientras intercalaba el huevo vibrador, en un afán por desahogarme todas las ansias que le tenía por la situación…

-Uffff! Ohhh… Leydi, mi amor… ¡Que rica rajita!… Brrrr!! Brrrr!!!

Dejé el huevo presionando en su vaginita mientras yo me desvivía en darle lamidas a donde estaría el clítoris de la nenita de 3 añitos ¡Estímulo doble!

-JIJIJI!! AHHH!! Jijiji!!

Con Leydi aprisionada, interné mi rostro hacia su rajita, con el único fin de estimular su vaginita, esperando que por fin la nena fuera derrotada por sus esfínteres y me regalara aquella primera lluvia de la mañana que tanto buscaba con ansias…

-Mmmmm!… anda bebé… dámela… no te contengas…

-Aadad… Jijiji… badaba…- repite Leydi ininteligiblemente, sin poder moverse y con su rostro sonrojado, enviándome la señal de que no faltaba mucho para lo que más ansiaba. Era apenas el amanecer y la nenita no había ido al baño aún… ¡pero eso no hacía falta! ¡claro que no!

Porque yo mismo me convertiría en la tasa de la pequeña de 3 añitos, aquel lugar donde ella liberaría sus primeros fluidos de la mañana. Aquellos fluidos que invocaba cual sacerdote que con su lengua experta espera con ansias por el regalo de la pequeña.

-Mmmm!! Joder!! ¡Que delicia!… Anda bebé… hazlo!! Ohhh! – deliro presintiendo el reinicio de los forcejeos de la nenita, como señal inequívoca que ya no podía resistir por más tiempo.

La pequeña ya colorada por el esfuerzo, no pudo contenerse más cuando finalmente le otorgó a este degenerado, lo que tan fervientemente buscaba.

-Adada…Ah… Adada… Aaaahhhhh! – gime chillante Leydi de pronto cuando al fin alcanzo el objetivo de mis tocamientos a su tierna rajita de 3 añitos.

¡Lluvia milagrosa! Emana en chorro directo hacia mi rostro, bañándome de aquel líquido que tanto había pedido y el cual la nenita me otorgaba como señal inequívoca del final de su resistencia…

Las sábanas fueron completamente mojadas, pero no importaba. ¡Oh no! Había conseguido algo mejor… ¡sin igual!

Luego de cambiar las sábanas y asearla en el baño, decidí preparar el desayuno para que la nenita se mantuviera contenta y de mejor humor.

-¿Ya, bebé..? Tu tranquilita ve tus caricaturas…- le digo encendiendo la TV y poniendo Dora la Exploradora-… déjame a mí que voy a preparar unas ricas tostadas y más ratito seguimos jugando rico… ¿sí, mi amor?

Esto ultimo se lo dije mientras acariciaba su cuerpito, pasando mi mano por su espaldita y bajando sin querer hasta sus pompis.

-¡No, colita! Nooo….- de pronto suelta Leydi nuevamente como advertencia. Algo repentino, ante la normal atmósfera que teníamos de por fin entendernos a través de nuestros “jueguitos”.

¡Pero eso no fue lo que más me sorprendió! Cuando creí que la nenita se mostraría llorosa o con algún trauma, la pequeña en su lugar más que asustada y horrorizada, en su lugar parecía incómoda y molesta ante la idea…

¡JODER! Gran señal que no tiene precio y me abría muchas puertas sobre mi proceder… ¿Porqué?… Porque si era una simple incomodidad inicial, eso era posible de cambiarlo si ponía más esfuerzo de mi parte… ¡Y vaya que lo haría!

-Ok bebé, no jugaremos a poner la “llave” en el agujerito. ¿Te lo prometo, si?- pregunto con una sonrisa para calmarla.

La nenita me mira y de pronto para mi sorpresa sonríe y da saltitos para luego ir a mirar la TV que de pronto hizo bulla cuando empezaron a cantar sobre el MAPA. Se subió a la cama solo con unas braguitas nuevas que le había comprado en la tienda.

Con sumo deleite y presintiendo que se me venía un día hermoso con la pequeña Leydi, vuelvo a enfocarme en preparar el desayuno mientras la nenita sigue distraída con la TV… Un radiante día nos aguarda…

Ahora volvamos al lunes que les estaba relatando al inicio de este apartado con Leydi… Al momento en el cual nos encontrábamos en la plaza, rodeados de tantas otras personas que disfrutaban un feriado cualquiera.

¿Qué me he salteado lo sucedido más tarde en aquel domingo? Pues sí… Sin embargo, paciencia, ya os contaré en su momento lo que pasó. Sobre aquellos acontecimientos que devinieron que la pequeña Leydi estuviera muy molesta el día de hoy al punto de hacerme rabietas en la calle.

¡Siendo ella siempre tan dócil y respetuosa! ¿Tenéis alguna idea de porque se molestó? ¡Os apuesto a que sí! ¡Jojo!

Pues su molestia se prolongó incluso después de que la nenita me aceptara los dulces que le compré, en un intento por darle gusto.

-Vale, ¿vas a seguir molesta? ¡Si ya te convidé un helado! – le reprocho a Leydi que seguía haciendo rabieta a pesar de que permanecía sentadita a mi lado.

La gente en plaza seguía pasando a nuestro alrededor, yendo de un lado a otro mientras nosotros permanecíamos en la banca frente a la pileta que creí que impresionaría a la pequeña Leydi.

Sin embargo, la nena seguía reacia y parecía haber fingido perdonarme para que le diera el helado. Por lo demás, parecía no querer desprenderse de aquel oso que le di, desde ayer.

Mientras estuviera así, no podría concretar el resto de mis planes. Si bien era cierto que podía obligarla y llevármela hasta la cabaña para saciar mis bajos instintos, dentro de mis planes aún estaba el objetivo de conseguir el “aval” de la nenita de 3 añitos.

Pero como os dije, Leydi seguía sin responder a mis intenciones…

De pronto cerca de nosotros pasó un niño que perseguía unas pompas de jabón que Leydi se quedó mirando hasta que desaparecieron. Por un instante la nenita parecía querer levantarse de su asiento, pero luego llegó la mamá del niño y se lo llevó ya que parecía haberse alejado de ella para perseguir aquella atracción.

Mire de reojo a mi Leydi y rápidamente volvió a su estado de rabieta, abrazando nuevamente a su oso, sin embargo, tal detalle encendió una bombilla en mi cabeza.

Rápidamente comencé a buscar a los alrededores por aquel origen de las pompas de jabón, hasta que divisé a un vendedor que caminaba alejándose de la plaza.

-Vamos Leydi… esto te va a gustar! – la animo jalándola para que me siguiera y la nenita hizo lo propio sin cambiar su semblante molesto.

Ubiqué al vendedor y compré uno de los frascos. Luego con Leydi nos fuimos hasta la parte abierta del parque de la plaza, donde otras familias descansaban en el césped.

Leydi seguía mirándome algo curiosa por lo que había comprado. Así estaba desde que pague al vendedor y llegamos hasta el parque.

Tomé uno de los moldes, lo mojé con agua jabonosa y se lo mostré a mi pequeña Leydi. La nena seguía mirándome curiosa como lo levantaba y finalmente abría el molde.

El viento hizo lo suyo y dio forma a la pompa de jabón que salió enorme de aquel arco que, gracias al jabón y la glicerina, formaban una pompa de tamaño enorme.

-¡Mira, Leydi! ¡Persíguelas! ¡Anda!

-Siii! ¡Más…!! ¡Más…!! – grita claramente la nenita, emocionada al fin. La pequeña soltó su osito de peluche y saltó queriendo alcanzar las pompas de jabón que dejaba salir para su deleite.

-Claro que sí, mi amor… – concedo al fin contento por que la nenita pareciera volver a reaccionar tiernamente frente a vuestro humilde servidor. – Ahí van otras!! ¡¡Atrápalas!!

-Siiii!!

Leydi volvía a perseguirlas, a tomar las pompas y reventarlas en contacto con sus manitas. Al mismo tiempo yo me empezaba a crear varias otras, para mantenerla entretenida…

¡Qué increíble son las nenitas! ¡Nunca dejan de sorprenderme! Al comienzo estaba toda molesta por lo sucedido anoche y ahora estaba de lo más normal, jugueteando y dejándose llevar por aquellas pompas que la distraían.

¡Éxito! Si bien aquella distracción tendría sus efectos temporales, me daba una idea de que la nenita no me seguiría guardando tanto rencor mientras la fuera complaciendo con regalitos. Eso le bajaría temporalmente sus reticencias y me permitiría concentrarme en atraerla hacia el placer de nuestros “jueguitos”.

Además, yo sé que Leydi dentro de todo, le gusta muchas cosas que hacemos y les llamamos “jueguitos”. Pero de seguro toda esa noche de su primera vez y lo que sucedió el domingo, terminó por darle algo miedo y hasta punto, cierto trauma que lo ocultaba.

Sin embargo, mis instintos me decían que si actuaba a tiempo lograría canalizar aquella reacción hacia mi favor. Quizás hasta logrando que se acostumbre a que la penetre por su colita… ¡Ufff!… Me relamía ahí mismo pensando en las posibilidades… ¡JODER!

Pero era obvio que, para mis planes inmediatos requería de su cooperación y que no estuviera molesta. Sería necesario entonces ganarme su confianza para volver a degustar de su figura de nenita de 3 añitos. Solo así conseguiría que ella también disfrutara nuestros “jueguitos”.

¡Ufff! Además, que también debo contaros que sucedió la tarde-noche anterior con la pequeña Leydi… motivo por el cual hoy salimos a la plaza con la intención de despejarnos y complacer a la nenita…y luego… lo que sucedió aquel lunes (hoy en el relato) … ¡Joder!… ¡Fue exquisito!

Pero eso… eso será motivo de otro relato. Hasta entonces.

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