Secretos de Rebeca parte 8: Pijamada en casa de Melina

Mi nenita coincide con Melina y su papito.

Ya ha pasado unas semanas desde lo ocurrido en nuestro último relato. Tras aquel último favor del señor Jason, mi nenita esperaba poder deshacerse del acosador del bus, y volver a tener una excusa para “agradecer” al tatuado cuarentón. Incluso ya se imaginaba un próximo “encuentro” en aquel motel de la terminal, donde aprovecharían para repetir aquella desbordante noche de pasión tras la victoria sobre el malvado de Aquilino.

Sin embargo, no todo sucede como uno espera y mi nenita estaba por comprobarlo muy pronto. Sucede que un fatídico día, de pronto el tatuado le escribió comunicándole que debía salir hoy mismo de la ciudad por temas personales y que no le podría ayudar hasta que volviera… ¡Ni siquiera la contestó los mensajes donde mi niña le preguntaba hasta cuando sería su ausencia!

Fue muy precipitado todo, por lo que Rebeca conversó con Melina, quien casualmente le reveló que Luka le dijo que, en ausencia de su padre, él se estaba quedando en casa de su familia materna. Que su papá, había salido de viaje por trabajo… ¡Contradicción! ¿El motivo era personal o de trabajo?

Era muy raro el asunto, pero al final mi Rebeca se quedaba sin alguna excusa para encontrarse con el “acosador”, hasta que, en un boletín diario de las noticias, se anunció que habían arrestado a un sujeto que molestaba a las niñas en los autobuses… ¡En mala hora!

Rebeca ahora se había quedado sin excusa y sin poder contactarse con el tatuado… ¡Fiasco total!

Estaba tan molesta con el papá de Luka porque le ignoraba sus mensajes de reproche y decidió no entrar a la aplicación por la cual se mantenían en contacto. La desinstaló de su móvil en un arrebato de furia, tras el cual se arrepintió por no guardar su contacto… ¡También se había quedado sin forma de contactarlo!

Sin embargo, quedarse sin su habitual proveedor de “videos” no era un problema a corto plazo para mi Rebeca. Mientras estaba a solas en casa o a la hora de dormir, mi niña gustaba de tocarse viendo videos de páginas para adultos. Gozar de un móvil a su corta edad le permitía recorrer algunos confines de la internet, buscando contenido prohibido para niñas de su edad.

¿Cómo? Pues simple, gracias a que con su nuevo móvil ahora podía testear una red WI-FI de un vecino que le servía para navegar por páginas pornográficas sin ningún tipo de filtro… ¡Bendita sea la tecnología!

Sin embargo, mi nena sabía que había un límite para satisfacerse de esa forma. Ya había pasado dos semanas previas sin tener un adulto como el calvo tatuado encargándose de su exuberante figura. Y la vez de la piscina casi que la encontró envuelta en llamas por la calentura que llevaba mi nena.

A sus 10 añitos, ya con la nalgona “Becky” emergiendo dentro de ella, mi niña necesitaba ser “atendida” con regularidad… ¡La abstinencia no era para una criatura con un exuberante culazo como ella!

En sus entrenamientos de vóley Rebeca practicaba sus sentadillas para recepcionar los saques contrarios, pero también gustaba de ensayar sus saltitos tan desquiciantes en un deseo por mantener su exuberante culote completamente en forma y delineado.

Mi nenita llevaba su apretadito minileggin azul de voley (que mostraba claramente semejantes carnes de mujer) mientras daba brincos fingiendo que practicaba solita sobre las colchonetas, pero lo que realmente hacía era recordar aquellas rutinas sobre sentadillas que había visto en You****… Debía ser una delicia ver como se marcaba su calzón en tremendo culote pegado a la licra… ¡JODER!

¡Tanto esfuerzo de mi niña por delinear su figura y no había nadie que gozara de tales caderotas!… ¡Qué injusto!

Con el calvo tatuado de viaje por un mes y su papi sin indicios de volver, prácticamente estaba aislada de cualquier adulto de confianza que supiera satisfacer aquellos deseos impropios en una niña de 10 años.

Llegaron las 3 semanas y mi nenita seguía sin tener algún “encuentro” que le bajara toda la calentura que llevaba. Seguía buscando en páginas porno e incluso así, no lograba satisfacerse del todo. Ella deseaba repetir todo lo que veía en los videos…

En casa solita, gustaba de desnudarse y colocar su plumón cómplice sobre la cama acomodándolo entre las almohadas, antes de ensayar sus desquiciantes brincos imaginándose una actriz más de sus videos… llevando a la práctica todos los sentones que ensayaba en sus entrenos de vóley… ¡Joder! ¡La lujuria muy pronto la llevaría a intentar una locura!

¿Qué os parece? Excitante descripción para poneros en contexto de con que Rebeca nos encontramos en este relato, ¿no?, pero permítanme retomar a lo que les iba contando al finalizar el anterior: Ya os había adelantado que había otros adultos pendientes de mi nena, y por supuesto, dispuestos a hacer cualquier cosa por gozar de su despampanante figura de mujer en el cuerpito de una niña de 10 años. Empezaré con el primero:

Retrocedamos una semana, se acercaba la época de exámenes para secundaria, por lo que el director decidió que movieran los entrenamientos del equipo de 7mo y 8vo para más tarde. Algo que no incomodaba a las alumnas de entre 13 y 15 años, ya que se iban solas sin importar si era más seguro salir o no. Sin embargo, en el caso de Melina y Rebeca (ambas de apenas 10 años), su maestra pensó que sería mejor si alguien las recogía a la salida.

Y si bien para Melina no había problema, en el caso de Rebeca no tenía a nadie (ya que Veronika no se preocupaba por ella). Al final, Melina dijo que su papá podía recogerlas a ambas, y su maestra terminó aceptando.

A mi niña no le importó mucho. Si bien sabía que el papá de Melina no dejaba de mirarla “raro” cada vez que ella andaba con alguna faldita cortita o minijean que destacara sus enorme caderotas de mujer, Rebeca se había acostumbrado a que los adultos la miraran con deseo y eso no le importaba… hasta hoy.

Melina y Rebeca siempre salían del colegio al atardecer (casi oscureciendo) y como el papá de su amiguita las recogía, ir por un helado o algo parecido no era algo inusual. El papá de Melina las trataba muy bien y hasta en ocasiones las llevaba a comer al McDonalds.

Mi niña, tontita como era, aceptaba gustosa las invitaciones (instigada también por Melina) y a menudo se relajaba de sus usuales precauciones. Aquel hombre de mediana edad con gafas de montura, cabello azabache y pocas canas, alto, contextura normal y en forma, parecía a todas luces interesado en mi nena, algo que Rebeca pasó por alto ya que se trataba del papá de su mejor amiga.

Os contaré lo que pasó un martes después de los entrenos: Rebeca y Melina estaban cotorreando en los asientos traseros mientras el papá de su amiguita manejaba adelante, todo iba tranquilo hasta que pasaron por la avenida cercana a un Coliseo cuyos alrededores estaba repletos de gente haciendo fila para entrar.

-¡Waaaahh! ¡Hoy era el concierto de *****! – grita Melina emocionada y rápidamente se pega a su ventana. Como había tráfico, el auto de su papá avanzaba lentamente lo cual permitía que pudiera quedarse mirando pegada la ventana.

-¡No digas! ¡Yo también quiero ver! – exclama mi niña tratando de pegarse a su amiguita para mirar por la ventana de Melina. Como estaban apretadas, Rebeca tuvo que ponerse en pompa apoyada para poder ver claramente todo el tumulto de gente queriendo entrar.

¡Qué guay!, pensó ella mientras miraba a l@s fanátic@s con sus souvenirs haciendo fila. Parejas, familias, grupos de amigos, etc. Todos muy emocionados con el concierto, mientras avanzaban entre la multitud para ingresar al recinto.

Tan distraída estaba como para prestar atención a algo más, que puesta en pompa estaba dando un descomunal espectáculo para quien se le quedara viendo detrás… ¡por fortuna solo estaban ellas dos!, pensó Rebeca ilusamente.

Jamás espero algún movimiento hasta que sintió que el auto se sacudía cuando frenaron de pronto, lo cual inmediatamente la volvió a la realidad.

Rebeca fue la primera en voltear a su lugar solo para ver que el papá de su amiga le había estado mirando descaradamente la cola. Incluso con mi nena espiándolo, el sujeto no apartaba la vista de tremendo derriere que se le ponía en pompa… ¡Se comía con la mirada aquel culote de mujer!

Mi nenita se cortó un poco por que fuera el papá de su amiga quien la miraba con esos ojos libidinosos… ¡Y desde tan cerca!… Volvió a mirar hacia la ventana, fingiendo que no había ocurrido nada, calmado a Melina para que voltee, hasta que…

-Melina, siéntate bien que voy a acelerar para llegar al McDonalds…- llama el papá de Melina-…Venga, Rebeca…tú también…- le dice el susodicho desde su lugar, estirando su mano y palmeando cariñosamente la cola de mi nena.

¡Espasmo! Rebeca sintió aquella manota toquetearla justo antes de nalguear sus caderotas en gesto cariñoso, y gracias a la tela diminuta de su minileggin aquel contacto casi era como si el sujeto le hubiera manoseado directamente su culote de mujer… ¡Divino!

Quizás fuera toda la calentura acumulada por semanas que la había puesto muy sensible al toque masculino, el hecho de que aquellos rugosos dedos acariciaran sus exuberantes y tersas curvas, o quizás el atrevimiento de aquel adulto que por fin se había dignado a toquetearla. Fuera cual fuera el motivo, aquel manoseo había despertado en mi niña algo que solo pocos hemos tenido la fortuna de encender… ¡La mecha parecía consumirse por completo!

-Voy, papi..- contesta Melina finalmente volteando, luego de que todo el manoseo a mi niña hubiera concluido, se sentaron nuevamente en su lugar mientras el susodicho aceleraba saliendo de aquella calle abarrotada.

La escuincla intentó cotorrear con mi Rebeca mientras iban al McDonalds, sin embargo, mi niña le contestaba solo de pasada, aún con la mente en otro lado. Su cabecita era todo un lío que entremezclaba escenas profanas donde aquel adulto de mediana edad, papá de su mejor amiga, la manoseaba más descaradamente arrancándole su mini para saborear su jugoso culote de mujer.

¡Joder! Para sorpresa de mi niña, aquello no la incomodaba en lo más mínimo. Más bien, despertaba en mi nena una calentura colosal, nuevas escenas se acumulaban en su cabecita: imágenes donde se veía en 4 siendo enculada por el papá de Melina, u otras donde ella misma le daba sus magistrales saltitos que llevaban a ambos amantes a la cima del placer hedónico…. ¡UFFFF!

Tras aquel episodio, mi nenita se quedó ansiosa de respuestas a sus lujuriosas preguntas. Fue entonces que recurrió a la fuente más confiable para una niña aislada de educación sexual responsable: el internet. Y este fue su principal mentor por unos días hasta que entendió que había cosas que no podía averiguar solita. Que había preguntas que solo podía hacérselas a personas reales y no buscadores que a menudo censuraban el conocimiento… ¡La***Chat!

Fue así como mi nena volvió a entrar a los salones de chat online. Normalmente los ignoraba porque, como ya sabía (por las experiencias que tuvimos cuando hacíamos transmisiones en vivo para El Club), estaba repleto de viejos verdes como Aquilino o Victorino que se encontraban en busca de presas fáciles para controlar, sin embargo, en esta ocasión la situación ameritaba el riesgo.

Decidió pasar de la mayoría de los adultos que le escribían apenas se registraba con su seudónimo “Becky”, para en su lugar concentrarse en buscar alguna “amiga” (aun cuando nosotros sabemos que porque tu perfil diga que eres mujer no implica que lo seas) entre tanto depredador suelto.

Fue así como conoció a “Sally”, moderadora de una de las salas de “mujeres”, encargada de retirar a cuanto troll se saliera de la raya con sus publicaciones o llenara el grupo de spam. En su perfil mencionaba ser de mente muy abierta y que gustaba de aconsejar a cuanta chica tuviera dudas.

Pudo ser cualquiera parecida, pero finalmente terminó siendo Sally a quien Rebeca recurrió en un momento de duda apremiante, en busca de aquellos consejos que la ayudaran a salir del momento de abstinencia en el que se encontraba.

En primer lugar, parecía no creerse que mi niña tuviera la edad que tuviera, le hizo varias preguntas extrañas (pero que deduzco estaban destinadas a cerciorarse de la autenticidad de Rebeca) tras las cuales terminó por creerse que chateaba con una nenita de 10 años.

Le dijo que le encantaba saber que hubiera experimentado de los placeres negados para su edad, pero que necesitaba tener cuidado con caer presa de algún malvado que la controlara (sin saber que mi nenita ya había tropezado con Aquilino o Victorino).

Le enseñó ciertos trucos para desahogarse mejor: tales cómo utilizar un plumón especial que fuera más fálico que el normal (fácil de conseguir) para que con unos cortes a una almohada pudiera crear un asiento desde donde practicar más cómodamente sus brincos… ¡Y eso solo era el comienzo!

Cuando entraron más en confianza, Rebeca le contaba sobre el papá de su amiguita, y lo que ella había sentido cuando el sujeto la manoseó. Sally parecía “complacida” porque mi niña sintiera deseos de experimentar con el afortunado sujeto, aún cuando mi nena seguía con varias dudas. Sin embargo, esta última se mostró comprensiva y le comenzó a relatar posibles escenarios que pudieran darse: tales como que se la manoseara en un baño público, le comiera la cola en su auto, se la llevara a aquel motel de la terminal para….

¡JODER! Mi niña experimentaba otro placer poco conocido… solita comenzaba a masturbarse frente a la pantalla, quedando sorprendida de las posibilidades que le contaba Sally. Incluso llegó a contarle más detalles de sus viajes y de otros “encuentros” con el papá de Luka, haciendo que Sally le dijera como debía actuar en caso se presentara la oportunidad de llegar a más con el papá de Melina.

Siempre le decía que fuera despacio, que a diferencia del señor Jason, el otro quizás se iba a sorprender más si notaba que mi nena tenía mucha experiencia… que dejara que sea él quien tomara la iniciativa y ella solita siguiera todos los “juegos” que le proponía y por supuesto, no hablara palabras como “verga”, “polla”, “concha”, etc… ¡Nada morboso! ¡Que él morbo lo pusiera él!

Tantos consejos y situaciones que creaba Sally en caso Rebeca se decidiera a “experimentar” con el sujeto, apenas desahogaban mínimamente a mi niña, y solo retrasaban el inminente estallido de pasiones que devendría muy pronto a que mi nena cometiera una locura.

Y tal estallido se dio. Apenas unos días después, durante la verbena por el aniversario del colegio.

Una tarde-noche repleta de números y actuaciones de todos los grados de primaria y secundaria. Había tantos alumnos fuera de sus aulas que l@s profesor@s no se daban abasto para controlar a sus alumn@s. Era común ver a algunos padres, ayudando a sus hij@s en algunas actuaciones y por tanto, circulaban libremente por todo el colegio que ahora era usado como vestuario para los distintos salones.

La actuación central se celebraba en el patio principal, había estrados montados a los alrededores, pero algunos alumnos gustaban de ver toda la verbena desde los balcones.

Con todas las luces enfocadas en el estrado principal, el resto del colegio casi parecía a oscuras, a excepción de algunos salones usados como vestidores.

-¡Loca! ¡Vamos… que ya salimos! – correteaba Melina junto a Rebeca saliendo a las prisas del salón vestidor donde se cambiaron. Ambas se unirían al baile de las chicas de 8vo grado…

¿Cómo así? Pues en el grupo de Carla faltarían dos integrantes para el baile, así que la Miss Mirtha permitió que Melina y Rebeca apoyaran al 8vo grado. A mi niña no le importó, es más, gustaba de bailar (recordaran su grupito de las Mini-Spice Girls) por lo que junto a su amiguita aceptaron.

Mi Rebeca vistió un crop top color blanco y una licra color rosa, al igual que el resto de sus amiguitas que bailaron muy atrevidas aquel reggaetón en medio del vitoreo del público compuesto por padres de familia. Mi niña se lo pasó muy bien con toda la atención, ya estaba acostumbrada.

¡Aplausos! Aquella sensual danza recibió mucho apoyo del público masculino.

Luego del baile, Melina tenía otra actuación/baile del aula (en la que no participaría Rebeca) por lo que regresaron al salón de vestidores para que pudiera cambiarse. Subieron tranquilamente por las escaleras hasta que… ¡oh sorpresa!… ¡El papá de su amiguita las esperaba a medio camino!

Llevaba pantalón de vestir y camisa color café, sus gafas algo gruesas ocultando su serio semblante. Aquel tipo de mediana edad y contextura normal, que gustaba manosear a mi Rebeca, no parecía nervioso ante la situación como si lo estaba mi nena con su repentina aparición.

-¡Sí que te has tardado! ¡Usa el vestidor del primer piso! ¡Arriba está todo lleno!

-Ayy… Gracias papi…- responde Melina recibiendo una bolsa con su ropa.

-Buenas noches, señor- saluda mi nena educadamente, procurando parecer calmada.

-Buenas noches, Rebeca… ¡Anda, vístete de una vez! – apremia el sujeto a su hija.

-Voy a cambiarme… ¡Somos el siguiente grupo! – alcanzó a decir Melina dejando a mi niña en la escalera al lado de aquel sujeto de mediana edad. Normalmente no le importaba quedarse a solas con el papá de Melina, pero desde el anterior encuentro todo había cambiado.

-Sube Rebeca, veremos el número de Melina desde el último piso – le propone de pronto el sujeto con una voz autoritaria.

-Pero arriba está todo lleno…- contesta mi niña igualmente subiendo a su lado.

-Podemos ir al balcón del último piso…Venga, vamos…- le responde jalando a Rebeca de la mano. Nuevamente el sujeto volvía a tomar la iniciativa y mi nena, medio tímida, optó por obedecerle. Aquel contacto con aquellos rugosos dedos que habían osado manosear su figura, la dejó tontita por un instante, hasta que, llegando al último piso optó por reaccionar:

-Pero también está lleno, lo vimos desde abajo con Melina…- replica mi niña igualmente avanzando por el pasillo que daba hacia el balcón. Por alguna razón no le molestaba seguirlo, pese a sus protestas- ¡Lo ve! – señala mi niña una vez llegaron al balcón y encontraron otro tumulto de gente.

-No hay problema… nos haré un espacio, por aquí…- responde el papá de Melina sin admitir réplicas y mi niña decidió no contradecirlo – ¡Con permiso! ¡Hagan un espacio! – ordenó con su voz gruesa el papá de Melina para abrirse camino entre tanta gente amontonada en los balcones.

Al final, se hicieron un espacio entre tantos alumnos y sus padres, pegados a los balcones mirando hacia el estrado principal. Dentro de poco empezaría el número de Melina…

-¡Está muy alto! – replica Rebeca cuando se ubicaron en un espacio del balcón muy arrimados al fondo del pasillo. Justamente allí se había colocado un cartel que anunciaba el evento de la verbena y robaba espacio al balcón. Mi niña apenas podía ver al estrado, poniéndose de puntillas.

-No hay problema. Dame un minuto…- replica el papá de Melina, muy decidido a todo. Fue hasta un salón cercano y mi niña lo vio regresar con lo que parecía una sillita que usaban en primero de primaria.- Dale, Rebeca… Puedes subirte allí y ver toda la actuación…

Y mi niña lo hizo. Aún a sabiendas de lo que significaba colocarse sobre esa tarima. En aquella postura, a espaldas del papá de su mejor amiga, Rebeca exhibiría un perfecto panorama de su despampanante culote…. ¡Delirante instantánea!

Incluso mi niña (apoyadita sobre el cartel) paraba intencionalmente su derriere hacia el tipo que detrás suyo debía estar haciendo un esfuerzo por aguantarse y no manosearla. Por alguna razón, si bien la ponía nerviosa, también disfrutaba provocar a aquel adulto que se la comía con la mirada.

-Tiene razón, señor. Desde aquí sí veo el estrado…- suelta Rebeca, mientras seguía inclinada y meneando su precioso culote al susodicho… ¡Joder, con esta niña!

Le daba cierto gustito poner al alcance del sujeto algo por lo que cualquier hombre mataría por conseguir. Tan cerca, pero a la vez tan lejos… ¡Rebeca levantaba pasiones en hombres de toda edad!

-¿Después de este número le toca a Melina?- pregunta de pronto el sujeto acercándose al rostro de mi niña. Por un momento sintió que algo le rozaba su culote, pero fue solo un instante… ¡Alerta!

-Siii… Después de este número…- responde Rebeca la pregunta obvia. En aquel acercamiento el sujeto medio que se le pegó fingiendo mirar al escenario. Sin embargo, luego de esto se regresó a su posición habitual, detrás de mi niña.

Rebeca pensó que el susodicho no intentaría nada más. Al fin y al cabo, estaban rodeados de otr@s alumn@s y padres de familia, y aún con la luz reflejada del primer piso se podía ver claramente el balcón… Incluso ella podía darse el lujo de menearle su culote al sujeto que ç de seguro ya estaba engatusado con semejante derriere en el cuerpo de una niña.

Sin embargo, había algo con lo que mi niña no contaba: el baile grupal de Melina. Llegó el momento de su número y cuando este dio inicio, se apagaron todas las luces del lugar. Solamente un haz de color celeste iluminaba todo el escenario. El resto del colegio estaba completamente a oscuras…

¡Un fallo en el plan de mi niña! ¿O quizás un acierto inesperado? Fuere cual fuere el caso, lo siguiente que sintió mi niña no lo esperaba: en el preciso instante que se apagaron las luces, una presencia se le pegó groseramente detrás de ella, cubriéndola por completo con su corpulencia.

-Hazme un poco de espacio, Rebeca… Que también quiero ver la actuación de Melina… -le dice el papá de Melina mientras comenzaba a puntear el culote mi niña, pegando su entrepierna.

¡Macana punzante! Así sintió aquel vergón que la punteaba al medio de sus despampanantes nalgotas de mujer. Aquella presencia no solo se le encimaba, obligándola a inclinarse contra el balcón, sino que también osaba punzar su desesperado miembro sobre aquel derriere de ensueño de mi niña… ¡Rebeca en aprietos!

La licra era casi tan delgada como el minileggin que solía usar en sus entrenos, por lo que podía sentir en carne propia como aquel pitote erecto se le metía entre sus caderotas… ¡Insólito!

-No… no hay problema, señor…- responde mi niña algo cortada y nerviosa por todo el asunto, sin embargo, hizo un esfuerzo para ocultar el tono de su voz. Siguió mirando al frente, donde su amiguita Melina y sus compañerit@s actuaban una obra musical aparentemente larga.

¡Joder! Así como estaba, con el papá de su amiga detrás de ella, a Rebeca poco le interesaba el resto de la función. Las imágenes con las que hasta hace unos días fantaseaba, de pronto volvieron con fuerza a su mente. Pasaban como ráfagas y aumentaban la libido de mi niña… ¡Los relatos de Sally!

Apenas la sacó de sus pensamientos que de pronto llegaran más personas que buscaban ubicarse cerca del balcón pese a la oscuridad general.

-A ver… Rebeca pégate más al balcón, para que podamos ver la función…- le dice el sujeto arrimando a mi nena mientras colocaba sus manos sobre los hombros de mi niña al mismo tiempo que la ponía completamente en pompa sobre el balcón… ¡Qué atrevimiento!

El sujeto punzaba su entrepierna sobre el culazo de mi pequeña, dejándose amortiguar completamente por aquellas exuberantes nalgotas de mujer… ¡Increíble!

-¿Que pasó, Rebeca? ¿Estás incómoda?

-No, señor…- apenas atinó a decir mi niña apresuradamente. Ya un calorcito recorría su cuerpito, porque con la nueva pose en la que se encontraban, prácticamente sentía el palpitar del miembro del papá de Melina… ¡Su despampanante cola era acosada con total desparpajo del susodicho!

-Que bien… Mira, ya va a salir Melina… Su número es el siguiente…

-Siii ¡Vamos Melina…aaaa! – exclama mi niña justo antes de sentir en carne propia el punzón más fuerte hasta el momento… ¡Joder! … ¡Espasmo para mi Rebeca!

¡Si hasta la movió de su posición! … Aquel empellón con el que el papá de su amiguita aprovechó el movimiento de mi niña animando a Melina, la hizo recordar a cuando otros adultos embestimos sus gloriosas nalgotas en plena “danza sexual”… ¡El sujeto iba a por todas!

Sin más reparos, de pronto el sujeto comenzó a palpitar su miembro sobre las gloriosas nalgotas de Rebeca, haciéndole sentir a mi nena aquellos ímpetus por atravesar aquella licra delgada y hundirse gloriosamente en aquel nirvana bendito… ¡Acosador y niña se movían ligeramente!

Rebeca, algo acalorada por la situación de tener a un nuevo punzante reclamar su exuberante derriere de mujer en el cuerpo de una niña, solo atina a permanecer inclinadita mientras procura brindarle el mayor amortiguamiento posible…

-¿Y porque tú no participaste con tu salón, Rebeca? – pregunta el sujeto poniendo su rostro muy cerca de mi niña… ¡Joder! ¡Lo tenía prácticamente pegado al suyo!

-Porque no asistí a los ensayos… Mi tía me tuvo muy ocupada…- responde mi niña acalorada por tanto bochorno, procurando fingir normalidad aun cuando el sujeto aprovechaba para punzarle aquel miembro sobre su culazo de mujer… ¡Aquella verga mediana hacía estragos en la cordura de mi nena! … ¡Y todavía tenía que hablarle!

Ocultos entre la multitud y a oscuras, con las manos rugosas de aquel adulto de mediana edad sobre sus hombros, apoyadita sobre el balcón como si la cogieran de a perrito… toda esta situación era como para poner a tope a mi nenita.

La licra rosa y el pantalón café prácticamente eran lo único que impedían que el mástil de carne se hundiera en los campos elíseos del placer… Rebeca sentía casi como si se la estuvieran follando con ropa… ¡Lo tenía prácticamente encima, a punto de atravesarla y hundirse dentro de ella!

Los minutos pasaban y la danza artística del escenario no se comparaba con la danza erótica del balcón del último piso. El sujeto seguía punzando a mi niña y mi nenita seguía amortiguándolo con su culazo, sabiendo como ponerse en pompa para que su acosador encontrara el mayor placer posible de aquella falsa cópula…

A diferencia de otros acosadores, el papá de Melina no parecía nervioso y aprovechaba para hablarle al oído, fingiendo que todo iba bien, sin mostrar algún síntoma de nerviosismo por estarla acosando. Y a diferencia de otras ocasiones, a mi nena esto no le desagradaba del todo…

Rebeca pensaba que todo aquello que vivía en estos gloriosos minutos era un desahogo tras semanas de profunda abstinencia… y no se quería imaginar lo que sería si ambos lograran consumar el acto… ¡Joder, los escenarios que se imaginaba mi niña! … ¡Todo esto, instigado por Sally!

Escenas en la cama con su papi, en el campamento de vóley con Pablo, en el motel con el señor Jason, y luego… ¡con el papá de Melina! … Mi nena no paraba de alucinar, ubicando a este nuevo personaje en tantos recuerdos, buscando alimentar sus crecientes fantasías, hasta que….

¡Luces prendidas! De pronto la iluminación volvió a encenderse y la gente se acomodó mejor en los balcones…. El bullón de los aplausos llenó todo el colegio, sirviendo de cortina ante cualquier retroceso que pudiera darse… ¡Y sobre todo del papá de Melina!

Mi niña casi que le sorprendió la velocidad con la que el sujeto se apartó de ella, poniéndose a buen recaudo de alguna mirada indiscreta. Ella se quedó en pompa un par de instantes, hasta que se bajó de la sillita para voltear hacia el papá de Melina que parecía terminar de acomodarse el pantalón.

-Venga, vamos a buscar a Melina… – solo atinó a decir el sujeto, mostrando solo un instante de nerviosismo justo antes de volver a su imperturbable aspecto.

-Siii…- contesta solamente Rebeca y sigue sin objeciones al adulto que hasta hace un momento se había dado un gustazo con mi niña.

Tantos sentimientos encontrados y pasiones desatadas como para apagarlas tan repentinamente, Rebeca sentía que la habían dejado a mitad del viaje… ¡Inaceptable!

Luego de bajar las escaleras al primer piso, encontraron a Melina y los tres se quedaron esperando el final de la verbena, ya que solo quedaba unas palabras finales del director del colegio.

Los gritos de apoyo fueron tantos y la bulla que se armó cuando el director comunicó que mañana debían regresar a clases fue tal, que no le quedó de otra que mandarlos a todos de feriado largo…

-¡SIIIII! ¡No volvemos hasta el lunes! – exclama Melina dando saltitos con Rebeca- ¡Y mañana estrenan la 3era temporada de ***** en Dis*** Channel!

-¡Ay que guay! ¡En mi casa no tenemos ese canal!

-¡Pues vente con nosotros el fin de semana! – le dice Melina de pronto a Rebeca, sorprendiéndola.- ¿A que si puede quedarse con nosotros, papi? – pregunta la escuincla a su padre.

-Por supuesto…- asintió el sujeto volviendo a parecer en control de la situación.

-No lo sé… Mi tía quizás me diga algo…- se excusó mi niña.

-Ayy… pero no puedes perderte el estreno de *****- le reclama Melina-… mi papá puede hablar con tu tía para que te de permiso… ¿Sí?

-Sí, Rebeca… Llamaré a tu tía hoy mismo…-propone el papá de su amiga con voz decidida.

-Nooo, no le diga… Sí me quedo…- contesta mi niña rápidamente, queriendo dejar a su tía fuera del asunto. Le sorprendió que el papá de su amiga se metiera en la discusión y rápidamente optó por aceptar al darse cuenta de las posibilidades que traería tal invitación…

¿Cómo? ¿No que su tía no le iba a permitir salir cuando quería? Pues Rebeca, en un arrebato de ingenio, tenía un truco para permitir que su tía la dejara quedarse a dormir donde Melina, ¿cuál era?: “su clase de astronomía”.

Recordaran la excusa que usó Aquilino para llevarse a mi niña a un motel (plan que no se cumplió y el tatuado terminó siendo el afortunado). Pues mi Rebeca ya lo había usado en un anterior “encuentro” con el papá de Luka, probando la efectividad de tal excusa.

Sin embargo, esta excusa no debía ser tan frecuente o su tía sospecharía, pero que mejor forma que usarla ahora… ¡cuando prácticamente estaba al límite de su abstinencia!

Mi nenita había dicho que sí a la invitación y con ganas. Imaginándose el sinfín de posibilidades que tendría el papá de Melina por aprovecharse de su exuberante figura de mi Rebeca, recordando también los distintos escenarios que le relataba Sally… ¡UFFF!… y estaba claro que eso, todo eso, la ponía muy cachonda…

Apenas tuvo tiempo para regresar a su casa, cambiarse y para armar una mochila con varias de sus cosas, antes de encontrarse con su tía que llegaba del trabajo. Le explicó rápidamente donde iba y sin esperar que le dijera algún “cuídate” u otra precaución, salió con rumbo al primer piso y hacia la calle donde la esperaba el auto del papá de Melina.

Como suponía, su tía no fue un problema con la excusa ya ensayada. Y mejor que eso, a Rebeca le emocionaba lo rápido que fue zafarse de ella, porque le esperaba un fin de semana más divertido que de costumbre.

Cuando llegó a casa de Melina, vio al resto de la familia de su amiga: su mamá (que ya la conocía de otras veces que recogió a Melina del colegio) y una hermana mayor universitaria. Fueron muy acomedidas con ella y le dijeron que se sintiera como en su casa. Rápidamente su amiguita aprovechó para llevársela consigo, y mostrarle su habitación y demás cosas.

Rebeca sentía envidia, pensando que ella también tenía muchas cosas antes de que su papi se fuera, pero ahora que su tía se había deshecho de varias de ellas, apenas tenía algo que presumir en su habitación. Sin embargo, eso no fue impedimento para disfrutar su fin de semana con Melina.

Con sus amigas del vóley podían aparentar ser “adolescentes” de 10 años, sin embargo, en casa de Melina ambas nenitas volvían a sentirse como niñas por tantas atenciones de parte los padres de su amiguita, que al final le hicieron recordar los tiempos donde era bien cuidada.

Mientras tanto, el papá de Melina seguía a mi nena con detenimiento mientras ella rondaba por la casa. Rebeca pensó que era porque llevaba ropa muy cortita, como le gustaba andar en casa: un top negro sin mangas y una minifalda blanca apretadita cubriendo sus despampanantes curvas de mujer.

La primera noche, hicieron una pijamada y se quedaron hasta tarde con Melina viendo capítulos pasados de una serie de los Jonas (que en ese tiempo emitían en Disney). Mi nenita se asombró al saber que Melina los tenía todos grabados. Comiendo helado y chucherías, ambas niñas pasaron el resto de la noche como mejores amigas, comentando y riendo con las ocurrencias de la serie, afianzando su amistad.

Y el viernes también se lo pasaron viendo en TV el estreno de la 3era temporada de ***** en Dis*** Channel, antecedido de toda una maratón de las primeras temporadas. Un día común de ocio para unas nenitas de 10 años. Al menos para unas de estos tiempos que andan pegadas a la TV.

El sábado, los cinco salieron de paseo al zoo (invitación de los padres de Melina) y recorrieron por varias de las atracciones del lugar, observando a casi todos los animales, para luego tener un pequeño picnic en la zona de camping del lugar.

Mucho adultos (que se cruzaban con ellas) miraban a Rebeca y Melina (aunque de seguro mucho más a mi niña), ya que ambas llevaban falditas cortitas que en niñas podía verse inocente, pero que en mi nena revelaban mucho más de la cuenta.

La mamá de Melina resondraba con la vista a todo aquel que se les quedara mirando y murmuraba: “¡Viejos enfermos! No tienen nada bueno que hacer que andar mirando carajitas”

Sin embargo, la doña parecía no darse cuenta de que su esposo era de los más miraban a Rebeca, aprovechando cada instante queriendo hurgar la vista por debajo de su minifaldita.

Mi niña se dio cuenta justo después que el tipo fingiera que se le cayó algo mientras ella y su amiguita se apoyaron sobre el barandal frente a los pingüinos. ¡Y fue más atrevido, incluso! Porque cuando se levantó, mi nena pudo sentir claramente que su mano se deslizaba procazmente rozando sus caderotas de mujer… ¡Espasmo de mi niña!

A partir de ese momento, le volvió aquel calorcito de saberse deseada por aquel adulto de mediana edad, y que durante aquel día de diversión se le había ido de la cabeza… ¡Nuevamente la dicotomía que les contaba en el anterior relato!… ¡Rebeca ya había tenido su momento infantil!… ¡Ahora su cuerpito le reclamaba algo más!

Pero estaban muy bien vigilad@s por el resto de la familia. No parecía que hubiera algún rato a solas de las otras tres. Incluso cuando mi nena pensaba que por ir a casa de Melina el papá de su amiguita se atrevería a subir el nivel sus toqueteos… ¡aquellos toqueteos la dejaban con ganas de más!

Rebeca a estas alturas de abstinencia era esclava de su lujuriosa figura de mujer en el cuerpo de una niña de 10 añitos. Al menos su amiguita seguía encontrándose con Luka, pero Rebeca… ¡Seguía sin rastros del calvo tatuado!

En medio de los pensamientos de mi nena, regresaron a casa solo cuatro porque a la hermana de Melina la dejaron en el centro comercial. Parecía que se cerraría otro día sin más oportunidades y lo más probable era que el domingo fuera igual, con el agregado de que por la tarde la llevarían de vuelta a casa… ¡y encima esta vez la mamá de Melina decía que lo haría ella porque el papá tenía trabajo nocturno!… ¡En mala hora!

Con resignación, mi niña bajó del vehículo, ingresó con su amiguita al departamento y corrieron a llenarse de confites de la alacena, justo antes de que viera al papá de Melina conversar con su mujer que corrió apresurada hasta la cocina donde se encontraban.

-¡Tu cita con la dentista!- exclama la mamá señalando su agenda en el móvil y hablándole a Melina- Justo tocaba hoy… ¡Malditos recordatorios! ¡Nunca funcionan!

-¡Nooo! ¿No puedo ir otro día? – pregunta Melina molesta.

-No, Melina… Lo mejor sería que vayas hoy o sino demoran en darte la cita con la misma dentista…- expresa con voz firme el papá llegando a donde estaban ambas.

-Ya escuchaste a tu padre… ¡Vamos! – le dice la mamá jalando a Melina.

Todos salieron hacia la sala, incluso mi niña y el papá de su amiga, que esperaron que las otras dos se alistaran. Mi nena se puso nerviosa, sin embargo, el solo imaginarse que estaría a solas dándole otra oportunidad al papá de su amiguita, la empezó a calentar un poco.

Un par de minutos después llegaron ambas y el papá se unió para despedirlas en el recibidor.

-De paso, ¿porque no aprovechas para usar primera la bañera? – propuso Melina justo antes de irse- Quiero darme un baño cuando vuelva…

¡Diantres! Mi nenita apenas se acordó. Se supone que la mamá de Melina les pidió que tomaran un baño después de un día caluroso en el zoo. Pero ahora, el único que estaría en casa aparte de Rebeca sería…. ¡El papá de su amiguita!

Con unos nervios de emoción y duda, mi niña sintió que le empezaba a volver el calorcito que había contenido en el trayecto a la casa de Melina… ¡Todo se estaba alineando a favor de sus intereses!

Procuró mantenerse calmada mientras sentada en el sofá frente a la TV, despedía a Melina y a su mamá que salieron del departamento dejándola solita, al resguardo del hombre de mediana edad.

Casi dio un saltito de sorpresa cuando escuchó la puerta cerrarse, signo inequívoco que las únicas personas en aquel departamento eran ella y el papá de su mejor amiga. Tal hecho se confirmó cuando el sujeto volvió del recibidor hacia la sala y se sentó justo al lado de mi nena que seguía viendo la TV.

Aquel adulto de mediana edad, cabello corto y color azabache sin muchas canas, lentes de montura y contextura normal (a diferencia del tatuado que era un poco grueso), parecía observar a mi niña que fingía seguir mirando a la pantalla.

-Rebeca ¿Por qué no te bañas como dijo Melina? – pregunta de pronto al oído de mi nena que se sorprendió que el sujeto diera el primer paso tan pronto.

-Sii… Oki, señor Lucio…- responde mi nena obediente levantándose del sofá y correteando hacia la habitación que compartía con Melina bajo la atenta mirada del sujeto.

Nerviosa, Rebeca tomó otra muda de ropa y una toalla para llegar hasta donde estaba el baño, encontrándose en su interior al papá de su mejor amiga.

-¡Pasa! ¡Pasa! ¡Tienes que bañarte antes de que llegue Melina! – le dice el sujeto haciéndole espacio para que entre y cerrando la puerta detrás de ambos.

-Siii, gracias…- responde mi niña ingresando. Estaba nerviosa porque el papá de su amiguita decidiera meterse sin mayores motivos, sin embargo, la calentura le ordenaba obedecer todo lo que le dijeran.

Aquel baño era grande y no como el de su casa. La bañera tenía una ducha de agua caliente y fría que llegaba hasta la tina grande suficiente para que cupieran 2 personas.

Se dio la vuelta asombrada cuando sintió que el papá de su amiga se movía… Lo encontró desabotonándose la camisa.

-¿Usted se bañará conmigo, señor Lucio?

-Así es, Rebeca… ¿Tu papá no se bañaba contigo?… ¡Oh, cierto! Melina me contó que no vives con tus papás…

-No… Solo con mi tía y Danna…

-¿Y nunca te has bañado con tu papá?

-No… – responde mi nena girando la cabeza.

-Vaya, que pena… pero un padre debe limpiar bien a su hija… ¡Y a ti nunca te ha bañado tu papá!

-Pues no…- contesta mi nena dando una tímida sonrisa.

Ya en todo este punto, Rebeca sentía que la artimaña del papá de su amiga (ya conocida por mi niña), justificaba todo lo que pudiera hacerle. Así no habría extrañeza cuando ella solita le permitiera la dicha de compartir la ducha…. ¡Inigualable premio!

-¡Qué irresponsabilidad! -bufó el papá de su amiguita- Pero no te preocupes, que para eso estoy yo…

-¿Usted me va a bañar?

-Siii.. Por supuesto, es mi deber como el papá de tu amiguita y nuestra invitada… ¿De acuerdo?

-Siii…- exclama Rebeca, casi dejando caer todo el teatro que había armado.

Sin mayores comentarios, ambos comenzaron a desvestirse frente al otro, ¡hasta a mi niña se le olvidó que debía mostrarse ignorante de todo el asunto!, ella se levantó el top y se quitó su minifaldita con sus braguitas quedando tal y como Dios la trajo al mundo.

El papá de Melina dejó su camisa a un lado para revelar frente a mi niña un abdomen plano y marcado, encima de un torso velludo. Parecía en buena forma el sujeto, le hizo recordar un poco a Pablo, su ex maestro de inglés. Aunque lo que más atención le prestó fue cuando se bajó el pantalón y los boxer para revelar ante ella una verga mediana y venosa ya con síntomas de erección.

¡Ahí estaba! Aquel pitote que la punteó descaradamente durante la ceremonia de la escuela y que mi nenita muy curiosa ansiaba por conocer…Parecía ladeada hacia un lado y ya desenvainada para la batalla que se avecinaba… ¡Todas las piezas del rompecabezas parecían encajar en su lugar!

-A ver… veamos… ¡Uff!…- suelta el tipo sin poder contenerse al ver a mi nenita desnuda. Con su despampanante derriere de mujer de seguro era un espectáculo a la vista, iluminada por esas tenues luces amarillas del baño.

-Ya estoy lista, señor Lucio…- suelta Rebeca dándose una vueltecita y haciendo su vocecita inocente que todos amamos de escuchar cual si fuera una melodía bendita… ¡Increíble!

-Perfecto…. Ufff… perfecto…- soltó el sujeto, aunque de seguro se refería a la imagen que tenía de mi exuberante niña. Sin embargo, dándose una última samaqueada, recuperó un poco de cordura para luego decir:

-Entonces, vamos a entrar a la ducha…. Tú primera…

-Oki…- contesta mi niña dándose la vuelta e ingresando a la bañera junto al susodicho que se le pegó al instante para darle una palmada a su culote de mujer… ¡Ni el papá de su amiga se resistía a nalguearla!

Rebeca no dijo nada y solo entró a la tina ya llena de agua espumosa y comenzó a bañarse, mientras el sujeto hizo lo propio colocándose al otro costado.

-Muy bien… No… no olvides tallarte bien…- suelta el sujeto, casi balbuceante.

-Siii- dice mi nena, intentando alcanzarse varios lados, sin embargo, el papá de su amiga se dirigió hasta ella para ayudarla a tallarse en sitios inaccesibles.

¡ESPASMOS! Mi nena sentía estremecerse cuando aquellos dedos comenzaron a recorrer su piel y masajearla donde el sujeto se le diera en gana, no solamente donde tuviera dificultades para jabonarse. Al final el sujeto comenzaba a bajar por su espaldita para, como todos los que la tenemos en semejante posición, jabonar con sus propias manos las turgentes nalgotas de mi nena.

¡PLAP! Joder, incluso se dio el gusto de palmearla, a lo cual mi nena gimió despacito para que no la oyera del gusto que se daba sintiendo a ese hombre nalgueándola.

-Listo…- le dice el tipo soltándola cuando la terminó de enjabonar y mi nena saltó hacia la espuma, poniéndose en cuatro sobre la tina.

-Que rica bañera… ¡se puede nadar! – celebra mi niña estirándose y pataleando cierto tramo de espaldas al papá de Melina quien se ganó con todo el espectáculo.

Rebeca nadó un poco más, dándose la vuelta para quedar boca arriba esta vez, revelando a la superficie su rajita que emergía a poca distancia del papá de su mejor amiga…

¡Aquella jugosa rajita! Esa sensual, lampiña y rosadita rajita que provoca en todo hombre un instinto primitivo de gastar toda la saliva en lengüetazos e internar tu lengua entre sus labios de princesa….

-De acuerdo, Rebeca… Ahora… voy a darte un baño padre-hija…

-¿Baño padre-hija? – pregunta mi nena, intuyendo a qué se refería el sujeto.

-Así es, baño de padre-hija, solamente que yo reemplazaré a tu papi… pero lo haré para que quedes muy limpia, pero de verdad… ¿ok?

-Siii… yo quiero que me limpie muy bien…

-Perfecto… ahora… ven… te ayudaré a que te pongas cómoda…

Entonces mi niña se dejó llevar, para que la dejaran sentadita sobre el borde de la tina pegada a la pared. Se abrió de piernas revelando aquella rajita hermosa y rosadita que nos hace babear de deseo a todo adulto que tiene el privilegio de gozar de semejante espectáculo.

Su coñito se le veía precioso, rosadito y abierto como una flor en primavera, y además estaba brillante, se le veía súper jugoso y apetecible, como para devorárselo a lengüetazos. El papá de Melina debió pensar lo mismo porque sin más espera, metió su cara en sus piernas devorándole el coño de arriba abajo.

-Empezaremos por aquí… Mmmm…! Mmmmm!!

-Umm…Ahhhhhhh…- suelta mi niña al por fin tener aquella lengua viril explorando sus tiernos labios rosaditos y hurgando profundo casi besando su clítoris.

¡Delirio total! Rebeca observaba cachondísima, mientras el papá de su mejor amiga se le metía entre sus piernas, lamiendo su chuchita como si se le fuera la vida en ello… ¡Por fin! ¡Por fin tenia a ese adulto de confianza, dándole el placer que ella tanto requería!

-Mmmm!! Tus partecitas están con sudor… voy a limpiarlas muy bien, ¿de acuerdo?

-Siii… Por favor, señor Lucio… Ahhhhhh…- gimió mi niña casi como liberándose de tanta tensión sexual acumulada por la abstinencia de semanas… ¡Pero aún eso no era nada!

El papá de Melina la ayudó a separar más sus piernas exhibiendo toda la vaginita de mi nena que seguía sentadita sobre el borde de la tina y apoyada su espaldita contra la pared. El sujeto apartó sus manitas de Rebeca, haciendo que se relaje y que le dejé a él hacer todo el trabajo.

-Ummm… Ummm…

-¿Te sientes mejor?

-Sii… Siga limpiando mi rajita, señor Lucio.

-Por supuesto… Mmmm!!

-Ahh… Ummmmmm!!

Sin poder evitarlo, Rebeca volvió a cerrar las piernas aprisionando la cabeza del sujeto, lo cual podía ser una molestia para él, pero igual no se detuvo, sino que trato de acariciar sus caderas procurando que se relaje, mientras seguía devorando el coño de mi niña.

-¡Mmmm! ¡Mmmmmm!

-Ahh… Siii…. Ummmm!! – gemía mi nena estirando sus manitas hacia la pared.

El papá de Melina no paraba de darle chupetones a su rajita, poco a poco con cada absorbida que le daba la llevaba a la locura, haciéndole fallar las piernas, soltando más su amarre sobre el sujeto.

-Muy bien, Rebeca… relájate y déjame limpiarte muy bien… ¡Mmmmmm!!

-Sii… sí, señor Lucio…. Ahhhhh!!

¡Ahora se la devoró enterita! Pasando su lengua por toda su pepita, deteniéndose en ella y chupándola muy suavecito y lento, tal como le gustaba mucho a mi nenita y así se lo hizo saber dejando caer muchos juguitos sobre la barbilla del tipo.

Al parecer el sujeto lo notó, porque acto seguido bajó la cabeza hasta la apertura de sus labios, y tragó todo lo que le salía, dándole un gustazo a mi niña que no lo resiste más…

-AHHHHHH!!! – suelta mi niña liberándose al fin de tanta abstinencia que la hizo correrse y gemir sonoramente. El sujetó se tragó toda su corrida de Rebeca, apreciando la cara de gusto que tenía.

-Uff… Parece que te gustó que te limpiara tu rajita…

-Siii… Ummm… Se sintió muy rico, señor Lucio…- balbucea Rebeca recuperándose de su primer orgasmo. Aquel pequeño desahogo había estado divino, pero mi nena ya una adicta de las artes carnales y no deseaba que dejaran de devorar su chuchita… ¡Aparentemente el sujeto tampoco tenía intenciones de detenerse!

-No te preocupes, aún no termino de lavarte…- le suelta el sujeto volviendo al ataque de su vaginita.

-Ahhhhhh…. Ummm!!! – gime mi nena volviendo a abrazarlo con sus piernitas mientras el papá de su amiga reanudaba la refriega sobre su rajita.

El sujeto iba por más y lamía con increíble desesperación. La tenía temblando súper extasiada y medio doblada, sin darle tregua al tratamiento de lengua comiéndole ahora el coño con movimientos mucho más intensos y constantes, aunque dándole a su pepita unas suaves lamidas.

Rebeca casi parecía a punto de correrse otra vez, pero aguantó estoicamente las varias absorbidas de su coño súper fuertes, esto la vuelve loca al punto de tomarlo de la cabeza a su amante maduro que permite tales arrebatos de mi nena, entendiendo seguro que estaba loquita de placer.

-Slrrppppp!! Mmmm!! Slurrpppppp!!

-Ahhh!!… mi rajitaaa…. Ummm!!

Tras varias bocanadas en su botoncito, Rebeca se abre todo lo que puede de piernas al borde de la tina y toma al sujeto de la cabeza aprisionándole la boca contra su coñito que estaba hirviendo de lo cachonda que se puso. Comienza a gemir con fuerza y a mover su pelvis aplastándole la cara contra su coño, restregándole, sintiendo como le llegaría otro orgasmo más…

-Ahhhhhhhh!!! Siiiii!!! Que ricoooo!! – grita mi niña a pleno pulmón.

Se volvió a correr y a llenar de sus jugos la cara del papá de Melina, quien ni tonto ni perezoso, se los vuelve a tragar como si fueran los últimos que se comería en su vida.

Mi pobre niña no puede más y moviéndose endiabladamente de arriba abajo sobre la cara del sujeto, da unas sacudidas con cada convulsión hasta quedarse seca y sin aire, porque esta vez el orgasmo ha sido bestial como hace semanas no le comían su rajita…

El sujeto la ha dejado sin aliento por todos los chillidos tan fuertes que acaba de dar… ¡Porfin un ápice de desahogo después de tantas semanas de abstinencia!

Mientras ella terminaba de recuperarse, el sujeto quiere intentar meterle unos dedos por su coñito…

-¡NOO! Por ahí no, señor Lucio… – exclama Rebeca dispuesta a impedir que el papá de su amiga descubriera algo que ella guardaba celosamente.

-Pero tengo que lavarte ¿Por qué no? – se sorprende el sujeto con semejante oposición.

-Por ahí no señor Lucio, por ahí me duele…- le dice Rebeca tontita sin saber que otra excusa poner para proteger su lugar especial. No deseaba que el papá de su amiga supiera que ya no era virgen por su rajita.

El sujeto medio que lo pensó, pero al parecer presintió que mi nena no iba a cambiar de opinión por lo que lo siguiente que hizo fue:

-Entonces, tengo que limpiarte muy bien por aquí…- dice al mismo tiempo que la maniata para que Rebeca se pusiera de espaldas y apoyada contra una de las paredes de la ducha. Mi niña miró hacia atrás solo para contemplar como el sujeto le abría de par en par sus nalgotas (sintió nuevamente aquellos dedos rugosos pasearse por sus curvas de mujer) para revelar su hoyito a la vista.

Acto seguido, el papá de Melina no dudó en meter su cara muy adentro de aquellas exuberantes nalgotas de mujer, buscando frenéticamente su sonrosado y delicado hoyito para comerlo y chuparlo como si se le fuera la vida en ello… ¡El segundo acto estaba por comenzar!

-Ahhhhhhh… Ummm….UMMMMMM!!

Mi nena pujó al sentir ese segundo embate de la lengua del perverso sujeto, presionando por abrirse paso entre sus gloriosas nalgotas e internarse en su hoyito, pero en un segundo se relajó profundamente, apoyando sus brazos y su infantil rostro contra la pared, alzando su culote en pompa…

-Ay…Ahhh… Siii… Ummm…

-Mmmm!! Mmm!!! Wooo…

-Ahh… Ummmmmm…. Ummmm….-

-Ufff..! Perfecto, Rebeca… No te preocupes que te voy a limpiar muy bien… ¡Mmmm!!

-Oki, señor Lucio… Ummm… ¡UMMMMM!!- gime mi niña sin contenerse ya. Era tremendamente liberador sentir como bailaba aquella lengua en su agujerito, queriendo darle una comida de cola que tanto añoraba mi Rebeca.

De pronto el tipo comenzó a darle mucha lengua por su culote y la raja. La nena sólo pujaba y gemía despacito, moviendo su perfecto culo en círculos, una clara señal de disfrute por tales caricias.

-Ummm!!! Ahhh!!!- gemía Rebeca cuando el susodicho pasaba su viril lengua sobre sus dominios. – ¡Hágalo despacito porque me da cosquillas… Jijiji!! Ummm!!!

A mi niña le encanta que le devoren su cola, y esta vez no era la excepción. Tenía una fijación por ver como el rostro de su amante se hunde en sus pompas lamiendo cual macho alista a su hembra para la esperada cópula.

El papá de Melina parecía lamer desesperado todo el canal de mi niña, deslizando su lengua desde su ano hasta su rajita, sin necesidad de lubricante o algo parecido… ¡Tremendas lamidas que desatabas pasiones en una tierna niña de 10 añitos!

-Ummm!!! Uhuhuhu…Ummm!!!- murmura mi nena al ver como el susodicho seguía comiéndole la cola, completamente fuera de sí….

-Fuuuff!!! ¡Voy a lavarte bien! ¡Te lo prometo! Ohhh – exhala el tipo tomándola de sus nalgotas al mismo tiempo que le da unas nalgadas – ¡Que limpia y hermosa vas a quedar, Rebeca! Ufff!!

-Ayy! Umm!! Gracias, señor Lucio… Siga lamiendo mi colita, que quiero quedar muy hermosa…

-¡Por supuesto…!- contesta entusiasmado el susodicho reanudando la comida de culo que le daba a mi niña. Abrió nuevamente de par en par sus caderotas y hundió su lengua en aquel orificio bendito.

-Ummm!!! Ummm!!! Siii!!- gime mi pequeña al sentir que aquella lengua buscaba invadirla por dentro de su hoyito, arrancándole más gemidos y temblores.

El papá de Melina sabía manipularla y por momentos la maniataba cual si fuera una muñeca cuando mi nena se movía por los espasmos de placer.

-Ummm!! Siii.. Así despacito, señor Lucio… ¡Ummm!!- murmura mi niña hablándole con su voz de ángel que nos vuelve locos a todos los que escuchamos semejante melodía… ¡Rebeca a todas luces estaba muy excitada con tal situación! … ¡Y así parecía interpretarlo el susodicho!

Fue entonces el pervertido hombre sin dejar de darle lengua por el culo, comenzó a introducir uno de sus dedos por su culito, metió su dedo medio por su esfínter, deslizándolo en su interior, continuando por un buen rato en ese sublime hacer.

-Ahhh!!… Con cuidado, señor Lucio…- le pide esta vez, pero sin impedirle el acceso carnal más deseado por todo hombre que conoce a mi niña.

-Ufff!! Pero hay que limpiarte por aquí, Rebeca…

La nena no dejaba de gemir muy despacito, pues la estaban llenando de puro gozo. El papá de Melina al escuchar a mi niña como suspiraba se atrevió a más y lleno de lujuria le dijo:

-Déjame limpiarte bien, preciosa… ¿Vale? Aquí vamos…

-Ayyy!!! Ahhhhhhh!!! – gimió de pronto mi niña ante el avance de sus dedos. Comenzaban a introducirse dentro de ella, llenándola de sensaciones tan conocidas… ¡El acabose!

Rebeca estaba acostumbrada a recibir más que unos simples dedos por su culote, pero llevaba semanas sin un adulto que la atendiera, al punto que incluso en eso andaba sensitiva… ¡Unos dedos recorriendo su esfínter bastaban para ponerla a gemir como loquita!

-Mmmm!! Joder… No te asustes, Rebeca… Te daré unos besitos… ¡Mmmm!!

-Ayyy!! Ummm!!!! Ahhh!!!- Rebeca no tuvo tiempo de reacción y volvió a recibir aquella lengua recorriendo su canal, baboseándole y dándole besitos en la entrada de su esfínter, antes de volver al ataque queriéndole introducir aquellos dedos que osaban invadirla por dentro. – Ahhhhhhh!!

-Ufff!! Yo tenía razón… Sabía que te iba a gustar nuestro “baño de padre-hija” …- le dice el tipo cuando comienza a introducir varios dedos más dentro de la cola de mi niña.

– Ayyy!!! Ummm!!! No tan brusco, señor Lucio… ¡Ayyy!!- le pide mi niña cuando el tipo emocionado quería abrirla más.

-Yaa!! Lo siento… Déjame darte más besitos para calmarte… – le dice justo antes de comenzar a besuquear el agujero de Rebeca que se dilataba con la presión de sus dedos.

-¡AHHHHHHH! – gimió fuerte mi niña y agradeció que estuvieran en el baño, en un departamento donde no había nadie más que ellos…

La lengua profana recorría todo el borde de aquel orificio tan deseado y arrancaba alaridos de placer a mi pequeña Rebeca, quien a sus 10 añitos prácticamente tenía un fetiche con que le comieran la cola, tal y como se la comía aquel adulto de mediana edad…

Rebeca anonadada de sí misma y de que su cachondez pudiera más que cualquier recato por ocultar la vasta experiencia que poseía, se dejó llevar por la lujuria permaneciendo en pompa y entregando su exuberante derriere al susodicho… ¡El éxtasis en ciernes!

-UMMM!! Ahhh!! Ahhh!!

-BRRRMMM!! ¿Por aquí te gusta, Rebeca?… Bffffmmm!!

-Ahhh!! Sii… Ummm!!! ¡Ahí, señor Lucio!! Ummmm!! Ahhiii… Ummm…

-Ok, preciosa… Brrrmmmm!!

-AHHHH!!! Ummm!! Si… ahiii… Ummm!!

Mi niña murmuraba fortísimo ante cada lamida que le daba aquel afortunado sujeto quien parecía querer llevarla al éxtasis solo comiéndole la cola, algo no muy complicado dado que mi nena era una adicta a que le comieran la cola.

Sus gemidos iban en aumento en aquel baño donde ambos amantes con sus cuerpos húmedos recreaban la danza previa a la mayor locura que se podía producir en aquellas cuatro paredes. El papá de Melina no cesaba y mi niña ya casi estaba en su límite…

-BRRRRMMM!! Joder!!

-Ahhh… UUMMMMM!!

-BRRRRMMMMMMMMMMM!!

-Ahhh… UUMMMMM!! AHHHHHHHHH!!!!

Mi niña no pudo más y finalmente terminó corriéndose, dejándole saber al susodicho que notó los temblores descontrolados de mi princesa que casi se desploma sobre la tina, pero con la experticia de tantas faenas supo agarrarse del borde, justo antes de quedarse arrodillada en pompa sobre la bañera.

Aún temblaba, pero todo valía la pena por aquel desahogo… ¡Tremenda comida de culo le había dado el papá de su amiga! … ¡Incluso al punto de arrancarle un orgasmo!

-Muy bien… Ufff… ¿Te gustó como te lave tu colita, Rebeca? – pregunta el susodicho luego de que mi nena se calmara y volviera a parecer

-Si, señor Jason… Muchas gracias por lavarme mi colita…- responde mi nena sonriendo, ya con menos revoluciones. Al menos aquel adulto la había desahogado momentáneamente, y su comida de culo le regalaba algo de cordura tras tantas semanas.

Rebeca volteo a ver al papá de Melina quien permanecía apoyado al otro lado de la tina, pero con una erección tremenda que de seguro se le había terminado por consolidar después de tantos toqueteos a mi nena… ¡Espasmo!

Nuevamente se encendió un interruptor en mi pequeña al ver aquella verga desenfundada y ahora lista para la batalla… incluso empezó a ensalivarse solita, imaginándose todos los placeres que podría desencadenar en ella, tal instrumento.

Obviamente Rebeca se moría de ganas por manipular aquel cipote que tenía tan cerca suyo, sobre todo porque había aprendido a ser agradecida con todo adulto que la llevara a las nubes con tremenda comida de cola, pero… ¿aquel sujeto se atrevería a pedirle que lo ayudara a desahogarse?

Y sí, aparentemente aquel sujeto parecía dispuesto a satisfacerse con mi nenita (¿y quien no?), por lo cual las suposiciones de mi niña fueron gratamente confirmadas cuando le dijo:

-Ven, Rebeca.

-Voy…- contestó mi niña gateando por la superficie de la tina hasta donde estaba el señor Lucio, colocándose entre sus piernas, casi cara a cara con el cipote de quien la llamaba.

-Rebeca, ahora me vas a ayudar a lavarme… Como si fuera tu papá… ¿De acuerdo?

Mi niña asintió contenta, al mismo tiempo que el susodicho tomó sus manitas y las llevó hasta su entrepierna, donde se hallaba aquel miembro del cual mi nena no podía apartar la mirada.

¡Increíble! Aun mi nena recuerda aquella verga mediana pero gruesa, tan masculina, pero a la vez punzante al sentir el contacto con la delicada piel de mi niña. Aquel morcillón era diferente al de los otros adultos que conocía… ¡La verga del papá de su mejor amiga!

Luego de pasarse mucho jabón en su entrepierna, el señor Lucio comenzó a usar las manitas de Rebeca para hacerse una paja lenta, pero con toda la intención de instruir a mi tierna niña.

-Así… lo jalas así para pasarle mucho jabón… Ufff… Y que quede bien limpio… ¿Sí?

-Siiii… -asiente mi nena contenta, exhibiendo su sonrisa inocente al mismo tiempo que lo maturbaba sintiendo aquel miembro punzante y caliente a pesar de lo mojado que estaba.

El papá de Melina sonreía también ante la docilidad de mi niña, que con su rostro angelical es una combinación digna de ver mientras te haces tremenda paja. Rebeca lo tomaba suavemente con sus manitas, palpando la cabeza de su verga y moviéndolo hacia delante y hacia atrás, como quería enseñarle su velludo amante.

-¿Lo hago bien, señor Lucio?

-Sí, Rebeca… muy bien… Ufff… Aprendes rápido…

El tipo siguió “manipulando” a mi niña (aunque quizás en realidad el manipulado fuera él), a fin de darle aquel desahogo de tener una nenita de 10 años masturbándolo y arrancándole bufidos de placer.

Aquella tranca era mediana y mi nena podía imaginarse teniéndolo dentro de ella… La excitación de aquella comida de culo ya estaba nuevamente a pleno y la comenzó a invadir de tremendo morbo.

¡El papá de su mejor amiga! Aquel adulto de confianza que había caído presa de sus encantos de mujer en el cuerpo de una niña, y que ahora Rebeca tenía a sus pies. Melina era muy buena con ella, pero no podía evitar que la invadiera el morbo de estar pajeando a su papá.

Ansiaba aquel pitote más que nada. Tantas semanas sin un hombre que la atienda como es debido la habían puesto loquita y caliente. Siendo dueña de una exuberante cola y la pequeña “Becky” en pleno apogeo, Rebeca necesitaba desahogarse y aquel afortunado parecía el siguiente en la lista.

-¡Bufff..! ¡Muy bien, Rebeca…! ¡Joder! ¡hazlo desde la punta hacia abajo!

-Oki, señor Lucio…- obedece mi niña masajeando como le pide el sujeto arrancándole más bufidos- ¿Qué le parece? ¿Lo hago bien?

-Si, preciosa… tanto que apuesto que hubieras sido una buena hija para tu padre… Uff…

-Gracias, señor Lucio…- contesta contenta porque el tipo no se enterara de toda la experiencia que poseía (¿aunque quizás ya se había dado cuenta?). Sus masajes divinos sobre una verga eran otras de sus tantas cualidades acumuladas en su vasta experiencia con tan solo 10 añitos.

-Ahora… solo falta que practiques como vas a enjuagarme con tu saliva…

-¿Con mi saliva? – pregunta Rebeca queriendo parecer inocente, aunque por dentro se sentía gratamente sorprendida que el papá de su amiga fuera directo a lo que a ella más le gustaba.

-Siii, con tu lengüita sobre mi “amigo”… para que quede muy limpio… ¿de acuerdo?

-De acuerdo…- contesta Rebeca sonriendo.

-Si lo haces muy bien, mi “amigo” te dará lechita…

-¿Lechita?

-Siii… Lechita que solo la toman las niñas buenas y obedientes como tú y que quieren a sus papis, porque sabes, esta lechita las hace muy hermosas, mucho más que otras niñas…

-Waoooo…- exclama mi niña fingiendo incredulidad. Aparentemente había funcionado porque el papá de Melina no cambiaba la expresión de satisfacción al ver la reacción de mi nena.

¡Tremendo acto circense! En realidad, cuando Rebeca me contó esto pensé que por todo lo que decía estaba actuando muy mal, al punto que si fuera yo quien escuchara las respuestas de mi niña, ya me habría dado cuenta de todo, sin embargo, al parecer el papá de Melina estaba demasiado embobado para comprender que estaba frente a una pequeña con vasta experiencia marital…

-¿Tú quieres ser una niña muy hermosa, no es así?

-Siii… yo quiero ser una niña hermosa…

-De acuerdo… Ahora Rebeca, saca tu lengüita. – le dice al mismo tiempo que el sujeto empuña su verga al mismo tiempo que acaricia su cabello.

Mi niña le obedeció, contenta que el papá de su amiguita la tomara de su cabecita y la acercara hacia donde la esperaba aquel pitote erecto y por el cual Rebeca ya salivaba.

-Haber Rebeca, abre bien, voy a guardar esto dentro de tu boquita para que puedas tomar tu lechita cuando logres sacarla, ¿vale? – pregunta el sujeto ya con su verga a punto de depositarse dentro de los labios de mi nena.

-Aja…- asiente mi nena con la boca abierta y ya a solo centímetros de aquel miembro adulto. La movió de su cabecita y agachándola un poquito metió hasta la mitad de su miembro en su boquita.

¡Por fin!, exclamó Rebeca al recibirlo dentro de su boquita, aquel tolete sabroso que ahora tenía entre sus labios dio unas sacudidas al ser recibido por su cavidad bucal, mientras mi nena no pudo evitar darle un barrido de lengua para saborear su nuevo chupete…

-Uffff!!! Wooo…. Muy bien, Rebeca…. Uff… Solo ten cuidado de que me roces con tus dientes o que cierres tu boquita, porque me puedes lastimar ¿vale? – advierte innecesariamente el sujeto a mi niña quien ya contaba con amplia experiencia en estas artes felatorias.

Rebeca solo asintió contenta por tener una nueva verga en la boca, y no era solo una nueva verga… ¡era la verga del papá de su mejor amiga! Al pensar en ello, casi sin quererlo mi niña se llenaba de un morbo tremendo. Poco a poco iba descubriendo nuevas situaciones que ensalzaban sus “encuentros”. No podía creer que imaginarse ello le agregara más placer al asunto.

-Ohhhh… muy bien…. Uff…. Que bien lo lames… muy bien… límpiame bien, Rebeca… Woo…

-Shiiii…- apenas atina a decir Rebeca, puesta en 4 mamando verga sobre la tina a un afortunado sujeto que estaba apoyado con los brazos sobre los bordes de la bañera.

El sujeto comenzó a sacar y meter su cosa en la boca de mi princesa, moviendo su cabecita de Rebeca como si fuera una muñeca de plástico creada para brindar placer oral.

A mi niña le encantaba el sabor de esa verga (aun cuando esta no tenía restos de orines ni ese clásico olor a macho que la fascina), e incluso cuando se lo metía más profundo ella aguantaba contenta de devorar su porción de carne masculina.

De cuando en cuando, el papá de Melina se la sacaba y la dejaba respirar tantito para después volver a metérsela, algo a veces innecesario porque mi nena lograba aguantar el ahogo muy bien, habiendo sido puesta en aquella posición tantas otras veces.

-Woooo… Uff…. Muy bien… Ohhh…

-Ummmm!!! Ahhmmmm!! Umhmm!

Así estuvo el sujeto, sacando y metiendo su pene de la boquita de Rebeca por varios minutos, hasta que en unas de esas arqueadas le sacó su pene para decirle:

-Uff…. Joder…. Lo haces muy bien, Rebeca…

-Ahmmmm…. Gracias, señor Lucio…- responde mi nena sacándoselo de su boquita y pajeandolo mientras lo miraba con aquellos ojos de princesa inocente que tanto nos enloquece.

-Dime, Rebeca… ¿crees poder hacerlo tú solita?…

-Siiii… ¡Yo puedo solita! – casi exclamó contenta Rebeca cuando respondió.

¡Por fin era su oportunidad!, pensó mi niña. Al fin podría jugar a solas con aquel tolete tan deseado por mi pequeña de apenas 10 añitos.

Entonces, el papá de Melina retiró completamente las manos de la nena, dejándola al mando de la mamada, observando como a Rebeca se le escapaba abundante saliva por la comisura de sus labios… ¡Mi nena sabía cómo mamar una verga de adulto!

-Muy bien, Rebeca… Ahora… tú solita…

Ya liberada a su suerte, mi nena comenzó a chupar el vergón que arropaban sus manitas…

-Ummm!! Ummm…. Ah… Ummm….

-Que bien aprendes, Rebeca… Woo… Muy bien…Uff…

-Ummm!! Umm!! Gracias, señor Lucio… ¡Ummm!! – contesta Rebeca jugando con su lengüita.

Lo chupaba y lo lamía de manera frenética emitiendo pequeños chasquidos por la abundante saliva de su boca. Mi nena por momentos se olvidaba de mostrarse como primeriza en estos haberes, llegando incluso a utilizar algunas técnicas que aprendió en tantos encuentros lujuriosos.

-Wooo… Con cuidado… Ufff…

Rebeca le acariciaba la polla y le sobaba los huevos, un par de huevos perfectamente colgantes y velludos que, ella sabía masajear tal y como les gustaba a los hombres… ¡era una experta en las artes carnales! … ¡Y con tan solo 10 añitos!

-Ohhh!! Joder… Ufff… Que bien lo haces, Rebeca…. Ooohhhh!!

-Ummm!!! Ummm!!! Ah… ¡Ummmm!!

Seguía comiéndose la cabeza de la verga como hambrienta de aquella carne viril. La metía bien adentro hasta su garganta, sin importarle si le daba pequeñas arcadas, para luego sacarla sintiendo cada vena del tronco en sus labios al salir de su boquita.

Mi nenita estaba demasiado concentrada en aquella polla… ¡ya ni se acordaba de sus precauciones iniciales!… solo se dejaba llevar, dejando que la calentura la transportara a tiempos mejores, donde era la “diosa” que todos conocemos como “Becky”.

Era evidente que ese no era su primer oral, por la maestría que a pesar de su corta edad la nena le imprimía a todo el acto, y de seguro el papá de Melina también terminaría por deducir ello. Quizás fue por ello por lo que se atrevió a lo siguiente:

-Wooo… wooo… Ufff… A ver, Rebeca… Quietecita… Jooo…- le dice el sujeto tomando a mi niña del cabello. La maniató bien, como ella sabe que los adultos se mueren por someterla, previa de que estaban listos para cogerse sus tiernos labios.

-Ummm…- apenas atina a decir mi nena cuando el sujeto, estirando una de sus manos hacia atrás, abre el grifo de la ducha para dejar que caiga el agua sobre ellos.

-Uf…. Rebeca, vas a enjuagarme bien con tu boquita ¿Vale? – pregunta el papá de Melina volviendo a tomarla con ambas manos de su cabello.

-Uuujuuuu…- balbucea mi niña aun con el pitote en los labios… ¡No estaba dispuesta a soltarlo!

Todo lo que vino después fue un total frenesí oral. El sujeto comenzó a moverse, con gestos copulatorios, tratando a la boquita de Rebeca como si se tratara de un agujero de placer mientras la agarraba del cabello para guiar la cogida bucal a su propio ritmo.

-Woooooo… Wooo!! – exhala el papá de Melina acariciando y tomando del cabello a mi niña, quien muy ducha sabe moverse para que el susodicho no la ahogue, sin quitarse aquella delicia de falo de su boquita – Muy bien, Rebeca… ¡WOOOOOO!! – el papá de Melina, usando sus dos manos como garras comienza a acelerar el jaloneo del cabello, aumentando la velocidad de la mamada.

-Ummm!! UMMMMM!! UMMMM!!

-Woooo!! Woooo!!

Aquel dichoso falo ingresaba y salía raudamente de los labios de Rebeca, mientras ella miraba hacia el papá de su amiguita que la tomaba de su cabecita para literalmente follarse su boquita de nena… Le lanzaba una mirada inocente que solo ella puede darnos, sin dejar que aquel fallo se le escape de su boca de princesa… ¡Éxtasis para ambos amantes!

¡GLUP! ¡GLUP! ¡GLUP!

-Ummm!! Mmm!! Mmm!!- la boquita de Rebeca continuaba siendo usada como un orificio de placer, mientras el papá de Melina parecía haber perdido la compostura… ¡y no era el único!, porque mi nenita, que le encanta que traten su boquita como si fuera un coño, no dejaba de lamer su mamila de carne jugueteando con su lengua… ¡Uff!… ¡Ya puesta en modo “Becky” era incontrolable!

-¡Woooo, Rebeca… Bufff… JODEEEER! – exclama el sujeto ya sin poder contenerse el follar salvajemente aquellos labios de Rebeca, quien seguía girando su lengüita aumentando la tortura sobre aquel hombre que parecía no poder aguantar llenar aquella boquita de material genético.

-Mmmm!! MMMM!!

-Wooo!! Wooo!! JODEEERR!

-Mmm!! UMMMMM!!

-Buffff!! Hooo!! HOOOOOOOOO!!

El papá de Melina no pudo más (de seguro que ya venía aguantando descargarse dentro de aquellos labios de princesa) y permitió que sus conductos seminales actuaran para terminar llenando la boquita de mi niña de harto esperma que ella aceptó gustosa.

-Wooo!!! ¡Bébelo preciosa… Wooo!!

Como buena mamoncita, Rebeca no dejó que se le escape ni una sola gota. Tragó sedienta de aquel elixir de hombre del cual era adicta. Incluso, le hubiera gustado mostrarle a su amante toda la lefa que le dejó su viril corrida, sin embargo, aprovechó para beber de una buena vez aquel líquido bendito que a sus 10 añitos añoraba cual si fuera un súcubo infantil. Se lo tragó todito para después dedicarse a limpiar el rojo cipote de todo rastro de semen.

-Ohhh… Muy bien, Rebeca… Así… debes limpiarlo… Ufff…

-Shiii…Ammm… Ummm…- suelta mi niña, aun limpiándole su viril descendencia con su lengüita.

La ducha seguía cayendo sobre ambos, lavando el jabón y las burbujas que quedaban, limpiando los rastros de aquella alocada faena. Comenzaron a enjuagarse mutuamente, porque el papá de Melina hacía propio con ella, Rebeca decidió imitarlo.

-Muy bien… tállame bien…

-Siii…- afirma mi nena terminando de sobar aquellas partes que aun tuvieran algo de jabón.

Hasta que Rebeca notó que el papá de Melina volvía a ponerse erecto…

¡Increíble!, pensó mi nena. Ya hace poco lo había desahogado y si bien era cierto que por un momento le vino a su mente que habían terminado muy pronto sin darse el gusto de sentir aquella verga dentro de su culote, jamás espero que el sujeto se recuperara en apenas 2 minutos… ¡La magia de la exuberante Becky!

-Señor Lucio…

El papá de Melina pareció darse cuenta de que mi nena aún estaba algo curiosa con todo el asunto que él “le estaba enseñando” (ya que Rebeca seguía pajeandole su miembro cada vez más erecto bajo la excusa de terminar de enjuagarlo).

-Rebeca…

¡Miradas que se encuentran! Ambos seres parecían no querer detenerse en aquella faena lujuriosa: por un lado una niñita de 10 añitos con un exuberante culote de mujer, mientras que por otro lado estaba el papá de su mejor amiga quien caía preso de los encantos de la nena… ¡Todo parecía indicar que el mayor desquicio dentro de aquella bañera era inevitable!

¡RINGGGGG! ¡RINGGG! Se escuchó sonar el timbre de la casa que despertó se sus fantasías a ambos seres. Mi niña se asustó con semejante aviso pero el señor Lucio reaccionó a tiempo para calmar a mi nena mientras salía de la ducha.

-Termina de enjuagarte y te cambias lo más rápido posible… – le dice el sujeto ya poniéndose los boxer y jalando su pantalón hasta donde estaba.

Mi nena obedeció apresuradamente, ya acostumbrada a estos malabares de escapista, y cuando estaba secándose vio al papá de su amiga salir de aquel baño. Mi nena le puso seguro a su puerta apenas salió y procedió a vestirse rápidamente.

¡Joder! ¿Quién interrumpía a ambos amantes antes de que consumen la mayor locura dentro de aquella bañera? La respuesta a esa pregunta la obtuvo muy pronto cuando mi nena salió también de aquel baño, aún con el cabello húmedo.

-¡Iraaa! Ya te bañaste, entonces yo puedo entrar…- dice Melina sorprendiendo a mi nena.

Ella y su mamá aparecían en la sala nuevamente luego de que el señor Lucio les abriera la puerta. Se excusó con ambas diciendo que se había quedado dormido viendo un programa en la TV y por error cuando se fueron había puesto el seguro.

-¿Pero cómo te podes dormir, papi? Si justo estaban pasando el documental de los ****- le bromea Melina a su papá. La escuincla fue hasta su cuarto tomó una toalla y su ropa para ser la siguiente en usar la bañera.

Más tarde, Rebeca se unió a su amiguita y la mamá de Melina mientras veían la TV, dejando al papá de Melina trabajando en su PC. Ambos se dedicaron a actuar como si nada hubiera pasado, aún cuando mi nena no dejaba de pensar en lo sucedido hace apenas unas horas.

Pronto sería domingo. El día que pondría punto final a la aventura de mi nena, bajo la excusa de una pijamada en casa de Melina para “su tarea de astronomía” … aunque por momentos si le hicieron ver estrellitas… Jeje…

Aun le quedaba la espina de no haber podido concretar al máximo su encuentro con el papá de su mejor amiga. Sin embargo, a veces la diosa Fortuna tiene preparadas varias sorpresas en esta vida. Y algunas de ellas eran sorpresas convenientes y no tan difíciles de que se pudieran dar. Os explico:

Resulta que el mismo sábado más tarde, mientras fue por unos bocadillos a la cocina (por pedido de Melina que la esperaba en su cuarto), pudo escuchar al papá de su amiguita atender una llamada en el teléfono de la sala. Como ella había ido calladita y a oscuras, pasó inadvertida del sujeto que de pronto llegó a responder la llamada.

Rebeca se quedó muy cerca de allí, escondida mientras escuchaba la conversación… ¡Su tía Veronika!… De pronto llamaba para consultar si ya habían acabado su trabajo de “astronomía” para que llegara a casa por la mañana y no por la tarde…

¡Qué molestia!, pensó mi niña. De seguro su tía la llamaba porque quería que Rebeca se encargara de limpiar el departamento. Ella no se preocupaba por quererla tener a su cuidado cuanto antes. Lo único que le interesaba era que la ayudara con los quehaceres y era por ello que mi nena había pedido permiso todo el día, para librarse de estos… ¡Sin embargo su tía la llamaba antes para no hacerlos ella!

¡Pero había algo peor! Su tía había revelado su estrategia de “clase de astronomía”, para venir con ellos, algo que de seguro le quedó claro al señor Lucio porque él no sabía nada de esto que Rebeca utilizó para tener una excusa de pasar un findesemana con Melina.

Resignada, mi nena se dispuso a avanzar para explicarle el asunto al papá de su amiguita y pedirle que le dijera a su tía que ella estaría temprano en el departamento, hasta que…

-¡No es ninguna molestia! Pero las niñas aún no han acabado su “tarea de astronomía”, incluso parece que necesitan una noche más para ello…- suelta el señor Lucio con voz decidida y autoritaria.

-¿Una más? – se escucha la voz de tía Verónica, extrañada.

¡Pero la verdaderamente sorprendida era Rebeca! Se quedó de piedra en la puerta de la sala que daba a la cocina, sin ingresar o dar un gesto como planeaba. Aquel movimiento del papá de su amiga jamás se lo esperó…

-¡Sí! Esta tarea es muy importante para su clase… ¡La llevaré en cuanto ambas niñas terminen su tarea! ¡El lunes por la mañana estará en su escuela! – suelta el papá de su amiguita con voz autoritaria.

-Pero la niña necesita ir a clases el lunes y no tiene su uniforme…- esboza Veronika aunque no sonaba reticente, más bien parecía intimidada por la autoridad del señor Lucio.- Sería mucha molestia para usted tenerla otro día más…

-Pierda cuidado… tenemos otro uniforme de Melina. Por esta ocasión le podemos prestar para que vaya a clases … Al fin y al cabo, es nuestro deber como padres cuidar que las niñas puedan hacer sus tareas…- suelta el papá de Melina poniendo más reproche en su voz del que mi niña había escuchado.

-Sí… Disculpe la molestia y gracias por su tiempo…- parecía contestar resignada Veronika.

-Pierda cuidado. Que tenga una buena noche…- cuelga el señor Lucio.

Mi nena era un mar de confusión e inmediatamente se dio cuenta que no había moros en la costa, regresó donde Melina para no despertar sospechas. Fue lo más cuidadosa posible y le preguntó si le había pedido a su papá que ella se quedara una noche más.

-No, loca… Si el lunes tenemos clase…- responde Melina riendo.

¡Joder! Ahora el que había mentido y armado toda una situación era el papá de su mejor amiga… ¿En qué estaba pensando ese sujeto?

Mi nena no tenía respuestas, así que simplemente dejó que todo fluyera y siguió junto a Melina, platicando mientras se daban otra maratón nocturna de series en Dis*** Channel, hasta que llegó la mamá de Melina y las mandó a acostar a ambas.

Finalmente llegó el domingo. Ya era la tarde y no había pistas que Melina o su mamá supieran que ella recién se iría el lunes por la mañana… ¡Ni una sola! Todo parecía planificado para que esa misma tarde, la llevaran de vuelta a su casa… ¡Contradicción!

Alistó sus cosas mecánicamente, aún sin saber que pasaría y con el nerviosismo a flor de piel. Se despidió de la familia de Melina y abordó el auto donde la esperaba el papá de su amiguita… ¡Nuevamente a solas con el señor Lucio! ¡Al final a la mamá de Melina la habían llamado una de sus amigas y el papá de Melina se ofreció para llevar a Rebeca mientras él iba a su trabajo!

-¿Tienes tus cosas? Ponlas en el asiento trasero…- fue lo que atinó a decirle, mientras en la entrada la despedían Melina y su mamá… ¡Confusión total en Rebeca!

-Siii… Ya voy…- contesta mi nena dejando todas sus cosas en el asiento trasero. Iba vestida con un top negro y un minijean ajustado a sus exuberantes caderas.

Rebeca volvió a ser un manojo de nervios cuando se sentó al lado del señor Lucio y este aceleró desplazando el auto fuera del estacionamiento saliendo hacia la calzada. Por el rabillo del ojo pudo distinguir la calle que dejaba atrás, en el preciso momento que se internaban en la avenida principal.

-¿Tu casa es al otro lado de *****, no? – pregunta el papá de Melina innecesariamente (porque la había llevado otras veces). Se encontraban a punto de ingresar a la carretera principal y debían decidir que rumbo tomarían.

-Siii… – responde mi nena señalando a la izquierda. – es por….

¡Dirección opuesta! De pronto el papá de Melina se enrumbó directo hacia la derecha, acelerando completamente en contra de lo señalado por Rebeca.

El corazón de Rebeca dio un vuelco enorme de emoción. Atrás quedaron las dudas y se terminó confirmando sus mayores suposiciones cuando el sujeto enrumbó el auto con dirección hacia las afueras de la ciudad.

-Rebeca… ¿realmente deseas que te lleve con tu tía? o quizás ¿te gustaría visitar antes un lugar donde podamos continuar con nuestros juegos padre-hija? – pregunta el sujeto con una decisión que impresionó a mi Rebeca… ¡El tipo no se iba con rodeos! ¡Directo al asunto!

-Siii… si quierooo…- contesta mi niña dando saltitos, olvidándose del brutal espectáculo que se vería como rebotaban aquellas pompas sobre el asiento contiguo.

Y es que mi nena estaba emocionadísima. Si algo de bueno tenía el papá de Melina era que iba directo al grano apenas Rebeca le diera visos de estar de acuerdo con todo lo que le hacía… ¡Al fin otro adulto que la leía fácilmente como lo hacía el señor Jason!

Mi niña observó nerviosa el trayecto que tomaron, recordando como su exprofesor de ciencias la había traído a las afueras la ciudad donde moteles de parejas con poco control de seguridad, eran escenario perfecto para que una niña de 10 añitos pudiera internarse con su maduro amante.

Se estacionaron frente a uno contiguo al que tenía corazones en el techo e ingresaron al motel que sería testigo y confidente de aquella inminente faena. Ya era el segundo motel que mi nena conocía por dentro y a diferencia del anterior, este le pareció mucho más grande.

Al entrar en la zona de habitaciones, Rebeca volvió a escuchar el coro de gemidos que retumbaban por los pasillos. Aquella sinfonía erótica que a mi nena la ponía demasiado ya comenzaba a hacer estragos en ella. Le recordaba la faena de hace varias semanas cuando se dio cita aquí con otro maduro que la llevó a la Luna en solo una noche… ¡Hoy era el turno del papá de Melina!

¡Alaridos y chillidos lascivos de fondo mientras caminaban por el corredor! Dentro de las habitaciones, distintas parejas aprovechaban la ocasión para desahogarse carnalmente copulando sin control, mientras ella una niña de 10 añitos circulaba junto al papá de su mejor amiga…

Mi nena poco a poco comenzaba a desear unirse a aquellos gemidos desesperados de lujuria, resoplando y gritando de placer, como hasta hace unas semanas lo había hecho, chillando a todo pulmón por la calentura… ¡Rebeca totalmente en llamas!…

Mi nena estaba a puertas de volver a degustar de aquellos placeres prohibidos para su edad junto a un nuevo acompañante: el papa de Melina, quien hasta hace poco la creía ignorante de estos temas pero que ahora iba a por todas con el fin de saciarse con su exuberante figura de mujer…

Llegaron hasta la puerta de la habitación al fondo del tercer piso donde una placa les mostraba el número “342”. Mi niña temblaba de emoción y calentura, y al parecer no era la única… El papá de su amiguita parecía con más prisas que de costumbre, se le notaba por como la jalaba desde el estacionamiento y mientras trataba de abrir la puerta frente a ellos.

Al final lograron ingresar a su habitación, amplia y espaciosa, un poco más grande que la otra vez.

-¡Joder! Tengo que comprar algunas cosas para que podamos pasar la noche…- dice de pronto el papá de Melina mientras Rebeca se sentaba sobre la cama matrimonial.

-¿Me deja solita?- pregunta mi nena dando saltitos sobre la cama, haciendo rebotar sus exuberantes nalgotas de mujer. El sujeto medio que se quedó embobado al ver semejante espectáculo, pero luego continuó su explicación:

-No te preocupes, puedes ver la TV mientras vuelvo. A lo mucho me demoraré 30 minutos. No salgas de la habitación ¿Vale? – ordena el señor Lucio. Rebeca asintió sumisamente, mientras veía como se iba con dirección a las escaleras, doblando una esquina e internándose al pasillo principal:

Y así mi nena quedó solita en aquella alcoba de motel. Volteo a mirar todos lados: recordaba los espejos en las paredes y las almohadas de corazones, aunque esta habitación era más rústica y el baño tenía apenas una bañera y no un jacuzzi como el del otro motel.

Rebeca quiso encender la TV y cambiar de canal, pero ¡solo había películas porno! El mando no dejaba poner otra cosa… Las películas estaban bien y medio que la ayudaban a seguir cachonda, pero mientras estuviera en ese lugar ¡había algo que la excitaba mucho más!… ¡Y no estaba en esa alcoba!

Aún sabiendo que era una desobediencia a su amante, y sin medir las consecuencias de sus actos, Rebeca dejó la habitación de puntillas saliendo al pasillo…

¡Joder! ¡Ahora sí estaba cachondísima! Apenas salió, pudo escuchar los murmullos del motel inundar sus oídos con tantos lloriqueos, bufidos, chillidos y más onomatopeyas eróticas… Siendo las 7 de la tarde de un domingo, el motel parecía en pleno apogeo…

Rebeca inmediatamente se llevó las manos a su rajita, mientras caminaba sigilosamente, ávida por escuchar algunas voces que pudiera distinguir… sin embargo, todo eran gemidos y chillidos ininteligibles, hasta que recordó de un pasillo muy ruidoso justo cuando entraron al tercer piso… ¡Justo había escuchado a varias parejas muy ruidosas mientras transitaban por aquel pasillo!

Obviando precauciones, mi nena salió de ese pasillo llegando al que daba muy cerca a las escaleras, los alaridos se hicieron más fuertes e incluso pudo acercarse a una habitación desde donde claramente podía escuchar a los autores de semejante faena.

“Ahhhh!! ¡Dale, cogeeeeme! Siii!! Cogemeeee duroooo!!

¡Ohhh!!!!! Bufff!! Te gusta?? Tegusta??’

Siiii!! ¡Damela todaaaaa! ¡Ahhhh!

¡Bufff!””

Mi nena se quedó pegadita a la puerta, escuchando como si la vida se le fuera en ello. No entendía porque, pero solo escuchar a esa pareja follar desesperadamente la ponía demasiado… ¡Mucho más que las pelis porno!

Camino otro tramo, dejando esa puerta y yendo hasta la otra habitación contigua….

“Siiii!! Rompeeeeme…. Ahhhh!

Wooo!! Hooo!!!

Siii!! Asiiii, papiiiii!! Ahhhhh!!

Bufff!! Hoooo!!”

Mi nena ya estaba chorreando por su rajita… totalmente húmeda, no dejaba de dedearse delirando de lujuria ante semejante escenario.

¿Cuántas parejas habría en este motel? ¿Cuántas veces habrían venido a este nido de amor? ¿Sería su primera vez aquí igual que mi nenita?… ¿Siquiera se imaginarían que con sus alaridos estaban excitando a una niña de 10 añitos?

Rebeca seguía haciéndose muchas preguntas sin respuestas, solo disfrutando del ambiente mientras se dedeaba su rajita… hasta que de pronto escuchó como unos pasos venían de la escalera principal… ¡El papá de Melina!

Mi niña casi corriendo se dirigió de vuelta hasta su habitación, cerrando la puerta y saltando a la cama frente al TV que permanecía encendido con las pelis porno en la pantalla…

Mi pequeña temblaba, pero no era de miedo… ¡Era de excitación!… No tardó mucho para que el señor Lucio volviera a la alcoba llevando unas bolsas…

-Rebeca, volví…- apenas atinó a decir el sujeto cuando ingresó a la habitación. La cerró tras de él, solo para encontrarse con semejante espectáculo:

Mi nenita permanecía frente a la puerta de la bañera ya casi desnudita. Su ropa estaba regada sobre la cama, debido a la prisa que llevaba mi niña.

-Señor Lucio, ¿aquí también podemos darnos un baño de padre-hija? – pregunta mi nena con su vocecita inocente y ya quitándose sus braguitas.

El sujeto dejó sus bolsas en el suelo y rápidamente se dirigió a mi nena:

-Por supuesto, Rebeca… Claro que sí… Ya verás que hermosa vas a quedar… Ufff…- le dice el tipo tomándola de los hombros y llevándola con dirección a la bañera…

Lo que siguió después fue un recordaris de los vivido el día de ayer. En aquella bañera de motel se recrearon cada una de las situaciones vividas, ya al amparo de la tranquilidad que supone saber que no serán interrumpidos por terceros. Ambos amantes se envolvieron nuevamente en aquel baño de “padre-hija”, una excusa perfecta para que puedan disfrutar las mieles de las artes carnales:

Sin embargo, este “encuentro” no tendría el mismo final del día anterior… ¡Por supuesto que no!

Como os mencionaba, ya al amparo de la privacidad de aquella alcoba dentro de un motel de parejas, el desenlace sería uno mucho más libidinoso:

Ya cuando mi nena y su consorte se habían enjuagado hasta la saciedad dentro de la bañera, entonces el papá de Melina aprovechó el momento, la levantó de la ducha y la apoyó contra la taza del baño, colocándola en pompa. Mi nena solamente volteó para ver como el sujeto le metió, ya no uno, sino más de dos dentro de su culote.

-Ummmm!!! Ay!…

-Ufff… Muy bien, Rebeca… ya que aprendes rápido, voy a enseñarte otro “juego de padre-hija”… ¿Vale?… así nos divertimos mucho más…

-Siii, señor Lucio… Yo aprendo rápido…Ummm…- murmura mi nena cachondísima mientras el tipo sigue hurgando con sus dedos en todo su culote que puesto en pompa se ve espectacular.

El papá de Melina parece al borde de la locura mientras retira sus dedos y empuña su verga. A punto de reventar, el sujeto se dispuso a invadir aquel culote de ensueño, profanando con su viril miembro los confines de la nalgona Rebeca, logrando avanzar hasta la mitad sin ningún tipo de problema.

-Ummm!! Ahhhhhhhhh… – gimió liberadoramente Rebeca, apoyada sobre la taza con sus manitas, cerrando sus ojitos para concentrarse en el inmenso placer… ¡AL FIN!

Rebeca al sentir aquella tranca dentro de su esfínter, dobla más su espaldita apoyando su cabeza hacia abajo, y ya acomodada mueve su culazo para guardar toda la polla dentro de ella llegando a recibirla entera hasta chocar sus nalgotas con el abdomen del tipo.

-¡UFFF!! OHHHHH!!!

-¡AYYYY!!! AAAAHHH!

Al fin podía sentir aquel pollón dentro de su culote. Aquel pollón que mi nenita había saboreado en su boquita por segunda vez y que no dejaba de imaginarse penetrándola en su totalidad. Al fin el papá de Melina se decidía y le daba lo que Rebeca había esperado durante semanas de abstinencia y ayer apenas había logrado desahogar una parte… ¡Al fin follaba con el papá de su mejor amiga!

El sujeto la tenía bien agarrada de su culote mientras continuaba dentro de ella gozando aquel culote de mujer en el cuerpo de una niña… ¡Ojos desorbitados de lujuria!

Rebeca seguía apoyadita contra la taza, teniendo al señor Lucio casi encima de ella quien con ojos cerrados bufaba de placer al gozar de semejante monumento de niña. En su rostro desgastado y sudoroso, podía verse el mismo éxtasis que mi Rebeca sentía en esos instantes siendo utilizada como desahogo sexual de aquel cuarentón papá de su mejor amiga.

-¡OHHH!! ¡JODER! UFFFF!!!

-Ahhh!! ¡Mi colitaaa!! Ummmmmm!!

Rápidamente mi nenita comenzó a acostumbrarse a la verga del señor Lucio. La abría completamente en esa pose de a perrito, y normalmente no era lo mejor para una nena primeriza, sin embargo, Rebeca estaba lejos de eso ya que a sus 10 añitos había experimentado de los mayores placeres carnales usando su enorme cola de mujer.

-Uff…Lo has soportado bien, Rebeca… Uff…- balbucea el tipo babeando de lujuria agarrando fuerte a mi nena de su cinturita de princesa. El sudor mezclado con el agua de la ducha chorreaba ambos cuerpos y dejaba rastro en el sueño de aquel baño.

-Ahhh… Gracias, señor Lucio…. Umm…

-Ohh… pero se ve que te gusto, ¿no es así?

-Umm… Un poco, señor Lucio…. Ahhhh!!

-¡Sí! ¡Yo sé que te gustó por como gemiste… Ufff!!- bufa el tipo ante la culatada que da mi niña.

-Ayy!! Sí… si me gustó… ¡Muchoooo!! ¡Ummm!!

-Si? Jejeje… Pues tranquila… Que aun tengo mucho por enseñarte… ¡Woooo!!!

Plaff!!…. Plafff!!…..Plaf!!… Plaf!! De pronto, el tipo comenzó a moverse, embistiendo raudamente a mi Rebeca como si fuera una adulta. Apoyándola completamente contra la taza, mientras se sacudía descontroladamente a fin de degustar de las carnes de semejante monumento de niña.

-Ahhh!!! Siii! Sii!! ¡Que Ricooo!!

-Ohhh!!! Joder!!

-Siii!! ¡Que Ricooo, señor Lucio!! Ummm!!

-Ufff!! ¡Toma preciosa…!! Ufff!! Tomaaa!!

De pronto todos los recatos se fueron al tacho. Rebeca se olvidó por completo de fingir que era una primeriza y ante los contundentes sacudones que recibía, dejó volar su mente cayendo en los deseos de Afrodita y gimiendo descontroladamente ante el placer que recibía su pequeño cuerpito.

Con la vista sobre la tapa de la taza, tratando de arañar la tela decorativa de la misma, Rebeca aguantaba estoicamente los empellones del maduro señor Lucio. Aquel éxtasis que recorría el cuerpo de mi nenita, junto a sus demás sentidos activaron completamente a la pequeña Becky… ¡Estaba lista para la faena marital!

-Ahhhh!! ¡Siiii!!! Que ricoooo… ¡Siii!!

-Joderrr!! Ufff!! UFFF!! WOOO!!

Ambos estaban desatados, tanto mi nena como el papá de Melina quien, tomándola de su cinturita de avispa, le embitió fuertísimo por varios minutos. Rebeca, totalmente concentrada, gime loca de placer al experimentar las mieles del sexo, se le nota que esta cachondísima y aguanta bien los empellones parando su culote de mujer, hasta que…

-Uffff!!… Venga para aquí, preciosa…

-Ahhhhhh!! Cuidado mi colita, señor Lucio… ¡Ahhhhh!!

De pronto, el tipo levanta a mi nena, aun con su verga dentro de ella, y la mueve cargándola y saliendo del baño. Rebeca observa cómo se la llevan de vuelta a la alcoba mientras permanecía empalada por la tranca del papá de Melina.

El susodicho la bota contra la cama, haciendo que mi nena quede boca abajo, parando su magistral culote hacia su penetrador que también se lanza a la cama para no separarse de la nena.

-Ohhhh!! ¡Ahora sí, Rebeca… Ufff!!… Ya estamos cómodos…

-Ahhhh… Ummm…

-Ahora siii….UFFF!!!… – bufó extasiado el maduro, volviendo a agarrar a mi nenita de su cinturita de avispa mientras mi Rebeca empieza a ponerse en cuatro sobre la cama.

Plaff!!…. Plafff!!…..Plaf!!… Plaf!! De pronto todo fue luces…, figuras…, estrellas… ¡GOZO!

-¡AHHHHHH! ¡SIII!! UMMM!!

-BUFFF!! REBECA!! BUFFF!!! JODER!!! HOOO!!

-SIII SIIII!! ¡QUE RICOOOO!! AHHH!!!

Se sentía en las nubes del hedonismo, siendo gozada y gozando de la sexualidad junto al papá de su mejor amiga… Aquellas pasadas faenas volvían a sus recuerdos, así como los rostros de tantos amantes que se dieron gusto con sus carnes de mujer… Faenas gloriosas con adultos que se aprovechaban de su exuberante figura, pero la llenaban de un placer indescriptible…

En un súbito deseo por sacarle el máximo provecho a sus gloriosas nalgotas, mi Rebeca se movió parando aún más su enorme culazo y apuntándolo hacia su gozoso penetrador… ¡Funcionó!

Arañando las sábanas, mi niña se colocó a 4 patas sobre la cama ofreciendo con su culazo en pompa, un amortiguamiento desquiciante que el papá de Melina no dudo en aprovechar.

-BUFFF!! JODERR!! HOO!! HOOO!! DIOOOOSSSS!! ¡QUÉ BUENA ESTAASSS!! HOOO!!

-AHHH!! ¡SIII! ¡QUE RICO! SIII, SEÑOR LUCIO!!DEME!!!

PLAFFF!! PLAFF!! PLAFFF!! Ahora los embistes al culazo de mi nena se escuchaban continuamente llenando la habitación de aquellos golpeteos amortiguados en sus nalgotas…

-JODER!! HOOO!! UFFF!!! Que rápido aprendes, Rebeca… ¡UFFF!!

-AHHH!!! SIII!! SII, SEÑOR LUCIO!! DEME!! DEME!! SIIII!!

-OHHH!! ¡CLARO QUE TE DOY! UFFF!! ¡COMO NO HACERLO! OHHH!!

-SIII!! ¡QUE RICOOO!! AHHH!! DEMEE!!

La batalla libidinosa hacía rechinar los goznes de aquella cama donde se cogían duro a una nenita de 10 añitos, pero con una enorme cola de mujer. Tal era el desquicio, que mi niña por momentos no sabía a donde miraba y acabó girando la vista hacia los espejos de las paredes:

Fue así como pudo contemplarse a sí misma, desnuda y echada boca abajo sobre la cama con aquel hombre de contextura mediana detrás de ella. Su rostro maduro desencajado de placer, su torso velludo, sus brazos delgados tomándola de su cinturita…. ¡Tantos detalles que mi nena no podía pararse a recordar de tanto placer que le infundían los embistes del sujeto!

Mi pequeña Rebeca miraba hacia adelante y a los espejos de los costados, mientras arañaba las sábanas resistiendo los empellones que la mandaban hacia adelante para luego volver a jalarla hacia atrás, entrando en un ciclo lujurioso sin fin. ¡Aquella escena la excitaba a raudales!

-AHHH!! UMMM!! SIIII!! ¡SEÑOR LUCIO!! UMMM!! AHHH!!

-JODERR!! ¡Rebeca, que bien aguantas… JODER!!! HOOO!!

-AHHH!! SIII!! DEME!! DEME!!

Así estaba, gimiendo y gozando en aquel motel junto al papá de Melina quien cayó rendido ante su desquiciante culote en el cuerpo de una niña. A todo pulmón, sus chillidos y bufidos se unían al coro lujurioso que recorría las habitaciones de aquel nido de amor… ¡Una niña de 10 añitos fundía sus gritos con el de otras jóvenes y veteranas locas de lujuria!

El tipejo de pronto volteó a Rebeca como si fuera una muñeca y la tumbó sobre la cama colocándola casi como en pose de misionero, pero dejándola echadita boca arriba mirándolo a la cara.

Logró verlo como era: un adulto de mediana edad de cabello corto azabache, sin los anteojos de montura que normalmente llevaba, y con un aire de oficinista. Aunque su cuerpo no fuera completamente fornido como Pablo, al menos era de contextura delgada y en forma, lo cual le ayudaba a tener resistencia en la cama.

Luego de colocar una almohada debajo de mi nena, el señor Lucio se encimó sobre Rebeca dejándole caer todo su peso, punzando su entrepierna en diagonal contra su culote, mientras mi nena aún echada boca arriba paraba su culote también en diagonal gracias a la almohada debajo de ella… ¡La misma pose en la que el papá de Luka se cogió su rajita ahora se lo hacían por la cola!

-Ahora vamos a jugar en esta posición, Rebeca… ya verás que bien lo pasamos… ¡Ufff!- delira el sujeto con los ojos desorbitados por volverse a introducir dentro de mi niña.

Rebeca sonrió asintiendo con la cabeza, cuando de pronto el susodicho ya deteniéndose en su avance comenzó a asentarse nuevamente dentro de su culote como queriendo acostumbrar a mi nena a aquella nueva posición. Sin embargo, Rebeca sentía que ya no era necesario porque su exuberante derriere podía aguantar más de un cambio de posición:

-Umm… Ahhh!! Señor Lucio, siga jugando conmigo que se siente muy rico…

-BUFFF!!! ¡JODER!! ¡De acuerdo, Rebeca…! ¡Muy bien, ahí voy! ¡Quietecita! Ufff!!

-Ahhhh!! UMM!! AHHHH!!

Acto seguido, Rebeca se dejó echar por completo boca arriba sobre la cama, estirándose hacia atrás mientras arañaba las sábanas de motel. El señor Lucio la toma de sus piernas casi poniéndoselas al hombro (porque era pequeña cual niña de 10 añitos) para clavarla en su precioso culote de mujer.

PLAFFF!! PLAFF!!! PLAFF!!! PLAFF!! PLAFF!!

-OHHH!!! BUUUUUUUF!!

-AHHH!! AYYY!! SIII!! AHHH!! ¡QUE RICOOO!!

-OHHHH!!! JODEEERR!! WOOO!!

-SIIII!! ¡SEÑOR LUCIOOO!! SIII!! AHHH!!!

Mi nena aguantaba estoicamente aquella tranca que volvía a palpitar dentro de ella, entrando y saliendo a voluntad de aquel paraíso de placer.

Que deleite, que desquicio, que suavidad tiene Rebeca en su ojete, es la gloria hecha niña, se siente suavecito, suavecito como si no hubiera nada que te estorbe la verga ahí dentro mientras ella te proporciona el apriete necesario para llevarte a la locura.

-AYYYY!! SIII!! AHHHH!!

-UFFF!! ¡QUE BIEN SE SIENTE DENTRO TUYO, REBECA!! OHHH!! JODEER!…

-AHHH!! SIII!! ASIII!! ¡SEÑOR LUCIOO!!

-WOOO!! UFFFF!!! BUFFF!!! WOOO!!

Le entra entera sin ningún problema, dejándote explorar sus confines recónditos en busca del éxtasis supremo. Rebeca ya con experiencia en estos haberes, sabe cómo estirar sus piecitos y dejárselos agarrar por el tipo para proporcionarle el mayor placer, permitiéndole ingresar por completo en cada embate que le da el enloquecido sujeto.

Tantas sensaciones, tanto placer, tanto deleite libidinoso que debe recorrer por el cuerpo del afortunado hombre que logra gozar de aquella despampanante nena de 10 añitos. Uno más en la lista de adultos que degustamos de los placeres prohibidos, pero tan exquisitos que nos entrega su exuberante figura.

-AHHH!! SIII!! AHHHHH!! ¡DEME, SEÑOR LUCIOO!! SIII!!

-JODERR!! HOOO!! ¡REBECA! HOOO!! ¡Tomaa!! BUFFF!

-AHHH!! ¡QUE RICOOO!! SII!! ¡¡DEME… DEME!! ¡¡MÁS FUERTEE!! AHHH!!

Y sus pedidos fueron escuchados. De pronto el sujeto comenzó a embestirla con mayor velocidad sobre su culazo de mujer, encimándose casi por completo sobre ella… ¡Estaban frente a frente! ¡Podía ver claramente sus ojos marrones, que al igual que mi nena denotaban tremendo frenesí!

-JODER!! OHHH!! ¡REBECAAA! ¡TOMAAA… JODER!! HOOO!!- le suelta el sujeto gritando desquiciado.

-AHHH!! SIII!! ¡QUE RICO, SEÑOR LUCIOO!! ¡SIGA ASÍ, NO PARE… AHHHH!!- chilla mi nena loquita de lujuria al experimentar los ímpetus del hombre de mediana edad, mientras lo tenía frente a frente.

-OHHH!! OHHH!! ¡Rebeca… JODER!! HOOOO!! HOOO!!

-AHHHH!! AHHH!! SIII!! ¡QUE RICOO!! AHHH!! AHHH!!

Mi nena no tenía que hacer nada más que echarse hacia atrás y reposar echadita arañando las sábanas a cada lado mientras el señor Lucio la embestía como bestia poseída utilizando su peso para clavar su verga en el culazo de mi pequeña.

Podía ver sus brazos velludos tomar sus piernas firmemente, teniéndolas casi al hombro, aprisionándola a una cópula de la cual no podía ni quería escapar… ¡Mi niña, en éxtasis total!

-AHHH!! ¡QUE RICO, PAPIIII!

-JOOOODERRR!! ¿YA QUERÉS QUE TE DE TU LECHITA, REBECA?? WOOO!!

-SIII!! AHHH!! AHHH!! ¡QUE RICOOOO!!! LLÉNEME!! AHHH!!!

-WOOO!!! ¡YA TE SACO LA LECHITA, REBECAAA!! BUFFF!! WOO!!

-AHHHH!!! ¡QUE RICOOO!!! SIII!! ¡LLÉNEME CON SU LECHITAAA!!

-WOOO! OHHH!!… ¡JODERR!…. ¡AHÍ TE VAAA!!

-SIIIII!! ¡QUE RICOOO!! AHHHHHHHHH!!

El papá de Melina parecía no aguantar más y mi nena no hizo nada por impedirlo. Podía presentir que comenzaban a llenarla de aquel esperma que recorría sus labios de princesa, y ahora lo haría dentro de su culote. Su grandioso, exuberante y desquiciante culote que había seducido al papá de su mejor amiga y ahora le otorgaba el paraíso en forma de niña a su alcance, mientras cada embiste expelía torrentes de material genético dentro de mi nena.

-HOOOOOOOO!! WOOOOOOOOO!!!

-AHH!! SIIII!! AAAAAHHHHHHHH!!

Con una exhalación desde el alma, Rebeca chilló fortísimo desbordada de placer carnal. Mi nenita aguantaba cada lechazo con una sonrisa de saberse vencedora, mientras permitía que su cuerpito le otorgara el orgasmo anal que tanto había esperado por semanas… Al mismo tiempo, el señor Lucio dejaba que sus gónadas se vaciaran rellenando el perfecto culazo de mi niña con harto esperma lechoso…

El nirvana hizo presa presa a ambos amantes devolviendo a sus cuerpos todo el fruto de su faena lujuriosa sobre aquella cama de motel, desbordando cataratas de placer con cada eyaculación del papá de Melina dentro del perfecto culote de Rebeca, mientras temblaban producto de los últimos espasmos que daban sus cuerpos….

………………………………..

Al día siguiente, Rebeca llegó muy extenuada a la escuela. Apenas tuvo tiempo de dormir, tras aquella noche de pasión con el papá de Melina. Mucho menos, estuvo concentrada en clase y recibió una llamada de atención de su maestra por olvidarse de sus cuadernos.

Pudo haber sido mucho peor, por fortuna el señor Lucio trajo entre sus cosas un uniforme prestado de Melina lo cual le ayudó a pasar desapercibida en la escuela, pese a que su amiguita estaba medio recelosa al verla… ¿Sospecharía algo?, se preguntaba mi niña.

En fin. La noche anterior había valido todo el riesgo posible. Gracias al señor Lucio, ahora Rebeca estaba más tranquila consigo misma, contenta y alegre por tremendo desahogo que la devolvió a un estado de paz que no disfrutaba hasta hace unos días.

Sobre todo, porque, como ya dije en este relato, Rebeca necesitaba ser “atendida” con regularidad ahora que “convive” con la pequeña “Becky” dentro de ella. Y ahora lo más seguro era que aquel maduro papá de su amiga, quisiera seguir enseñándole algunos juegos “padre-hija”. Se moría de ganas por contarle sus aventuras a Sally apenas llegara de la escuela.

Sin embargo, no todo fue color de rosa (el favorito de mi nena) ya que el papá de su amiguita no continuaría recogiéndolas después de los entrenos debido a que entrarían en época de exámenes de medio año y el club de vóley decidió parar dos semanas para que las nenas estudien.

¡Y eso no era todo! Tras esa semana de exámenes llegaría vacaciones y Melina le contó en el recreo que su familia se iría de viaje al Sur del país mientras estuvieran sin escuela.

¡Joder! Y ahí sí era imposible que tía Vero la dejara ir, aun cuando quizás el papá de Melina quisiera invitarle. Su tía no le daría permiso por nada del mundo ya que prácticamente todos los quehaceres de la casa recaían en Rebeca. Un par de días lo podía tolerar, pero varias semanas… ¡Ni preguntárselo!

Y a todo esto, el papá de Luka no volvía de su viaje por lo que mi nena seguía sin contar con adultos que se acercaran a ella para gozar de sus exuberantes curvas de mujer… ¡Qué gran predicamento!

Todas estas reflexiones las hacía echadita sobre la carpeta de su aula, mientras observaba una lista de compras que tenía guardada en su cartuchera de princesas. Aquellas compras que debía realizar semanalmente en la tienda de don Paco y doña Lucha…

Era una pareja muy agradable y por primera vez mi niña podía decir que al menos don Paco no era como esos señores que la miraban descaradamente o siquiera insinuaban quererla rozar para manosear su culote… Claro que no. Don Paco no era de esos… ¡Al menos sí tenía un adulto de confianza que no se atrevería a molestarla!, pensaba Rebeca.

Mi pequeña niña no tenía ni idea de los próximos sucesos que sucederían en dicha tienda, muchos de los cuales estarían relacionados principalmente a ella… pero eso… eso será motivo de otro relato. Hasta entonces.

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